viernes, 28 de diciembre de 2007

SOY LEYENDA

(Puntaje: 3)

Este es el tipo de películas completamente inútiles, excepto para los recaudadores.
Hay una figura (Will Smith) que es el polo de atracción del producto a vender. El cartel de la película nos lo dice:
WILL SMITH
SOY LEYENDA
Es decir, Will Smith es leyenda. Secundariamente, una vez que compramos la entrada, es leyenda Robert Neville, protagonista de un nuevo filme apocalíptico yanqui. La ciudad, obviamente Nueva York. Fíjense cuán tirado de los pelos, o absurdo, o trillado, o todo esto junto, que es el disparador de este apocalipsis: la Doctora Krippin inventa un tratamiento para el cáncer utilizando positivamente el virus de la viruela. Cura el cáncer, pero luego esta cura se transforma en flagelo, porque los tratados mueren o se convierten en unos monstruitos comesangre. El virus Krippin se contagia por el aire o por sangre, también a animales, que se vuelven bestias feroces. Nueva York tiene que ser evacuada, y allí sólo queda Will Smith, uno de los pocos (hasta bien entrada la película, el único) que tiene inmunidad al contagio por vía aérea. Ah, también tiene una perrita, Samantha, que no es inmune. Sólo es astuta, valiente, querible... animales en el cine.

El director de Soy Leyenda quiso impactarnos con sus imágenes de una Nueva York desolada, con los bichos del Central Park por todos lados y los yuyos crecidos. En cuanto a la relación de Will Smith con la ciudad, para él es un gran gran gran baldío en el cual permaneció para intentar descubrir la cura a este virus. Sí, Will Smith es científico (y, por supuesto, militar... los policías pasaron de moda). Además, Will Smith es muy cool. Tanto, que vemos cómo llega a su casa de cazar monstruos y se pone a escuchar Bob Marley, para él, el músico más grande. Algunos dirán que a esta vulgar metáfora de la búsqueda de Bob de un mundo pacífico en la situación de humanidad que ha de ser rescatada de las garras de la monstruitis "le chorrea la muzzarella". Lo dejo al criterio del espectador, pero les aseguro que a esta película se puede asistir borracho y entender todo. Es más, con todo lo que dije, dudo que uno no pueda asistir sino borracho.

En suma, en absoluto vale la pena Soy Leyenda. Para los que vieron Exterminio, las similitudes son obvias, sólo que este último filme es mucho más complejo e interesante (al borde de no serlo). Lo valioso de la película es la entrada. Y los efectos especiales... felicitaciones.

Hernán A. Manzi Leites

jueves, 20 de diciembre de 2007

ENCANTADA

(Puntaje: 8)

Primero que nada, Encantada sí es una película para chicos, aunque la haya disfrutado muchísimo. Creo que es disfrutable para todos, porque todos hemos visto alguna vez en nuestra infancia una película de Disney (a saber, estoy seguro que alguna de estas: Dumbo, La bella durmiente, Cenicienta, Blancanieves y los siete enanitos, Pinocho, y la inolvidable y tristísima Bambi). Basándose en este recuerdo, se sustenta la nueva producción de Disney, como si las últimas obras de la productora hubieran saturado a los creadores (y público) de imágenes digitalizadas y graciosas historias sin canciones y sin hadas.
Disney cae en la cuenta de que el formato de sus filmes cambió radicalmente, un poco ajustándose a los tiempos que corren. Si bien muchos de nosotros añoramos la época de los dibujantes a lápiz y papel, debemos reconocer que la animación por computadora tiene ciertas "ventajas" por sobre los anticuados métodos, siendo el "realismo" la más destacada en general. Por mi parte, no comparto el furor hiperrealista de muchos espectadores: el cine no es la hermana menor "fotografía" compitiendo con el hermano mayor "teatro". Sin embargo, el capitalismo es así, lo único que importa es vender, y la animación terminó resultando más "redituable" (sin desmerecer la enorme labor de los animadores, quienes, como técnicos y artistas, poco deberían interesarse por el fenómeno dinero, aunque el presupuesto les insista). Empero, hay algo más: los jóvenes de hoy, no son los de antes. Sobre esto, básicamente, se sustenta Encantada.
Hay en Encantada una yuxtaposición entre el mundo de hadas y el mundo "real", que no es solo espacial, sino también, en mi interpretación, temporal (lo que dije antes, el viejo Disney, y el nuevo Disney). La película se plantea, entonces qué ocurre cuando estos mundos se juntan, quién gana, quién pierde. En la resolución de este conflicto se halla una de las partes más flojas de esta obra, aunque, como se verá, era una consecuencia completamente coherente (hasta deductible) que se refleja desde el título mismo. Y creo que critico negativamente el final del filme simplemente porque yo también estoy inmerso en esta juventud de hoy en día que ya no se conforma con lo que se conformaban nuestros padres, aunque sea memorioso, a veces más que nada por rebelde elitista (o quizá por conservador). A pesar de este final que sería interesantísimo discutir (si alguien se dignara a escribir algún comentario a esta entrada, por favor, por favor), Encantada tiene escenas brillantes y metáforas muy claras. Una película de Disney NO DEBE tener metáforas demasiado confusas. La metáfora en Encantada es lo que Disney fue siempre: "te lo explico con una canción", o, a lo sumo, con un chasquido de los dedos.

Soy consciente, también, de que nada de lo anteriormente dicho (la reflexión histórica de la Disney) puede llegar a verse en la película y que termine siendo mero entretenimiento para niños y niñas perfectamente reemplazable por la, digámoslo de paso, pésima, El espanta tiburones. Por eso, recomiendo ver encantada con el corazón lleno de magia en el pecho, sin prejuicios. No vivimos en un mundo de hadas. Veamos Encantada y salgamos del cine cantando.


Hernán A. Manzi Leites

jueves, 13 de diciembre de 2007

CAFÉ LUMIÈRE

(puntaje: 9)

Si siguiéramos la sugerencia de Paul Ricoeur de clasificar las obras de arte bajo el rótulo "fenomenología", deberíamos incluir esta película dirigida por Hou Hsiao-Hsien junto a Mrs. Dalloway, de Woolf, En busca del tiempo perdido, de Proust, y La montaña mágica, de Thomas Mann. ¿Por qué fenomenología? La fenomenología es la filosofía del escorzo y lo oculto -y también de la temporalidad de la conciencia. Traemos a la luz lo que está oculto a través de nuestra percepción del escorzo. En este sentido, el fenómeno no "tapa", sino que "apunta" al contenido oculto del ser que trata de aparecer. En el film, podemos ver muchos ejemplos de esto último: nos damos cuenta que la madre de Yôko está cocinando al escuchar un cuchillo picando lo que suponemos son zanahorias u otra hortaliza; alguien llama, sólo escuchamos a Yôko. No hay necesidad de que lo oculto (la madre cocinando, el interlocutor del otro lado) aparezca en escena y el significado de la situación permanece intacto. Más aún, este hecho amplía la mente del espectador, ya que ella o él son invitados a descubrir lo que está ocurriendo en los lados no percibidos de la pantalla. Además, esto es distinto al típico "fuera de campo", porque Café Lumière está construida para seducir al público con el poder de los significados ocultos detrás de cada sensación. La palabra francesa "lumière" significa "luz".
El argumento de Café Lumière es bastante simple: una escritora japonesa, Yôko (Yo Hitoto), embarazada de su novio taiwanés, comienza una investigación sobre el compositor taiwanés Jung Wenye. Con este propósito, ella es ayudada por un amigo suyo llamdo Hajime (Tadanobu Asano), un fanático de los trenes, quien se enamora de ella. Este joven tiene un hobby muy peculiar: pasa su tiempo grabando el sonido de los trenes. Es en esta actividad en la que la captación de la esencia del ser se revela como el núcleo de la película de Hou Hsiao-Hsien. El director taiwanés, está presentando un gran tratado de ontología cuando nos dice que nuestra percepción (y, en este sentido, toda experiencia) es sólo una de muchos modos del aparecer de la "cosa". Es así cómo Hou Hsia-Hsien prefiere que sus escenas permanezcan oscurecidas y poco claras, desafiando al espectador con una película donde el universo de la presencia tiene que dejarse a un lado para lograr obtener una comprensión significativa de lo que ocurre en la vida de los protagonistas.
Además, la propuesta del director contiene una faceta política. El capitalismo ha conducido a una vida donde lo materia y la presencia instantánea son lo único que parece importar. En este sentido, se hace complicado tomar noticia del otro mientras no se lo tiene enfrente. La referencia a Taiwan -el símbolo de la cultura capitalista en China- tiene un poderoso efecto, ya que la acción no se desarrolla en esa región. Taiwan es un recuerdo o un relato, pero no una ausencia. Está siempre allí, dentro del vientre de Yôko, en la voz del novio en la máquina contestadora, en la música de un compositor olvidado. El tren -probablemente el mayor protagonista- le da unidad a ese Japón, conectando lugares y personas, anunciando posibles encuentros. Esto es la pura, aunque occidentalizada, cultura del Japón de hoy. Una renovación, todavía exótica, de la manera en que nosotros, los occidentales, concebimos a la nación japonesa.
Por último, es difícil decir con palabras lo que debe ser visto en este film, porque todos los significados se hallan ocultos tras la imagen. El uso diegético de la fantástica música de Wenye está allí para sugerir al público que se deje llevar por sus sentimientos e intuiciones. Hou Hsia-Hsien ha abierto, con Café Lumière, un camino para el conocimiento del ser a través de su magnífico arte de cine. Dense el lujo de perderse.

Hernán A. Manzi Leites

viernes, 7 de diciembre de 2007

4 MESES, 3 SEMANAS Y 2 DÍAS

(Puntaje: 8)

Palma de Oro en Cannes, ¿nos dice algo? No mucho, sólo que trata de algún tema que a algún sector de la sociedad le molesta. Pero a veces, y creo que este es el caso, hay que ser ese moscardón que revolotea y, con pocos tecnicismos, "jode".

4 meses... transcurre en el año 1987, aún con Ceascescu en el poder en la Rumania comunista. Afortunadamente, la película no explota demasiado este costado político. O mejor, sí lo explota, delicadamente. Si hiciera una especie de "revisionismo" (con suerte) sobre aquella etapa, la problemática que aborda (digámoslo ahora: el aborto) probablemente encontraría dificultades para traspasarse a nuestros días. En cambio, el momento histórico sirve para mostrar LA metáfora del filme, el encubrimiento y el what lies beneath de toda acción, persona e ideología. Y lo que yace por debajo, es una forma de vida. El régimen, persigue el mercado negro; el mercado negro se mantiene a pesar del régimen. El régimen prohibe el aborto, los abortos clandestinamente continúan. Pero la persecución es constante y puede concretarse en cualquier momento. Una inteligente metáfora del aborto, del ser que se está gestando en el vientre de la mujer y puede ser arrancado... por una sonda.

La película de Cristian Mungiu, además de este interés digámosle "poético", tiene un fuerte carácter educativo. A martillazos, sí, mostrando cómo se realizan usualmente los abortos clandestinos, lo que puede resultar (junto con otras escenas... particularmente por otras escenas) "morboso" y "ya demasiado". Sin embargo, esto se explica porque se intenta poner al espectador en la piel de la protagonista, que no es la chica que decide abortar (Gabita), sino su compañera de cuarto (Otilia). Este efecto da un buen resultado, ya que uno se encuentra constantemente asediado por la conciencia de Otilia, sobre la cual pesan más piedras que incluso, podría pensarse, Gabita.
Con todo esto, podemos ver que no se trata de una película meramente ilustrativa, pseudo documental hollywoodense protagonizado por Natalie Portman (todo bien con ella igual).

Cuando se discuta la cuestión del aborto, estoy seguro que esta película será recordada. Y también lo será por su contenido artístico. De todos modos, lo importante es que ahora tenemos una pancarta audiovisual que grita "hablemos del tema, hablemos del tema...", y no discusiones abstractas y muertes definitivamente no abstractas. No quiero sonar cual propaganda de gobierno de la ciudad, pero basta de ocultarnos algo que, por alguna razón u otra, conocemos, lo suficientemente bien, y sólo queremos hablarlo cuando lo colocamos lejos de nuestro alcance. En nuestra carencia de útero, o en nuestra felicidad con niños, en la reflexión bioética o religiosa, o donde sea.

Un poco de brutalidad nos viene bien. ¡Vamos! El "tema" de una película puede sumarle puntos con todo derecho. Todos se darán cuenta, cuando vean la película, que, si no fuera por la cuestión que trata, la película no sería más que "bastante buena" (para nada poco, de cualquier modo). Sin embargo, la película trata el tema. Así que, silencio, críticos mordaces.

Hernán A. Manzi Leites

martes, 4 de diciembre de 2007

THE LAST KISS (Un beso más)

(Puntaje: 3)

Esta es una remake, pero dejémoslo a un lado, que no nos distraiga este dato.
The last kiss está dirigida a lo que podríamos llamar "jóvenes maduros", medio adolescentes, medio adultos, de veintilargos llegando a treinta. Quizá fui muy poco "objetivo" diciendo que "está dirigida". Lo que es evidente es que está protagonizada por estos jóvenes que ya tienen una novia estable (o no), quizá un hijo, o un futuro hijo, y atraviesan esa crisis que según esta obra se tiene al enfrentarse a las "responsablidades".
No digo que no se trate de un tópico... interesante. De hecho, intenta mostrarnos que no sólo la crisis vienen por que está todo mal, sino porque está todo demasiado bien además. El protagonista siente que su novia es perfecta, van a tener un hijo, tienen ciertos ahorros, planes... ¡Qué aburrido!. Por otra parte, un amigo de este joven siente que lo suyo es trabajar en su bar y tener relaciones (sexuales) con chicas y mantener su "libertad" por tiempo indefinido. Otro amigo, es la contracara de estos otros dos: ya "sentó cabeza" y le fue mal. El cuarto del grupo es un personaje intrascendente y funciona meramente como un disparador para que el argumento aflore y... empiece a decaer.
Yo me dije a mí mismo: no debe haber prejuicios con las comedias románticas. ¡Woody Allen solía hacerlas muy bien! Pero esta película le falta la parte de comedia (sí, algo hubieran rescatado unas risotadas) y la parte romántica se excede, ganándole al desamor que comienza desde el título de la obra: el ÚLTIMO beso. Sin embarga, este filme es pura esperanza. Acá, todos ganan. Si te estabas por casar ¡no te desanimes! ¡perdonalo! (como pinta a la mujer esta película es un tema seriamente criticable, ya que claramente la divide en tres tipos pertenecientes al acervo de la cultura popular: la jovencita que irradia fervor y adolescencia, con sentimientos, la liberada que no es tan liberada aunque su pasión por el sexo visceral pueda hacerla parecer así, y la responsable linda e inteligente, pero resentida).
No sé por qué estoy criticando a esta obra. Quizá porque realmente creí que podía sacarse algo en limpio, que no era una estrategia comercial para ver a Casey Affleck actuando en tres de las películas estrenadas en poco más de un mes para poder decir: ah, mirá vos, no actúa tan mal. Tranquilo, Casey, se te recordará por tu voz (de muñeco de Vito Corleone) y por ser el hermano de Ben Affleck hasta que Ben Affleck actúe y la gente te prefiera en la pantalla. Este actor me hace reflexionar sobre la cuestión de que critiqué las tres películas en las que él actúa y llegaron a estrenarse. Dios santo, adónde está yéndose el cine...
En fin, creo que es mucho palabrerío. La película no resulta más que una Nueva Comedia ROMÁNTICA Americana, que no nos hace reír, si tenemos más de 25 quizá llorar, aunque jamás llegará a la cabeza. En el cine, lo mejor es cerrarla con un beso a nuestra novia. Sí, novia... ¡si no hay hijos en el argumento, la película se cae!

Hernán A. Manzi Leites

viernes, 30 de noviembre de 2007

EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD

(Puntaje: 7)

Brad Pitt es Jesse James y Casey Affleck (¡actúa bien!) es Robert Ford, un "fan" enfermizo de aquel integrante del grupo de ladrones y asesinos más buscados en la época del Salvaje Oeste, o no tan oeste, quizá, los Hermanos James. Podría pensarse que este filme es definitivamente un western, pero no, amantes de los cowboys. Una de los principales objetivos de la película es alterar el arquetipo de western que tenemos en mente. Aquí, no hay calor, hay nieve. Aquí, no hay encuentros de pistoleros high noon, ni damas a las que rescatar. Es más, no hay indios (bueno, sí, ya sé que la mayoría murió durante la guerra). Sin embargo, más allá de toda esta presentación anti dogmática, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford mantiene la figura del bandolero como un estandarte para poder alterar al género desde el género mismo. Ya en las primeras escenas de esta obra vemos cómo Jesse tortura a un guardia de tren por intentar resistirse a abrir las llaves y arrodillarse a sus pies. No hay "aventura" en esta película con muy bella fotografía, sino bastante tensión (con 160 minutos de duración es lógico que algo se haya relajado) , mostrando cómo el thriller, el psicodrama y el western se unen: western psicológico, damas y caballeros.

A continuación, la otra cara de la milanesa...

A veces las películas ganan por audacia. A El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford no le faltó ni audacia ni algunos (varios) huecos en el balde que hicieron que el resultado final del filme no fuera el mejor. Y no sé hasta qué punto esta flojera se debió a los contenidos intrínsecos de la película. Esto es, cuando Jesse James es transformado en objeto de admiración y temor (terrible temor) y tras su muerte es venerado en contraposición al escarnio que sufre su asesino, Robert Ford, la conclusión "moral" o como quieran llamarle, resulta, o muy obvia (es mejor ser valiente y asesino sanguinario y ladrón, a ser un cobarde que mata por la espalda "a traición" a un asesino perseguido por más de una década) o bien, quizá demasiado rebuscada y meramente estética y estática (en un momento de anarquía en los EEUU, se valora más la valentía y la rebeldía contra una autoridad, tras la guerra civil, muchas veces no querida, que seguir a la legalidad de las autoridades contra las que se luchó durante la guerra y, encima, ejecutarla cobardemente, sin código). Esta última opción es de una gran riqueza "metafórica" en cuanto a la toma de postura "histórica" del filme. Sin embargo, sólo realiza una suerte de "historia monumental", "historia anticuaria", donde su utilidad para el presente es nula o, incluso, perjudicial, ya que esta decepción nos permitiría volver a la interpretación de la conclusión anteriormente dada: es mejor ser asesino y valiente que cobarde y asesino de un asesino.

Si las inconsistencias del filme lo hacen olvidable, o meramente citable, el tiempo dirá. No siempre propuestas interesantes logran el mayor revuelo. Generalmente, se contentan con una palmada en la espalda. Y creo que a Brad Pitt ya no le hacen falta.


Hernán A. Manzi Leites

viernes, 23 de noviembre de 2007

BEOWULF

(Puntaje: 7)

¿Algo nuevo bajo el sol? ¿Otra película espectacularmente épica (y cara)? ¿Las aventuras de quién vienen esta vez?... Ah, Beowulf... onda Aquiles ¿no?
Estos comentarios y muchos más nos incitaban los carteles de la nueva película de Robert Zemeckis, Beowulf, filme de animación 3-D que cuenta con la presencia de Anthony Hopkins, Angelina Jolie, John Malkovich y Ray Winstone (en el papel del héroe Beowulf).
Los primeros minutos impactan por sus imágenes, y a continuación, cuando comienzan los diálogos, uno confirma la premonitoria visión de "Otra tonta película estilo medieval de guerra".... Sin embargo, cuando creemos que nuestra entrada está perdida y que tan sólo nos queda reírnos de todo, efectivamente, comenzamos a reírnos de todo. Con chistes, en parte, con TODO, en general.
Yo sabía que Robert Zemeckis no iba a hacer una película como cualquier otra. Uno espera que nos dé algo de Volver al futuro o Forrest Gump, o parecido. Bueno, parecido, el humor y el sarcasmo. Beowulf tiene la virtud de ser una parodia al género dentro del género. Sin duda, esto tiene también un objetivo comercial claro en intentar satisfacer las ansias de guerra a espadazo limpio. Una descripción más detallada de qué ocurre con esta obra 3-D, a continuación.

Beowulf es un poema épico de tres mil y pico de versos escrito en la lengua de lo que ahora es Inglaterra, pero en el siglo VII (u VIII, no se sabe bien), equivalente al Poema de Mio Cid en España y la Chanson de Roland en Francia. En el relato, Beowulf es llamado por los Jutos (de Dinamarca, península de Jutlandia) para que maten al mosntruo que los acecha, Grendel. Beowulf logra matar al monstruo y luego de un confuso encuentro con su madre (la del monstruo), es coronado rey, pero lamentablemente cae preso de la maldición de la madre del monstruo y las desgracias empiezan. Intenta detener esas desgracias y mata al dragón que por ese tiempo comenzó a atacar el pueblo, muriendo en su hazaña.
Es interesante esto de los monstruos, principalmente porque muestra cómo en otras culturas, como la anglosajona, aparecían monstruos, criaturas mágicas y hechizos a reyes. El Cantar de Mio Cid es aburridísimo al respecto, y no aparece NINGÚN monstruo, sino hombres de distintas razas y naciones luchando entre sí.

Zemeckis es grandioso con su película por lo siguiente:
1) Critica al género introduciendo una parodia en una película que no deja de ser del género.
2) Su humor contemporáneo encaja perfectamente con lo que quiere decirnos: las películas épicas tipo medieval a gran escala son un flagelo contemporáneo.
3) Lo "obvio", "exagerado" y "trillado" del filme intenta reflejar la pasión casi ingenua con la que estas tradiciones orales (luego escritas algunas, como la de Beowulf) eran recibidas.
4) Técnicamente, nos deja boquiabiertos.
5) Los actores (digitalizados, pero igualitos) se autoparodian también. Por ejemplo, John Malkovich es el tipo raro medio turro que está siempre dando vueltas y Angelina Jolie es la burda femme fatale en su interpretación de una sensual (y tetona) monstrua con taco aguja. Es, por cierto, Angelina Jolie en su mejor papel...

¿Qué más decir? No estamos, de todos modos, frente a un "peliculón". Es una parodia grosso modo. No era necesario un gran guión para hacer lo que se hizo, sino un buen director como Zemeckis. No esperen tampoco un serio Lord of The Rings, ni un Troya, por lo que dije anteriormente. Vayan a divertirse con amigos. Los cinéfilos y sus amigotes van a pasarla bomba. Y los jóvenes grandulones (y no tanto) también.


Hernán A. Manzi Leites

sábado, 17 de noviembre de 2007

GONE BABY GONE ("Desapareció una noche")

(Puntaje: 4)
A esta película le vinieron como anillo al dedo los sucesos dramáticos que ocurrieron con la desaparición de la nena inglesa, Madelaine, durante unas vacaciones en Portugal. Con respecto a ello debo decir que muchas veces la realidad supera a la ficción y, en este caso, lo hizo ampliamente. Esta película no satisfará los deseos de intriga policial con que venimos bastante cargados. Hay similitudes, es innegable. Pero me quedo con el noticiero.
No resulta para nada extraño que un thriller producido por Miramax y escrito y dirigido por Ben Affleck no pueda tratar temas de la realidad cotidiana sin agregarle algún elemento de recalcitrante moral, saquen ustedes las conclusiones que el corazón les dicte, un par de tiros y sanseacabó. Si esto no basta para convencerlos, sigan leyendo.

El argumento estriba en la desaparición de una nenita que por la noche fue repentinamente secuestrada y la consecuente búsqueda que emprende la policía (liderada por un Morgan Freeman en el papel de Morgan Freeman) y unos detectives privados muy jóvenes, aniñados diría, romántica pareja cuyo falo es Casey Affleck. Los missing people detectives serán ayudados por otra pareja, no homosexual, no, sino de dos policías amigos, un gordo super entrenado y don Ed Harris, quien es el que mejor está en su papel (¡qué horror si todos estuvieran mal!). La madre de la nena: drogadicta y sucia. La tía de la nena: un corazón de oro que recurrió a cualquier cosa para encontrar a su sobrina (fíjense que recurrió a Casey Affleck). Los hombres de la casa, uno, un bigotudo hermano de la drogadicta (y esposo de la desesperada tía), y después están los merodeantes machos de la madre de la nena, que, para ser franco, no están en casa nunca, sino vendiendo droga y robándole a sus jefes. ¡Qué feo hogar que tenía esta nena!
Aunque un antro como este tiene bastante ya que dar de por sí, la película no termina con la historia de la nena secuestrada. Se ven algunos pervertidos más y algo de sangre.
Con respecto a la "resolución" del nudo argumental, el espectador no tiene por qué preocuparse. Ben Affleck nos obliga a quedarnos sentados hasta que los personajes digan: bueno, ahora apareció esto, y luego esto, y después lo otro. "Ah, mirá vos", sería el comentario de cualquiera. Con esto quiero decir, para ser más claro, ¡que no es un buen thriller!. Dije thriller porque policial lo es mucho menos, pero por qué no... policial. ¿O drama? (Qué astuto este Ben Affleck, hizo un filme fuera de todo género) . Uno continúa sentado porque pagó la entrada y no, precisamente, porque la trama sea atrapante y uno esté buscando a la nenita y devanándose los sesos para desenmascarar a los secuestradores.
Otro detalle bastante notorio de la película, en particular al comienzo, es la gente fea. Ben Affleck quiso reflejar cómo es un rioba de EEUU, y bueno, es un rioba, la gente es imperfecta, no se maquilla o se maquilla de más, tiene tajos en la cara, arrugas de tanto smog y un pasado oscurísimoooooo que deja sus marcas por todas partes. Al único que no le afectó el aire arrabalero de los suburbios fue a Casey Affleck, el protagonista, y un poco menos a su mujer, ya medio baqueteada (¿no se dan cuenta que esos papeles están escritos para Sandra Bullock?). Si toda esta tarea de casting y make up se debe a una metáfora gente de corazón puro vs. gente rara, no quiero ni enterarme. Si no es por esto, es algo notorio, te lo marco Ben.

¿Qué decir del contenido ético de la película? En lo personal, creo que es de una calidad ínfima, no guts. A nadie le gusta que los chicos sufran, excepto a los que les gusta hacerlos sufrir... ¿la ley? Ya se sabe que lo que la ley dice no siempre es "lo mejor", pero dura lex sed lex.
Sin embargo, creo que al menos tiene la delicadeza de dejarnos pensando sobre un tema en particular. Una vez que hayamos tomado posición se terminó la película para nuestra existencia. Tampoco es que sea demasiado importante tomar posición sobre el tema que cual la película propone (o nos lanza burdamente).

¿Qué decir pues de Gone Baby Gone? Estructura unida con bisagras, ganchos de carnicero y nudos marineros para hacernos creer que es un policial y que hay algo por resolver; situaciones bastante poco creíbles; actuaciones discretísimas; y un "apto para mayores de 16 años" que se debe sólo a la exposición de droga, sangre y gente fea o muerta. Quizá si Ben Affleck hubiera hecho de su obra algo más "Disney", hubiera dado en el blanco. Así como está, es una criatura híbrida como esas que construíamos con muñecos cuando niños, de las que ni se podían parar por tener una pelota de tenis encanghada a la capa. En suma, una Bella Durmiente ultrajada en el callejón.


Hernán A. Manzi Leites

viernes, 26 de octubre de 2007

HONOR DE CAVALLERIA

(Puntaje: 8)
Leí en una crítica que los tradicionalistas "extremos", defensores del Quijote de Cervantes, se escandalizarían frente a esta obra del catalán Albert Serra. Sin embargo, yo vi en ella la pureza del Quijote, su "verdadera" historia, al modo de un documental, y no meramente una trasposición de un relato de aventuras. Se ha visto, por otra parte, que la novela más conocida de Miguel de Cervantes rara vez se lleva a escena linealmente. Tenemos el evidente caso de El hombre de La Mancha. Y si no me he sentido molesto por el intento de llevar al Quijote a un "reality" es porque la película es desarrollada con gran maestría y numerosos aciertos.
Retomando todo esto, vemos que el concepto clave del filme es "naturaleza". En primer lugar, por mostrar a estos Quijote y Sancho verdaderamente humanos, en una travesía sin molinos de viento, ni Dulcineas expectantes. En segundo lugar, precisamente la naturaleza será el entorno que guiará a estos personajes (interpretados por Lluís Carbó y Lluís Serrat) mediante el diálogo que con ella (y entre ellos) establecen.
Las aluciones a Dios que el Quijote da son expresión de aquella teoría medieval según la cual todo lo creado estaba en la Palabra de Dios; no en la Biblia como libro, sino en el "decir" divino, y, en consecuencia en el diálogo que él mismo establece con nosotros (a través de la interioridad y, claro ahora sí, la Biblia), con la naturaleza y entre sus tres Personas. El Libro Sagrado dice: En el principio fue el Verbo (logos).
Se comprende así por qué Serra quiso que sintiéramos la naturaleza de una manera tan placentera como poderosa. Los grillos, las aves, el viento, es lo único que oímos. El verde, el cielo, la oscuridad, es lo único que vemos. En ellos introducidos, el Quijote y Sancho, destacándose sobre el trasfondo haciéndonos la creatividad del hombre como su esencia, para difernciarlos de aquello a lo que el Quijote se dirige, ciegamente, sólo con su fe: Dios. Es, por cierto, el tema de la "fe" crucial en Honor de Cavallería. Pecando de obviedad, las dudas y convicciones de Sancho, casi diría el protagonista de la película, con respecto al viejo a quien acompaña, son una cuestión de fe. De más está decir que esta interpretación "religioso-metafísica" de la película no es novedosa con respecto a la obra del Manco de Lepanto. Muchos han tomado al libro como un cofre lleno de significados ocultos. Yo los desconozco, pero Albert Serra logró que viéramos al menos algunos, y pienso que más de Cervantes que del director.

Yendo a los elementos que el director decidió incluir en su película, veo ciertos desajustes. La inclusión de música en un momento avanzado del filme resultó completamente inapropiado (excepto que le busquemos alguna vuelta metafísico conceptual para explicarla). Ciertas escenas devienen tediosas, quizá deliberadamente, pero ¡tediosas para el espectador de todos modos! Además, Honor de Cavallería tiene ciertas arbitrariedades por parte de Serra que no la hacen la "obra maestra" que muchos aclaman.
A pesar de esto último, el balance general de la película es muy positivo. Será una película para recordar, y para ver al Quijote (es altamente recomendable haber leído El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha) de Cervantes en carne y hueso (mejor dicho, en fílmico).

Esta película trasluce a sus progenitores música, literatura y pintura. Y nos muestra, así, qué es el cine. Didáctico, ¿no?.

Hernán A. Manzi Leites

sábado, 20 de octubre de 2007

Recital de SODA STEREO (viernes 19/10/07) o A NIGHT AT THE OPERA


APÁGALO...ENCIÉNDELO

Finalmente, la banda que anunció su partida hace diez años con un espectacular recital, concretó su regreso. Pero el fanatismo es ciego y no supo o quiso ver que aquel "último concierto" iba a ser, como se puede leer claramente, el fin de Soda y el inicio del Stereo.


El recital que Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti dieron el 19 de octubre del 2007 en el Estadio Monumental de River Plate tiene varias aristas de análisis. Puede ser que esto sea positivo, ya que no fue un concierto llano, sino pensado, en su concepto y, obviamente, también en su show. Pero, a la vez, esta multiplicidad de sentidos derivó en una inconsistencia en su totalidad, aunque no para todo el público. Que el "Último concierto" fue grandioso, no hay dudas.

Lo que diferencia a el "último" de la "vuelta" es que la "vuelta" es simplemente una porción extra para los que ya saborearon al trío, o para quien no lo haya probado nunca en vivo; el "último" vino tras una seguidilla de discos exitosos de la banda, en particular "Sueño Stereo" y "Comfort y Música para Volar". La vuelta de Soda Stereo debería haberse dado con la presentación de un nuevo disco. No lo hizo. Soda no volvió nada.
Naturalmente, mi balance del recital está lejos de ser completamente negativo, pero comenzaré con estos detalles que no me parecieron por completo acertados. En primer lugar, si bien la banda "sonó bien", el tempo de algunas canciones y su potencia, sumada al eco que había en mitad del campo de River, no favorecieron siempre al sonido de la banda. Creo, sin embargo, que más allá de los problemas técnicos, las canciones no tenían esa pizca de aceleración necesaria en toda presentación en vivo (la afinación de Cerati tuvo además, sus flaquezas, comprensibles, desde ya). Y también está el enorme conflicto del poco conflictivo Charly Alberti. Soda hubiera sido una banda muchísimo mejor sin él (con otro mejor baterista). Su precisión metronómica espanta... Soda es Cerati (porque Bosio demostró ser un viejo patético, como dijo un amigo: Telerman con botas y musculoso).
La otra cuestión negativa, en parte, fue su falta de llegada a los nuevos fans, o los no demasiado fans. Su selección de canciones osciló entre las archi conocidas y las casi o más o menos desconocidas ("Tele-K", "Fue", "Imágenes Retro", "En remolinos", grandes emas por cierto). Sin embargo, en cuanto concepto, esto fue grandioso. Hacer un "grandes éxitos" hubiera sido efectista, pero poco innovador. En su "vuelta", Soda Stereo "vuelve" a tocar temas que hacía mucho no tocaba. Por otra parte, la banda supuso que su regreso era esperado por grandes fanáticos que, evidentemente, conocerían esas canciones. Fue, entonces, un concierto para connoisseurs, y los que recién se empapan con la banda pudieron disfrutar tranaquilos de sus temas, como en la ópera... donde la obra puede ser excelente y su representación no tanto.
Existe, además, un factor estructural (la multitud apretujándose) que fue manejado ambivalentemente por parte de la banda. Seguramente, Soda Stereo previó la gran excitación inicial y por eso decidió calmar a las masas con canciones poco conocidas. Pero ¿por qué no se notó a la gente tan emocionada con temas como "Persiana Americana"? Hay varias cosas a tomar en cuenta: había mucha gente, apretando, saliendo, entrando; la banda no fue tan contundente interpretando; y los fans de Soda Stereo estamos más viejos...
Sin embargo, el recital fue disfrutable, aunque con fallas que por momentos lo hicieron flaquear. Esto fue clarísimo con "Prófugos", canción que ya tiene la virtud de tener crescendos y agudos demagógicos, interpretada con muchísima pasión, transmitiendo al público un furor que llegó a nuestros corazones, un poco perdidos, un poco enamoradizos, un poco fanáticos (¡no seas tan cruel!). Ah, sin olvidarnos del despliegue de tecnología en la iluminación y las agradables burbujas que decoraron el aire durante "Un millón de años luz"; incluyendo, antes de la aparición de la banda, un graciosísimo especial de Peter Capusotto y sus videos en pantalla gigante.
En suma, mi experiencia personal (los recitales en estadios se viven desde adentro más que ningún otro show) fue la de una vuelta más comercial que emocionante, con altibajos, y a algún otro espectador pudo haberle parecido fantástico. Las fechas subsiguientes pueden, por su lado, mejorar aquello que yo destaqué como negativo, u oxidarse en sus puntos coyunturales. Si tienen sus entradas, serán ustedes los que comenten cómo les fue (y cómo le fue a Cerati).
La vuelta de Soda Stereo fue para darnos el gusto, como se evidenció en el tema final, "Nada Personal", tras su reiterada negativa a interpretarlo en vivo. Yo, disfrutaré más cuando Cerati en un recital solista, nos traiga algún tema de sus tiempos con Alberti y Bosio. ABC de la música nacional es esta banda, y ABC del rock es que, cuando un grupo se separa, han de morir o sacar un nuevo disco. La muerte se ha mostrado más favorable para varios.

Hernán A. Manzi Leites

domingo, 7 de octubre de 2007

"Los irreverentes" (de Claudio Gotbeter) en el Chacarerean Teatre

(Puntaje: 4)
El Chacarerean Teatre no podía ser, ubicado en pleno Palermo (¿Soho? ¿Hollywood? ¿Viejo?), aunque a una cuadra de una horripilante Avenida Juan B. Justo, un teatro tradicional. Por algo estos lugares suelen llamarse "espacio teatral", y no, simplemente, teatro. El Chacarerean tiene de especial ser un mezcla entre Cabaret, bar pseudo elegante (léase: San Telmo), pulpería afrancesada (Choripán, copa de vino, y picada con salame ¡picado fino!) y teatro un poco incómodo, lo que predispone al espectador de un modo particular, y puedo asegurar que uno no espera precisamente un Mucho ruido y pocas nueces. Sin embargo, es probable que recuerden esta obra si llegan a ver Los irreverentes, con Patricia Palmer y Jorge Schwanek (escrita y dirigida por Claudio Gotbeter). Pero no se apresuren que esto no es Shakespeare.
Realizar un tipo de pieza teatral como es Los irreverentes es animarse a hacer por primera vez un plato para importantes invitados. La sopa quedó aguada frente a la austeridad de la escenografía (sin decorados, sólo dos sillas) y a los diálogos filosófico-existenciales que conforman más que unas Migajas filosóficas, una filosofía hecha migajas. La propuesta del autor y director de la obra es poner a sus dos protagonistas en el emprendimiento de indagar sobre la (corrupta) esencia del hombre, en tono de crítica, y, como ellos le llaman, "gran provocación". Resulta evidente, por su parte, que en los mismos personajes se encuentra esta miseria. Si debo suponer que ésto es una gran provocación de Gotbeter para con el público, tendría que preguntarle si tenía pensado en que la gente pudiera soportarla hasta el final...
Patricia Palmer, en un papel técnicamente bien desarrollado, interpreta a la "pensadora", de quien Jorge Schwanek, gritón y redundante, intenta ser discípulo, para ayudarla en su proyecto de "gran provocación". Fácil y rápidamente nos damos cuenta de todo: ellos son dos patéticos, pobres seres humanos, y, muy terriblemente, vemos que la obra no va a ir más allá de lo dicho en los primera treinta minutos. El viaje al Éufrates, el análisis eutanásico del mamboretá y la borrachera son algunos episodios que muestran cómo la filosofía no es barata, y que lo que los protagonistas hacen no es filosofía, sino estupidez cósmica que terminó en una reflexión interesante. Sin embargo, la estructura de la obra, oscilante entre la comedia stand up, el drama naturalista y un match de improvisación, no llega a nuestros corazones más que como polémica en el bar (o en mi casa, ese día que vimos la botella vacía), como si el autor supusiera que en el Chacarerean Teatre uno toma mucho vino. Quizá sea lo más recomendable. Frente a este desconcierto muchos optaron por reírse constantemente de las bufonadas de la Palmer y Schwanek (aclaro: vi cervezas en sus mesas).
Las reflexiones de esta obra pudieron haberse llevado a buen puerto en una obra teatral con acto I, II y III, a lo Tennesse Williams, Henrik Ibsen u Oscar Wilde, sin quedar en la plena desnudez, con el viento que había esa noche de viernes. Gotbeter se arriesgó demasiado, aunque creo que con algunas modificaciones podría llegar a aumentar la calidad de su producto artístico. Empero, si Los irreverentes sigue tal cual yo la vi, nos deja fructíferas recomendaciones: Mucho ruido y pocas nueces, esa de Shakespeare que ya nombré, y Filosofía barata y zapatos de goma, de Charly García. Los irreverentes, es esencialmente lo que estas dos obras son meramente en su título. ¡De a poco, Gotbeter, que ya llegarás!
Hernán A. Manzi Leites

miércoles, 26 de septiembre de 2007

INLAND EMPIRE

(Puntaje: 9)
Antes de encontrarnos con las imágenes que dan comienzo este filme, sabemos que se trata de una película de David Lynch. La intencionalidad de nosotros, espectadores conocedores de una filmografía que claramente se centraría en Mullholland Drive y Lost Highway, apunta hacia un objeto artístico con márgenes, quiérase o no, definidas. Este encuadre no aparece en quienes no conocen la labor previa del director, pues la memoria acostumbra a sorprenderse en el modo de la “negatividad”: aquello que no recuerda, la sorprende. Eso sí: la sorpresa puede llevarnos a desocupar la butaca.
Este no sorprenderse de lo que Lynch nos brinda es la clave para empezar a darle forma a lo que aparentemente en INLAND EMPIRE no tiene forma: la Idea. La forma que la película adopta intrínsecamente es la idea que se muestra en la obra y la Idea de la película logra mostrarse, precisamente, por el hecho de ser presentada en el formato película (y no, por ejemplo, en una escultura o canción). Quiero decir con esto que no es lo que se lee del argumento o relato lo que permite dar luz a la idea del creador, sino que más allá de lo que ocurre literalmente, lo que ocurre, ocurre en la forma de la película. Entonces, no resultaría INLAND EMPIRE una película amorfa, sino una película que en cuanto su Idea (¡atención!) es básicamente forma. Otros filmes son puro relato. La forma, en los mejores casos, no llega a salirse de la pantalla y mirarse desde fuera (desde la platea), sino que deja ver la idea (en el sentido laxo que puede ser, por ejemplo, “estar en contra de la guerra”, no Idea como esencia) y, quizá también, el relato en todas sus fases hasta su desenlace.
En términos más sencillos, intento explicar por qué la película de Lynch, en mi opinión, no se ciñe particularmente a la reconstrucción de un relato "agitado, no revuelto" con caprichos Buñuel-Dalí, y quiere, con su forma y su formato mostrarnos la Idea. Una de sus ideas, se dirá. Correcto. Pero no la Idea, que extiende su dominio de comprensibilidad más lejos que otras por saltar fuera de la película. Si esto no se tiene en cuenta, podremos decir con razón que Lynch dice su idea en una forma loca o que Lynch es un desquiciado, snob o "limado" (un poco de esto hay… no seamos taaaaan académicos). Quien se encuentre con la sorpresa del loco Lynch y le agrade, se quedará; quien no, se levantará refunfuñando (o dormirá desde el minuto 78 en adelante… unos 101 minutos más). Mi interpretación, pues, intenta separar espontaneidad, originalidad y capricho. No diría que deseo crear una lógica lyncheana en INLAND EMPIRE, pero quizá sí deseo recrear la Idea lyncheana, que se me hizo presente en la forma de la película.
Antes de comenzar con esta “recreación” de la idea e ir por fin a datos más concretos, aclaro que mi intención es también criticar y analizar el pretendido “surrealismo” y, como afirma temblorosamente una nota de la revista El Amante, “dadaísmo” de Lynch. Pensé que sería más provechoso redactar otro artículo a estos efectos, y también dejaría de pensar línea tras línea “¡al grano! ¡habla de INLAND EMPIRE!”. Conciencia tranquila y a trabajar.


Desde aquí no lean quienes no vieron la película (no por el argumento, pero para que no interpreten a partir de mis hipótesis, sino a partir de las propias)

Comentadísimo fue que Lynch hubiera filmado casi toda la película con una camarita de mano casera y poco tecnológica. Que Lynch no necesita grandes cámaras para hacer un buen producto lo concedo. Pero esta cámara juega un papel mucho más importante que... jugar ningún papel. La aparición de las cámaras del director intrerpretado por Jeremy Irons son las que de algún modo marcan la división entre la realidad y la ficción. Ahora bien, la cámara que no vemos, pero que Lynch sostiene, se mueve filmando todas las escenas y borrando la distinción entre fantasía y realidad. Para este Lynch camarógrafo, sólo hay realidad. Sin embargo, para nosotros, que no vemos, como dije, a Lynch, todo el filme es ficción. Dentro de esta ficción encontramos además el elemento fantástico: la brujería, la maldición gitana; y eso nos confunde un poco: ¿a qué nos atenemos como espectadores, a lo fantástico o a lo real?. He aquí una solapa que la ficción de la película nos abre como segunda instancia: el zigzagueo entre la realidad, la fantasía y la ficción A (la de el rodaje de la película) y la ficción B (la de la película, que nos abrió este panorama).


Centrémonos ahora no en la clave de la cámara, sino en los personajes. No significará, obviamente, dejar a un lado la cuestión de la cámara, pero no podríamos hacer una analítica sin separar lo que en realidad está unido como un todo. La crítica no es la obra y, por ende, siempre fuerza la pieza hacia una analítica que la desmembra (si es una crítica-análisis interesante y no meramente una crítica de periódico).


El actor, como ya puede entreverse en Mullholland Drive, tiene la capacidad y el deber (por trabajo, pero en Lynch podríamos hablar de un deber del actor que lo hace llevar una suerte de lastre hollywoodense) de dividirse en múltiples personas, que son la misma. El hecho de que sean la misma es el detalle que interesa... A primera vista, vemos a la protagonista de INLAND EMPIRE dividida en tres personas: Nikki Grace, Sue Blue (el papel representado en la película que Nikki Grace protagoniza, On High in Blue Tomorrows) y, naturalmente, Laura Dern (¿no es acaso el formato película lo que posibilita mostrar la Idea?). Ya muchos críticos antes que yo destacaron este juego de palabras entre Nikki GRACE y Sue BLUE (gracia y tristeza, respectivamente); son dos lados de la misma persona (y el nombre del personaje que interpreta Justin Theroux como el actor Devon Berk es Billy SIDE, lado). El borramiento de fronteras entre la película de la vieja versión polaca y la remake sucede también en el plano emocional de la protagonista: no hay fronteras para las emociones. Realidad, ficción, inconsciente y fantasía vuelven a mezclarse en idéntica persona y sobre idéntica materia: el filme.


De todos modos, INLAND EMPIRE debe verse para lograr impresiones propias. La propuesta de Lynch es clara en casi todas sus películas: resolvamos el asesinato, el misterio. En consecuencia, aquellos "datos" que me parecieron cruciales pueden no serlo para ustedes. Sin embargo hay repeticiones claras: el reloj se me ocurre ahora (las prostitutas, las puertas, los conejos ). Elementos todos plausibles de un análisis particular. Si tuviera que arriesgar una hipótesis, diría que los relojes se introducen para resaltar el análisis de la temporalidad, que se muestra (explícitamente) como circular. Es un torbellino con un ojo puntual, un centro. En mi opinión, ese centro temporal se encuentra en la visistante misteriosa, diabólica y estirada que visita a Nikki al comienzo de la película. Señala el punto donde Nikki estará sentada "mañana". Cuando percibimos que el filme termina (con el retorno del circular disco del principio), Nikki aparece sentada en ese mismo sillón. El sillón actuaría, pues, como muestra del centro donde se apoyan las manecillas del reloj para girar y enroscarse; o bien, como una magdalena proustiana que adopta la forma de profecía, y no va del presente al pasado y de vuelta al presente, sino que deambula aleatoriamente en la X de un cúmulo de vivencias que incluyen las que vendrán ¿Acaso no son las fantasías visión de un futuro que no llegó pero creemos que puede llegar? Aquí puede verse cierto surrealismo lyncheano, muy particular (y quizá por ello no sea surrealismo), que proviene no de la mente caprichosa del director, sino del sueño de un personaje.


Uf.Agotador. Si Lynch puede hacernos pensar tanto y sus obras no se secan nunca debe ser porque estamos frente a uno de los directores más destacados de la actualidad. Felicitaciones, David, ya sos inmortal.


A ver INLAND EMPIRE... de nuevo.



Hernán A. Manzi

martes, 25 de septiembre de 2007

BLACK BOOK

(Puntaje: 10)
La Segunda Guerra mundial en las carteleras ya no nos sorprende más. Al ver los afiches de Black Book por las calles de Buenos Aires tuve serias dudas de que la película fuera a deslumbrarme ¿Qué podría agregar a todo lo antes visto? Tras un juicioso té de tilo (o una ginebra, no recuerdo) pensé que la sorpresa de Verhoeven no estaba en la “novedad” de los tópicos que para sus películas escoge (guerras con extraterrestres en Invasión, femmes fatales en Bajos Instintos, policías a lo androide en Robocop) sino en cómo utiliza estos clichés y los transforma en algo completamente fresco y apasionante. Nunca había visto una película de la Segunda Guerra que transcurriera en Holanda y, entonces, le di una oportunidad al holandés y compré la entrada.
Por su parte, Polanski y Spielberg hicieron sus películas de la shoá con rimbombantes críticas y taquilleras lágrimas y lograron convencernos, como buenos judíos, de todo lo que sufrió el pueblo de Israel {[(y los soldados Ryan)]} a manos de los alemanes. La genialidad de Verhoeven estriba en poder ampliar ese panorama ciertamente “acotado” al holocausto judío para que realmente se convierta en una reflexión muy completa y novedosa sobre una guerra que arrasó con más de 55 millones de vidas humanas (Argentina tiene aproximadamente 20 millones menos de habitantes). Ah, lo olvidaba: es super entretenida.

La protagonista de esta historia es Rachel Stein/Ellis de Vries (Carice Van Houten), una judía que se pliega a la Resistencia tras el asesinato de toda su familia por parte de la SS en un intento de huida a territorios más calmos. Rachel, sola y convertida necesariamente por la persecución en Ellis de Vries, ejercerá de espía en un cuartel Nazi en La Haya y tendrá sus amoríos con un seductor capitán alemán, de quien se convertirá en secretaria… ¿creen que consiguió el trabajo por currículum? Este argumento, que podría habérsele ocurrido a un amateur, es, en manos de Verhoeven, 140 valiosos minutos para la historia del cine.

El juego que realiza el holandés para lograr su finalidad en esta obra está impulsado por la llama de lo paradójico en todo momento. La paradoja, en este caso, no traba, sino que permite que la trama se desarrolle con la fluidez de un thriller con un análisis histórico formidable por la complejidad que su sencillez entraña. La condición de posibilidad de la paradoja es la utilización de la oposición y la inversión en todo momento. En cómo ello llega a provocarnos placer está expuesta la esencia de la paradoja: nuestra liberación de los tensores de la paradoja es la consciente inmersión en ella.
Ahora bien, momentos paradójicos de la película: el capitán alemán que es seducido por Ellis (interpretado por Sebastian Koch) termina ayudándola al punto de traicionar a sus mismo compañeros; ella, enamoradísima de él, sigue fiel a la causa judía… causa que en la Resistencia traerá sus conflictos también: ¿salvar a los judíos vale más que salvar a los holandeses? Qué desafío ético se le plantearía a un judío que estuviera obligado a responder a esta cuestión (mayor quizá que a un no judío); más aún si la muerte de los unos o bien la de los otros es la que se elige. Por otro lado, finalizada la guerra, la paradoja seguirá activada y transformará el momento en el que el protagonista de El pianista se siente aliviado (la llegada de los Aliados) en una avalancha de las contradicciones ya expuestas a lo largo del filme, cayendo sobre las espaldas de la bella espía y su amante.
Aquí me detengo, pues no es mi intención hacer una enumeración de todas las situaciones paradójicas que percibí mientas me comía las uñas en la butaca. Sería inútil, cansador y plot spoiler por sobre todas las cosas. Tan sólo quise brindar mi clave interpretativa de esta obra, que va mucho más allá de la inversión de papeles históricos. Si meramente hiciera eso, estaríamos frente a un revisionismo ingenuo y Black Book intentaría disfrazar su ficción como pseudohistoria, al uso y costumbre del Hollywood caro a muchos espectadores (y productores… evidentemente). Retomando a Nietzche, estas últimas obras vendrían a formar parte de la historia anticuaria, que se pasea entre el jardín de los documentos (pues el revisionismo suele no ser otra cosa que descubrimiento de nuevos documentos) y la reciente pieza de Paul Verhoeven, una auténtica muestra de historia crítica.

En suma, claramente salí complacido del cine. Debo reconocer que dos comentarios que oí al salir marcaron fuertemente esta crítica que efectué. “Entretenida”, dijeron unos, “toca temas delicados con poco fundamento histórico”, dijo otro (un judío, por cierto). A los primeros les digo que tienen razón, pero que el contenido de BB excede los límites del mero entretenimiento insulso; y al segundo, le advierto que Verhoeven fue lo suficientemente cuidadoso como para que su trabajo tuviera un asidero histórico (el personaje del oficial alemán existió y también el del policía holandés), y le recuerdo que el cine es siempre ficción (aunque lo que provoca cuando es medianamente bueno mueva pasiones bien reales).

Paul Verhoeven nos ha dejado una obra para recordar. Grandes obras sobre la Segunda Guerra mundial no hay muchas, y tampoco hay demasiados thrillers de calidad. Aquí vemos la diferencia entre un director mediocre y uno de los buenos. La vulgaridad es utilizada con pericia, y no es accidente sino esencia del producto artístico de este cineasta. De una persona apuesta dirían: se viste con un trapo y le queda bien. No nos suena raro. Vivimos en la contradicción, algo hemos aprendido de ella. Así, Black Book es una película donde la paradoja se resuelve en un lema no menos cliché que la temática que la sostiene: la guerra es mala y, en cine, puede ser diversión asegurada.

Hernán A. Manzi

sábado, 22 de septiembre de 2007

Nota introductoria

El objetivo de este espacio, aclaro ya de entrada, no es satisfacer mis placeres estéticos, en especial aquellos placeres estéticos que son meramente masturbatorios. Esto es: escribo algo que me gusta y no me importa si a alguien le gusta o no, sólo quiero comentarios, hola Mar!, Seguí así!, etcétera, etcétera, etc...
Los que me conocen ya sabrán que algo de masturbatorio tendrán las notas que publico, pero para no caer dentro de ningún ojo de la tormenta (que vendría a ser mi persona, estancándose en el mismo fango que provoqué), las críticas y comentarios que aquí se expondrán tendrán el sello del pensador subjetivo kierkegaardiano. Casi siempre la filosofía intentó desligar los productos del pensamiento de los filósofos de, precisamente, los filósofos como personas físicas, existentes en el sentido fuerte del término. ¿Qué ocurre con ello entonces? El pensamiento es pensamiento en sí, que se encuentra flotando en una nube que no podemos alcanzar, y como no podemos hacerlo, transformamos a esos filósofos en enviados especiales del mundo de las ideas que bajan para informarnos de la verdad... esos ángeles mortales que vienen a adoctrinarnos.
Por supuesto, sin embargo, que la crítica de arte no nos es en tanta estima como los análisis de los vaivenes del ser, la nada y el espíritu, y acostumbramos, por ende, a pegarle un puntapié a un crítico (con diario incluido en ocasiones) por disentir con nuestra opinión. Y en cuanto "opinión"... vamos, nadie cree que libros como Ser y Tiempo o las Meditaciones metafísicas sean una mera opinión. Lo son si creemos que una opinión es la toma de posición frente a un tema en particular, justificado o no. Aquí vemos cómo la crítica se acerca un poco más a la filosofía. Ah, no, no, no. No quiero que piensen que mi juego de palabras intenta insertar a la crítica de arte dentro del dominio de la filosofía para así ganar algunos puntos por sobre la sección de espectáculos del periódico. ¿No estaba yo hablando de Kierkegaard hace un rato? Él me sugirió un nuevo modo de encarar la producción intelectual.
Ha de ser completamente subjetiva: yo me pongo como muestra de lo que pienso. Yo soy mi estilo, y la forma de mi obra es mi estilo. Mi estilo es el modo que utilizo para comunicar. Debo comunicar mi existencia en tanto ser humano existente, que es lo que somos todos nosotros (¿o me equivoco?), y allí encontraremos un punto de encuentro. No deben intentar ver al pensador subjetivo "por la ventana empañada". Deben acercarse a él y observar que se trata de un existente individual. En este sentido, el crítico es lo que somos todos. No hay que asustarse de eso, ni por esta razón menospreciar al crítico, sino aferrarse a ello para lograr una verdadera comunicación. Si no hay diálogo, no hay crítica ni pensamiento que sirva.
Digo "que sirva" porque la característica del pensador subjetivo en Kierkegaard es el que se trata de un filósofo de la praxis, que mueve a la praxis y realiza la praxis (según su pensamiento, su estilo, su existencia, que son sinónimos, de algún modo u otro) él mismo.
Con esto quiero destacar el costado "pragmático" de mis críticas. Si no les ayudo para nada, si no hacen nada con ellas, si las leen como una verdad en sí (o bien las toman como "mera opinión"), en absoluto las escribiría, porque, como dije, no es tan sólo un movimiento masturbatorio. Espero, también, que los comentarios apoyen mi moción de diálogo intersubjetivo y escriban lo que se les ocurra sobre mi crítica, o bien, escriban la suya (o envíenmela por mail y podrá ser publicada). Yo quiero que lean las críticas y que puedan decidir ir a ver esa película o no. Siempre con mi sello personal, nada de objetividad absurda. Esto no quiere decir que pensaré sólo en mí al escribir. Si lo hiciera, mejor hubiera sido ponerme un fotolog, mío, mío, yo, yo. Pero con esto que les dije tendrán es cuenta que no voy a ceñirme a ningún "concepto" de crítica y de cuál es la estructura adecuada para realizarla (¿por qué no una poesía o un dibujo?).
Por otra parte, el arte tiene aquel componente "perceptual" cuyas raíces se encuentran quién sabe dónde, pregúntenle a Freud o revisen cuán bien andaban en literatura en la secundaria., mediante el cual la estética se transforma, precisamente en aquella estética de la que habló Kant al comienzo de su Crítica de la razón pura. Los sentidos. Dirán que no pueden separarse sentidos de entendimiento, bueno, Kant también lo ha dicho, pero esta distinción (que para mí, en gran parte, no existe) la utilizo para que no se quejen los que creen que el arte es lo que uno "siente" o "percibe", porque yo no descarto eso nunca. En el conocidísimo "Prólogo" a The Picture of Dorian Gray ya se leía: artista es el que hace cosas bellas. No lo dudo, pero no me entierro en el dogmatismo de la irracionalidad de la belleza (tampoco quiere decir que para Wilde el arte fuera lo meramente perceptual, no lo es... se ve esto claramente en el libro). Prometo, ya desde estas primeras líneas, realizar un análisis de este pasaje tan perturbador.
Hasta aquí, esbocé cuál es mi objetivo y por qué considero que este espacio puede respetuosamente llamarse de "crítica", sin desmerecerme como crítico, creyendo que mejor hubiera sido que creara un espacio "filosófico" o "de opinión" (donde se supone que cada uno dice lo que quiere porque el pensamiento no tiene fronteras, y si se acerca más a la objetividad de la Idea, mejor).

Muy bien, ahora, aclaraciones más importantes por ser las más superficiales:
-Comenten lo que quieran con toda libertad (siempre que esté dentro del tema).
-Mi mail está por ahi dando vueltas, así que pueden comunicarse conmigo por allí también.
-Si alguien está interesado en publicar alguna crítica en mi blog ¡puede hacerlo! Las leeré yo antes de publicarlas, por supuesto, pero no soy un censor taaaan grande. Es preferible que las críticas sean de obras que no se hayan criticado ya en la página.
-A nuestros lectores deben poder servirles las críticas, para leer tal libro o mirar tal película.
-Pretendo que exista una sección de cine, de teatro, de música, de artes plásticas y otra más general a lo Anaximandro. Bienvenidas serán las críticas de estas "disciplinas". Al contrario de Somerset Maugham, yo entiendo muy poco de artes plásticas, y algo más de cine, teatro y música. Esa sección, entonces, será, indudablemente, más magra, a menos que la engrosen con sus aportes.
-Lo dicho en esta introducción es casi una composición a las corridas, no lo tomen como Ser y tiempo ¡por Dios!. Sean libres de expresar sus opiniones a favor o adversas y de formular sus preguntas sobre esto y sobre todo lo que les estimule algo, lindo o feo (aprovecho a emplear estas palabras ahora... después si digo que algo es lindo o feo no me van a tomar en serio).
-Si quieren, tíldenme de patético.

Hernán A. Manzi Leites