viernes, 7 de diciembre de 2007

4 MESES, 3 SEMANAS Y 2 DÍAS

(Puntaje: 8)

Palma de Oro en Cannes, ¿nos dice algo? No mucho, sólo que trata de algún tema que a algún sector de la sociedad le molesta. Pero a veces, y creo que este es el caso, hay que ser ese moscardón que revolotea y, con pocos tecnicismos, "jode".

4 meses... transcurre en el año 1987, aún con Ceascescu en el poder en la Rumania comunista. Afortunadamente, la película no explota demasiado este costado político. O mejor, sí lo explota, delicadamente. Si hiciera una especie de "revisionismo" (con suerte) sobre aquella etapa, la problemática que aborda (digámoslo ahora: el aborto) probablemente encontraría dificultades para traspasarse a nuestros días. En cambio, el momento histórico sirve para mostrar LA metáfora del filme, el encubrimiento y el what lies beneath de toda acción, persona e ideología. Y lo que yace por debajo, es una forma de vida. El régimen, persigue el mercado negro; el mercado negro se mantiene a pesar del régimen. El régimen prohibe el aborto, los abortos clandestinamente continúan. Pero la persecución es constante y puede concretarse en cualquier momento. Una inteligente metáfora del aborto, del ser que se está gestando en el vientre de la mujer y puede ser arrancado... por una sonda.

La película de Cristian Mungiu, además de este interés digámosle "poético", tiene un fuerte carácter educativo. A martillazos, sí, mostrando cómo se realizan usualmente los abortos clandestinos, lo que puede resultar (junto con otras escenas... particularmente por otras escenas) "morboso" y "ya demasiado". Sin embargo, esto se explica porque se intenta poner al espectador en la piel de la protagonista, que no es la chica que decide abortar (Gabita), sino su compañera de cuarto (Otilia). Este efecto da un buen resultado, ya que uno se encuentra constantemente asediado por la conciencia de Otilia, sobre la cual pesan más piedras que incluso, podría pensarse, Gabita.
Con todo esto, podemos ver que no se trata de una película meramente ilustrativa, pseudo documental hollywoodense protagonizado por Natalie Portman (todo bien con ella igual).

Cuando se discuta la cuestión del aborto, estoy seguro que esta película será recordada. Y también lo será por su contenido artístico. De todos modos, lo importante es que ahora tenemos una pancarta audiovisual que grita "hablemos del tema, hablemos del tema...", y no discusiones abstractas y muertes definitivamente no abstractas. No quiero sonar cual propaganda de gobierno de la ciudad, pero basta de ocultarnos algo que, por alguna razón u otra, conocemos, lo suficientemente bien, y sólo queremos hablarlo cuando lo colocamos lejos de nuestro alcance. En nuestra carencia de útero, o en nuestra felicidad con niños, en la reflexión bioética o religiosa, o donde sea.

Un poco de brutalidad nos viene bien. ¡Vamos! El "tema" de una película puede sumarle puntos con todo derecho. Todos se darán cuenta, cuando vean la película, que, si no fuera por la cuestión que trata, la película no sería más que "bastante buena" (para nada poco, de cualquier modo). Sin embargo, la película trata el tema. Así que, silencio, críticos mordaces.

Hernán A. Manzi Leites

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