miércoles, 2 de noviembre de 2011

¡MALDITOS SEAN! (BARS 2011)

[****Muy buena] Competencia internacional de largometrajes
EL LEGADO DE LÓPEZ REGA
No se puede tenerlo todo, pero se pueden tener varias cosas con la brujería de por medio. Cuando dejan de intervenir los hechizos, las armas los reemplazan y así es cómo las dictaduras han advenido en nuestra región: las palabras siempre son embrujos, sólo que a veces su magia es inefectiva.
Fabián Forte y Demian Rugna han traído al Buenos Aires Rojo Sangre un largometraje (surgido de un corto) situado en tres momentos temporales distintos, aunque los personajes y el hilo conductor de estas historias sean los mismos. Los hombres y mujeres malditos en su cotidianidad no pueden hacerse con la suya sin que el más allá intervenga, con la ayuda de un brujo mefistofélico que no sabe curar el mal sino provocándolo de una forma u otra. En uno de los relatos, un asesino a sueldo anhela quitar de su conciencia la muerte de un niño inocente -y quitará corazones para lograrlo-, en otro, las videntes pagan su cuota kármica a través de un demonio muy poco metafórico, y, en el último segmento (continuación del epílogo), un grupo de tareas de la policía de la dictadura intentará recuperar al desaparecido cabo Jiménez, arrebatándoselo a unos codiciosos enanos de jardín. Todo por culpa del brujo... pero no le echemos la culpa al Brujo, pues las personas actúan espantosamente y luego sobrevienen discusiones inútiles acerca de si existe o no una encarnación de la maldad. Claro que la hay, son los hombres.
En este film los directores/productores/guionistas/montajistas son respaldados con un fantástico trabajo de FX (Rabbid FX), y con la argentinidad que no cesa de acompañar sus cuentos. El resultado final de su trabajo redunda en la concentración de multiplicidad de subgéneros o estilos, que van desde un slasher a la comedia negra y la ultratumba, sin que por ello se pierda la unidad de la obra.
Sin embargo, es difícil afirmar que se alcance una zona profunda de los temas que la película trata. Hay en esta totalidad una ligereza basada en la decisión de complejizar (y muy bien) antes que simplificar y concentrar. La extensión del film (120') tampoco colabora en este sentido y en repetidas ocasiones sobreviene la sensación de estar presenciando un recorrido por topics de género llevados a cabo con una producción notable -a pesar de un presupuesto fundado en créditos de amigos, según declararon los cineastas.

A modo de pseudo-jurado desde mi página, no podré aceverar que sea esta la película que se quede con el premio mayor (sólo he visto dos de la competencia internacional), no obstante, sé que tiene muchísimas posibilidades de quedárselo. Posiblemente compita con Chop y The theatre bizarre, film del que se hablará en otro momento, pero a pesar de la calidad de este último, el origen de ¡Malditos sean! y su unidad como totalidad, pueden hacer que la obra de Rugna y Forte se vaya a casa con los laureles. Aun, creo que esta producción carece de la contundencia que poseen las ganadoras de los dos años anteriores, Life and death of a porno gang (2010) y Masacre esta noche (2009). Fleck, Cattaneo y Pérez Biscayart lo decidirán desde el estrado del jurado.


Hernán Manzi Leites.

lunes, 31 de octubre de 2011

CORTOS HISTORIAS DE TERROR (BARS 2011)

El nivel de estos cortos ha sido, por lo general, bueno, aclaro a los lectores que tengan el catálogo del BARS que los cortos Juan con miedo, de España, y O Ultimo dia, de Brasil no pudieron formar parte de la proyección, a pesar de formar parte de la selección original. Sepan disculpar las desprolijidades de la redacción, he preferido la veloz publicación ante la posible ansiedad de los realizadores de ver algún comentario sobre su obra. Felicitaciones a todos, el año que viene ¡a competencia!.

TRINIDAD (Sergio Colman Meixner y Andrea Gandolfo)
[****Muy buena]

- La posesión demoníaca se transforma a la par de la tecnología: lo han mostrado los japoneses muy bien y aquí lo evidencia perfectamente esta producción paraguaya de un trabajo fotográfico notable. En Trinidad una periodista joven viaja al norte del Paraguay para investigar el casode María, aparentemente poseída por el demonio, pero es esta muchacha quien terminará involucrada en algo que -después de tanto cine- sabemos no es conveniente meterse. El miedo la acechará a ella y caerá, de algún modo, víctima de una trampa que retrotrae al espectador a la relación entre lo cinematográfico y lo fantasmático.
Este corto elude lo previsible de las situaciones y pone al espectador frente al más aterrador y, por ello, probablemente, frente al mejor de los cortometrajes de la presente selección de historias.


EL TESTIGO (Fernando Castellani)
[***Buena]

- El Día del Juicio ha llegado y la justicia se impondrá de un modo implacable bajo la dirección divina a través de unos monstruos verdes. Dos hombres, una ruta, una noche y el desperfecto técnico del coche que no puede faltar deberán tomar decisiones únicas, o quizá otros las tomen por ellos...
Los realizadores demuestran en este corto un buen manejo de todos los elementos técnicos en general, maquillaje, iluminación, etc, pero este esfuerzo culmina en un desenlace no muy claro, completamente metafórico, y con una calidad de los gráficos que no se condice con las loas que técnicamente merece el film. Aun puede Castellani ajustar un poco la edición del film y generar más suspenso y claridad.


LA ABANDONADA (Germán Kästli)
[***Buena]

- Una joven se halla perturbada hasta una depresión sangrienta tras enterarse que su novia la ha dejado por un amigo en común del cual ésta se encuentra embarazada. Su abuela, con quien vive, intentará comprenderla pero no lo logrará, así como tampoco pudo la protagonista entender su actual soledad, que saca a la luz una oscura historia personal.
Coqueteando muy levemente con el género, Kästli nos ofrece una suerte de slasher suicida bien musicalizado por tangos cantados por mujeres que escucha la vieja (de gran actuación). La propuesta quizá no complazca a todos los fanáticos del BARS, pero la misma no deja de ser interesante y "tiene su punto".


LAS OCHO PATAS DE UN MAL EMBARAZO (Juan José Feijoo)
[***Buena]

- El más polémico de los cortos presentados, nos lleva a los traumas de una adolescente respecto de su embarazo, del cual cree engendrará un despreciable arácnido. La fotografía y planos secuencia bien realizados han de mencionarse como virtudes técnicas, no así las actuaciones y cierta ambigüedad de género. El planteo de un "embarazo no deseado" en un sentido más bien fantástico -como hemos visto en Eraserhead de Lynch- debería tomar un rumbo certero hacia el horror, y, sin embargo, Las ocho patas... no deja de ser un drama. No obstante, vale la pena recuperar la temática, pero no huelga repetir: puede encuadrar mejor en otro tipo de festivales.


OLIVIA (Enzo Vera)
[**Regular]

- Una niña hace maldades con sus niñeras. Bien filmada, con una estética coherente y una temática a explotar, esta película no llega a mucho, repite ciertos lugares comunes y no logra generar un miedo "estilo suspenso", como Los otros o El orfanato, si se quiere. Con humor negro o una edición más precisa el resultado podría haber aumentado su calidad. De todas maneras, en la juventud de los actores se ve que hay tiempo para evolucionar, ya que el film ha pasado por una laboriosa pos-producción. ¡Hay equipo!



TAMGÚ (you don't control time anymore) (Bruno Zilli)
[****Muy buena]

- Otro furioso debate se llevó en el alma de este servidor que les escribe al ver el corto de Zilli. Hablado en inglés, lo que permite tanto llevarlo a otros festivales como darle cierto misticismo, el film presenta la historia de un misterioso relojero/hotelero que recibe la visita de un periodista deseoso de encontrarle respuestas a la historia de un viejo alemán que solía esclavizar y hambrear negros hasta convertirlos en caníbales... de su carne germánica.
El director trae al espectador imágenes temporales como la historia, la música y los relojes en virtud de hablar acerca de lo que se espera que se hable en el BARS y mucho: la muerte. La cámara tiene primeros planos acertadísimos, y junto con su hermanito montaje y sus hermanas logran un efecto único dentro de locaciones muy reducidas. Mucho cine hay en este corto y hay horror del bueno, pero no siempre el plato más elaborado resulta el más sabroso. Para comer con tenedor de pescado.



Hernán A. Manzi Leites





domingo, 30 de octubre de 2011

MUERTE CIEGA (BARS 2011)

[****Muy buena] Competencia iberoamericana

PASCUA-LAMA

Lo tenemos al lado, y la geografía que no compartimos acaso es la política que nos ha separado. La vecina república de Chile nos trae un film de zombies más que interesante (o sea más allá de la mera curiosidad) de la mano de Lucio Rojas y Cristian Toledo. Es verdaad que la dirección en absoluto ha fallado y que el presupuesto, como no podía ser de otra forma, no ha sido el más elevado, pero el guión se lleva todos los méritos de la película. Unos diálogos acertadísimos, con frases de una sutil profundidad en los momentos precisos, demuestran que el cine no ha muerto, aunque aparentemente la mayor parte del Chile que hoy conocemos sí.
No se sabe mucho, y no se sabrá demasiado qué es lo que ha despertado esta plaga de zombies que mantienen al territorio chileno bajo la necesidad de un control militar. Ahí es cuando un mercenario decide llevar a cabo una misión encargada por el ejército, en la que se incluyen rastros de esta fuerza armada y científicos. Chile ha visto como casi toda América Latina la mezcla entre los mercenarios y los militares de un modo asombroso y terrible: cualquier cosa vale para ambos, excepto el prójimo, un prójimo que ha caído en la degradación y que menos que nunca sirve como ejemplo de solidaridad y respeto. En la travesía de este heterogéneo grupo descubrirán cómo la explotación puede llegar a destruir una nación entera o posiblemente dos.
Una candidata a quedarse con el premio iberoamericano, con excelentes actuaciones y una fotografía que hace lucir el hermoso paisaje cordillerano y desértico, en un film de zombies que no deja de ser un western vernáculo.

Hernán A. Manzi Leites

sábado, 29 de octubre de 2011

CORTOS CLASE Z (Buenos Aires Rojo Sangre XII)

Tengo vistas algunas cosas en el festival, pero ESTO es el cine. Nos nutrimos de estos pequeños realizadores y de allí que ya me ponga a escribirles la devolución de las obras de su autoría que hoy mismo presencié. Saludos a todos.

DEBAJO DE LA CALLE DEFENSA (Eduardo Cattáneo)
[***Muy buena]

- El mercado de las antigüedades suscita fantasías múltiples, y si se quiere fantasear qué mejor lugar que San Telmo. Muchos turistas visitan este barrio porteño, y a varios se le vende gato por liebre...
Los cineastas que trabajaron en este cortometraje decidieron jugar con las metáforas de lo que el barrio representa y de lo que implica un comercio que se ha desvirtuado por completo. No brilla particularmente el maquillaje o el FX, pero sí el esfuerzo y sin duda la historia. Ah, y el guitarrista. Por el vínculo que quien escribe tiene con las antigüedades, una palmada en la espalda: igual este año no le metí los cuernos a nadie.


BAJA EL VOLÚMEN (Matías Martín Saucedo)
[*** Buena]

- ¡Racatán, racatán! ¡Que baje el volumen mierda! ¿Les tengo que explicar las consecuencias?
La virtud de esta película yace en mantenerse dentro de la comedia negra y, por otra parte, en poseer una labor de maquillaje más que decente. Las risas que provocó en el público bastan para darle crédito a una obra que, sin haber sido encarada para el humor, podría haber fallado.

CLAUSTROFOBIA Z (Sabrina Dufey)
[**Regular]

- La ciudad es hostil, más si la compañía eléctrica no responde. Uno sale como loco a la calle a buscarse un trozo de carne y algo de sangre para beber y saciar la sed. A la protagonista de este corto unos zombies la tomaron de punto y se encierra en un puesto de diarios para poder leer mucho y desinformarse más.
Confieso que sufro al escribir de este corto, pues mi amigo Avoscan trabaja en él como asistente de dirección, pero por ello no puedo dejar de serle sincero. El problema de esta obra es que su objetivo difícilmente logre traslucirse hacia el final, en tanto la dinámica encierro/afuera queda empañada por una edición tosca. Y no es que la edición no pueda ser tosca en ciertas partes, sino que el género requiere que esos fragmentos de película no se eviten, pues de lo contrario el dramatismo que podría haberse generado en la pareja protagónica queda en el camino. La buena fotografía, las actuaciones respetables, el guión con potencial, y el maquillaje bien logrado deberían dejarse disfrutar: es lo que el público espera en el festival. Un concepto acertado el de Dufey y Avoscan, aunque pudo haberse desarrollado más, técnica y argumentalmente (¡es un puesto de diarios!).


DEATHMENCIAL (Carlos Armeni)

[**Regular]

- El niño interior es la más cruel de las verdades que posee el ser humano. Para el protagonista de esta obra, tal niñito fue una pesadilla y su amor querido, hasta el punto de exponerlo al público en sus shows de magia bajo la forma de "Billy", el muñeco ventrílocuo.
El director realiza una buena labor exponiendo la locura del mago, pero la extensión del film (32 minutos) y una historia que combina la confusión del protagonista con la de la propia historia de éste que le es expuesta al público, no tienen otro destino que el agotamiento del público. Menos es más, dicen algunos. Un trabajo técnico bastante cuidado, excepto por maquillaje, que podría mejorar un poco.


ELENA (el beso) (Iván Escudero)
[***Buena]

-La bella Elena genera pasiones mortales, quién no le daría un beso, pero ¡ay de quién se atreva!
Debo felicitar a Escudero y Cía. principalmente por la construcción de un ambiente entre místico y ridículo que se condice por completo con la intencionalidad de la obra, que mezcla horror, humor y boludez sin perder el glamour de cierto tipo de reuniones, donde las apariencias lo son todo. Por supuesto: la vida continúa más allá de éstas.


GUERRAS OCULTAS (Daniel Maciel)
[***Buena]

- En el mundo las tragedias de índole natural y social parecen no cesar. La respuesta a este caos in crescendo se encuentra, sin embargo, en las escrituras y en algunos hombres que creen poder hacer algo al respecto. Su ancestral destino se halla, empero, próximo al fin.
Un trabajo importante de Maciel y su equipo dio los frutos que a nivel técnico son evidentes (además de todo lo "evidente" que nos gusta ver), por ejemplo, en las escenas de pelea. No obstante, el guión no resulta del todo consistente y el registro del corto -al coquetear hasta con la comedia- no agrega claridad a una historia con mensajes y contenidos confusos.


SCHIZO (Matías Polako)

[****Muy buena]

- Mezcla de locura y zombies, esta producción bahiense se lleva -a mi entender- los laureles de esta selección de cortos clase Z. Es probable que su historia no cautive tanto como podrían haberlo hecho sus compañeras de sección, pero actuaciones impolutas, buen montaje, buena fotografía y un poco de ayuda de algún sitio celestial, hacen que el miedo reine por sobre todo lo que argumentalmente (no) provee el film. La esquizofrenia hace crecer la terrible maquinaria del terror acechante a cada paso como nuestra sombra: está adentro nuestro (y por suerte no es un muñequito).


Hernán A. Manzi Leites

martes, 4 de octubre de 2011

ACTIVIDAD PARANORMAL 0: EL ORIGEN

(Puntaje: 5)



Queridos lectores, ¿cómo desean que yo encare el análisis de este film? ¿Algún "telépata" por la web? Sin respuestas. Propongo tres tópicos centrales: la cámara de mano supuestamente llevada por los protagonistas, el fenómeno paranormal (el conocido Poltergeist) y el grado de temor o "susto" del espectador. Aduzco con mis escasas propiedades telepáticas que ustedes también creen que "viejo, malo y poco" podrían corresponder a los puntos expuestos como sus características sin faltar a una verdad de cuya evidencia todos dudaríamos menos que de la existencia de un fantasma endemoniado en este cuarto desde donde les escribo.


Sin chistes negros, la protagonista de Actividad Paranormal 0: el origen observa cómo su silla de ruedas se mueve de su sitio por la noche. Sin pasar por Freud y los deseos inconscientes, consulta a su hermano quien, harto de psicoanálisis, cree que este hecho puede deberse a un espíritu que ronde el hogar que habitan. Él no se detendrá hasta comprobar fílmicamente su (in)existencia y ella no lo hará hasta develar un terrible secreto.
La relación con la verdad de amor/odio que los hermanos sostienen lamentablemente no logra traslucirse al nivel cinematográfico de la película dirigida por Toshikazu Nagae. Si bien el espectador suele ir a la zaga de la verosimilitud, en Paranormal Activity: Tokyo Night cabe esperar no más que la sucesión de hechos paranormales concatenados por el uso de la cámara de mano, sin preocuparse por su verdadero sentido, y tantos otros sentidos, como se pudo ver en la española [REC].
Por último, este estreno se ha efectuado junto con una nueva entrega norteamericana (la presente es japonesa) de Actividad Paranormal, pero esta avalancha de espíritus sólo provocan el odio de fanáticos del terror y la confusión fantasmática de ciertos directores que creen que es necesario continuar con un formato para recuperar posibles virtudes de la original propuesta y que ello es hacer cine. Nadie lo niega, aunque deberían ser atravesados por algún demonio ¡cuanto antes!.


Hernán A. Manzi Leites
(no soy la chica de la foto)

martes, 20 de septiembre de 2011

GOETHE! (Festival de Cine Alemán 2011)

[Calificación: Regular **]

PUERIL BILDUNGSROMAN

El director Philipp Stölzl expone la vida del joven Goethe, en su período Sturm und Drang, cuya obra representativa es la obra Los padecimientos del joven Werther (Die Leiden des Jungen Werthers). Este clásico obtuvo un éxito inigualable al momento de su publicación, originando, por un lado, un movimiento de merchandising inusitado hasta entonces y, por otro, una ola de suicidios de jóvenes que se veían identificados con las desgracias amorosas (y laborales/académicas) del protagonista. Este film recoge, pues, los episodios biográficos del gran autor que terminaron plasmándose en el libro: el amorío de Goethe con Lotte y la aparición de Albert, un tercero que clausurará en la realidad, la pasión que en la fantasía desborda.

El espectador se encontrará con una película de "época" y un presupuesto acorde, no obstante, la "frescura" que los realizadores de Goethe! pretenden imprimirle al film se decanta en banalidad y la constante predictibilidad de los modelos románticos adolescentes. Claro que la vida del escritor merece ser conocida, pero quien carece de una idea previa de la misma, se topará con el contraste entre una superficialidad desagradable y alusiones a su obra que pasará por alto. Para quien ya tiene cierta noción de la vida y obra de Goethe, el resultado de esta proyección resultará también poco placentero, en tanto el director cree necesario incluir Poesía y Verdad (relato autobiográfico de Goethe) y analogar a Johann Goethe con Werther repetidas veces. Y si apreciamos escasa riqueza cinematográfica, obtendremos aun menos de literatura.

Hernán A. Manzi Leites

FESTIVAL DE CINE ALEMÁN 2011

Queridos lectores, como es costumbre ya, el Village Recoleta acoge este Festival de Cine Alemán, en el que se proyectarán cortos y largos de diversa índole, provenientes de ese país europeo.
La cita será del 22 al 28 de septiembre, y las entradas costarán 28 pesos, excepto los miércoles, que se venderán a $25. Por otra parte, pueden comprarse abonos de seis ($140) y diez entradas ($224). Los eventos especiales costarán $40, y entre ellos se encuentra la función de cierre del festival, que consistirá en la proyección de la película muda de 1929 La maravillosa mentira de Nina Petrowna, de Hanns Schwarz, con acompañamiento musical en vivo dirigido por Marcelo Katz. Para información más amplia pueden ingresar al sitio www.cinealeman.com.ar .

Por parte de este humilde recoveco de la web, se intentará colaborar con comentarios a algunas de las películas que presentará el festival. Ojalá podamos disfrutar de estos films y discutirlos, tal como le agrada a este servidor.

¡Tschüs!

lunes, 12 de septiembre de 2011

APOLLO 18

(Puntaje: 6)

MURIERON CON LAS BOTAS PUESTAS

"Memoria y Justicia" hacen falta para tantos hechos del pasado, que, cuando no se comprende qué pudo haber ocurrido, se lo inventa. Y eso está bien, más si se quiere ofrecer un film que oscile entre la siempre idéntica crítica al accionar militar yanqui y mañas de Hollywood bien intencionadas, como los documentales ficcionales (recordemos dos queridos films de Woody: Zelig y Sweet and Lowdown). En esta película de Gonzalo López Gallego, dicho género y el terror se presentan diáfanos, pero podría discutirse, a propósito de esta cuestión, la entidad de la ciencia ficción y sus caracteres esenciales. El debate debería, a simple vista, zanjarse claramente por el sí, aunque persiste la duda acerca de si la ciencia ficción puede evocar tiempos de una tecnología del pasado. Pues, por un lado, tenemos obras como La guerra de los mundos, en particular el libro de H.G. Wells, o las novelas de Verne, que proponían avances tecnológicos radicales para su época e incluso -aun cuando algunos de ellos hoy en día hayan logrado desarrollarse- ciertos inventos cuya concreción se ha demostrado, todavía, imposible. Pero ¿qué frontera divide la técnica de la ciencia, cuando esas creaciones -como en Apollo 18- fueron o son efectivas, de modo que sea plausible etiquetar un film como "ciencia ficción"? El planteo es, en otras palabras, el siguiente: si no hay un "aun no" tecnológico, no hay ciencia ficción. ¿O todo lo que es ciencia, el doméstico horno microondas, es ciencia ficción? Además, una tercera opción me fue sugerida hoy mismo: que "ciencia ficción" es una ficción protagonizada por la ciencia; tesis admisible aunque algo escueta: en lo personal, considero que habría que correrse hacia el lado de la técnica en aras de acotar dicha definición. ¡Cuidado cinéfilos! Lo en apariencia obvio debe poder justificarse... (¡cuidado críticos!, deberíamos exclamar).

El fracaso de la misión del Apollo 18 -última del plan Apollo que, desde 1960, EEUU dirigió a la Luna- se fundaría, según el director y los escritores Brian Miller y Cory Goodman, en un terrible descubrimiento por parte de los astronautas estadounidenses en nuestro satélite natural. El horror político es, empero, lo más predecible: la NASA tenía noción de cuál era la situación en ese disputado territorio lunar, y los hombres enviados a la Luna formarían parte de esa Guerra Fría. La escasez de información acerca del film mismo pretende ilusionar al público con supuestas grabaciones reales... este objetivo es ilusorio, aunque bien construido.
También podemos preguntarnos si el objetivo del film es ser un "documental" ficcional, y la respuesta sería negativa, y lo sería además para otras obras como Cloverfield. Apollo 18 logra, sin embargo, una mayor efectividad al respecto que este film del gran monstruo que citamos. Lo que en efecto decepciona de la película de López Gallego es el uso de elementos cinematográficos, y hasta de argumentos, algo trillados, que no captan el interés del espectador, si bien el maquillaje de terror aporta esa dosis de placer infaltable para los amantes del género. De todas formas, si la fallida misión a la Luna fue real o no, no importa: Alien sigue superando toda realidad a través de la magia de este grandioso séptimo arte.


Hernán A. Manzi Leites

viernes, 9 de septiembre de 2011

HABEMUS PAPA

(Puntaje: 8)

EN LA CIUDAD DE LA FURIA

De la mano de Nanni Moretti, tomamos clases de comedia, y de un tipo bastante saludable. Porque si la Nueva Comedia Americana ha empleado el slapstick y el romance, y otras se han confundido slapstick con grotesco, Habemus Papam (o "Papa" en castellano) nos retrotrae a principios básicos de este género. Por un lado, la inversión de roles y, por otro, la revelación de la privacidad de los personajes públicos (no es el caso, pero, por ejemplo, ¿solemos ver como Angelina Jolie va al baño y se coloca toallitas femeninas?). Se podrá decir que en términos generales hablamos de una parodia a la institución de la Iglesia Católica, y negarlo sería obstinado, aunque sólo admitirlo es insuficiente. Si el subtítulo local es "El psicoanalista del Papa", lo es tanto por esa redundancia que siempre anhela adelantarnos más del film, y también -libre interpretación, pues no es así- porque Moretti incluye las fantasías del público en la de sus personajes. En el fondo, lleva a cabo su tarea de cineasta en este difícil y amado género.
Habemus Papa comienza con las escenas del deceso y la elección del nuevo Sumo Pontífice, con bastantes indicios de "comedia física", que rápidamente se ven justificados en su naturalidad y con la aparición del motivo siguiente: la indecisión del nuevo Papa electo (Michel Piccoli) en asumir su cargo frente a la multitud de fieles (y la multitud de cardenales, en particular). Tras la comprobación de su salud física, los canónicos optan -a pesar de las resistencias exegéticas acerca del alma- por solicitar ayuda con un prestigioso psicoanalista (Nanni Moretti), quien al no poder llevar a cabo con éxito su terapia, acabará revolucionando lo que se demostrará como un eventual geriátrico. Por su parte, el nuevo Papa tomará la posta de sus traumas al librarse de las cadenas de la opresión oficial del vocero del Vaticano (Jerzy Stuhr), y comprenderá la continuidad entre sus deseos y su nuevo trabajo en lo que el teatro representa en general y para su propia historia individual.
Los espectadores no han de esperar, empero, el éxtasis de la carcajada viva. Esta obra se muestra, más bien, como un iprescindible y original bálsamo del deseo. Como se dijo más arriba, esa es la labor del cineasta y tal es el sentido que quiso señalar muchos años atrás Walter Benajmin, y que este sitio también destaca cuando reivindica el gore. Y si el cine ha sido creado para las masas, Habemus Papa respeta esa tradición inicial del séptimo arte, ya que Moretti presenta una película en donde Chéjov no hace distinciones. Querido inconsciente colectivo...


Hernán A. Manzi Leites

sábado, 3 de septiembre de 2011

EL PLANETA DE LOS SIMIOS: (R)EVOLUCIÓN

(Puntaje: 8)

SENSATEZ Y SENTIMIENTOS

La crítica de cine tiene que cargar con la mochila de no ser condescendiente con prácticamente nadie, y mucho menos con el público. De ese vicio -pues a qué podría calificarse de ese modo sino a aquello que restringe libertades dentro del campo abierto por el mismo accionar que se ve ahora coartado- surgió la exagarada valuación del llamado "cine arte", en general aburrido y la mayoría de las veces pésimo. En un momento se combatió a Hollywood con Godard, hoy sólo se lucha contra Godard. De ese confuso gérmen de rebeldía ha nacido la decisión -personal- de tratar con suma dureza a los cineastas que por buscar ser distintos, empequeñecen lo que sólo puede ser majestuoso, y enaltecer al dinero bien invertido, hasta extralimitarse con halagos y puntuaciones elevadas, pues al menos demostraría que el dinero capitalista bien invertido y el marketing caníbal pueden hacer la diferencia, evitando el suicidio de varios desesperanzados utopistas.
En esta tónica, vamos a separar lo argumental, desgajarlo ilícitamente de la totalidad del film en una arrebato de absurda analítica, y enfatizar el fantástico empleo de las inseparables hermanitas fotografía y montaje. Por el vibrante ritmo de un film que puede analogarse en tempo a The Dark Knight, la "precuela" de las tantas versiones de El planeta de los simios adquiere el vértigo suficiente como para subsanar sus facciones políticas algo superficiales (lo que en films directamente políticos como El estudiante no debe perdonarse). La contraparte técnica -como ha destacado el colega Harguindey- es que el uso excesivo de computadoras en la creación de los monos, va ciertamente en detrimento del ansiado maquillaje que todo cinéfilo espera como pilar esencial de este tipo de creaciones.
Ahora sí, the plot. Virtuoso en un doble sentido. Primero, por una coherencia que complace en su ridiculez y, segundo, por albergar metáforas polisémicas y borrosas (abarcando derechos de los animales, la contaminación, el capitalismo, la democracia , etc.), y, al no ser claras, no dan indicios de interpretaciones lineales únicas. De hecho, si nos atuviéramos a algunas de ellas pensaríamos cosas como "si el escape de los monos es el éxodo judío, entones el desastre que viene luego... (y no digo más, si no plot spoiler)", y desde ya cerrarían esta página y el pobre Rupert Wyatt tendría la misma suerte que Mel Gibson, vivir en el catolicismo con millones de dólares en una incesante producción de films históricos mediocres.
Rise of the planet of Apes (dirigida por Rupert Wyatt) construye su trama alrededor del intento del joven científico Will Rodman (James Franco) de alcanzar la cura del Alzheimer, enfermedad padecida por su padre (John Lithgow), para el cual la empresa Gen Sys dispone de simios en quienes realizar todo tipo de pruebas -que podrían haber sido más crueles y haber mejorado la obra, pero Hollywood sí es condescendiente. El resultado ambiguo de los experimentos insta a la empresa a cesar con dichos experimentos, mas Will prosigue las investigaciones con su progenitor y un nuevo miembro de la familia, César, quien a pesar de ser un simio, rápidamente adquiere habilidades asombrosas. Y si todo parece estar más o menos bien es porque el quiebre esperado vendrá y, queridos amigos, vendrá de la mano de la estupidez humana.
Esta descripción sumaria del argumento bastaría para mantener buenas líneas de balacera contra la obra, y, no obstante, puede también optarse por entronar el cuidado del guión y la dirección de un film que tiene como mejor aliada a la paciencia. El frenetismo no puede derivarse sino de esta virtud y de otra más crucial aun: la multiplicidad de géneros albergados en suave río de escenas, sin tajantes y molestas marcas para llevar la atención a otro lugar que el relato mismo. El terror y la ciencia ficción conviven en un thriller de masas sin cinefilia.
Steven Spielberg se está poniendo viejo, Hollywood debe renacer con sus millonadas e invertirlas en estas poderosas armas de placer e ideología. Ya sabremos combatir a lo uno y a la otra.

Hernán A. Manzi Leites.

jueves, 1 de septiembre de 2011

EL ESTUDIANTE

(Puntaje: 9)

Asistí a la proyección de este film durante el último BAFICI. En su momento, pensé en escribir de inmediato unas líneas para aclarar ciertos comentarios de mi parte que pudieron haber resultado impertinentes -a pesar de las animadas felicitaciones que proferí. Pero entonces medité y consideré absolutamente imposible que este film no llegara a las salas comerciales, y aquí lo tenemos para el bien de todos los cinéfilos.
Mi pregunta al director Santiago Mitre había sido si acaso conocía los riesgos de la abstracción y la falsa neutralidad de la historia que proponía. Él me contestó que esto no era así, ya que había alusiones a la coyuntura del momento. Estas disponen, por supuesto, un escenario temporal contemporáneo y otorgan la credibilidad suficiente para generar una identificación perfecta con el estudiante universitario actual o, al menos, el ámbito en el que convive dentro de la universidad pública. No obstante, hay un particular empeño tácito de Mitre en centrarse en el ala de uno de los partidos que alguien con su mismo apellido ayudó a crear: la Unión Cívica Radical. Que podría haber sido otro signo político nadie lo pone en duda; sin embargo, para ello habría hecho falta otra obra completamente distinta. Por ejemplo, respecto del tema de los cargos públicos. En el intento de eludir al kirchnerismo y a la izquierda trotskista, Mitre genera todo tipo de fascinantes aires en el que sea probablemente el mejor thriller argentino de los últimos diez años, sin que ello signifique que haya hablado de "la política en general". Pues si deseáramos atenernos a esta línea de análisis, concluiríamos en vanas frases como "la política es sucia" y "los que se meten en política universitaria suelen abandonar sus estudios". Discutir aquí la veracidad de estas sentencias no es el punto, sólo se pretende enfatizar en este pequeño texto crítico que, si esa es la abstracción o generalidad conceptual de Mitre, esta no resulta inocua y se halla ligada al partido en el que el protagonista decide participar (innombrable, separado de los otros por una delgada franja morada).
Tampoco se puede decir que Roque (Esteban Lamothe) haya elegido iniciar su vida política tras una determinada ideología. Esas cosas apenas se eligen, más aun cuando el amor y los deseos carnales se suman a la nueva experiencia de vivir en la gran ciudad porteña. De hecho, fueron los deseos hacia una ayudante de cátedra de la Facultad de Ciencias Sociales (Paula, interpretada por Romina Paula) los que motivaron su ingreso en la agrupación. A partir de allí, la carrera de Roque irá en ascenso, aunque con los mismos ingredientes que la suscitaron -y que signarán el patrón espiritual del film-, las pasiones bajas y una inteligencia absolutamente apartada de los cánones académicos. Así es como el joven pueblerino -nada ingenuo, por otra parte- se transforma en un outsider del partido: el que hace el trabajo sucio. Pero todo nido de ratas tiene algún ofidio que come sus huevos.
En cuanto descripción de la política universitaria actual -en relación con los altos cargos- se pone a Acevedo (Ricardo Félix) como un profesor de amplia trayectoria política, respecto del cual se deja entrever que la admiración incondicionada que se le profiere va acompañada de la inevitabilidad de esta ceguera laudatoria. El sentido de la inclusión de Acevedo es simple: todas las marionetas requieren un titiritero.
Este thriller se encuentra en un plano general de la historia del cine en la línea de Todos los hombres del presidente, y en el vernáculo responde a la escuela de Mariano Llinás, que tuvo a Alejo Moguillansky como discípulo -excelentes trabajos de montaje, pero en Castro ha tenido un mal paso por la dirección. Además, se nota la estirpe de Pablo Trapero, a quien en mayor parte se deben las influencias. No hay forma de negar la labor de una obra que será única, y que hoy enorgullece a nuestro cada vez más creciente cine (¿hablamos de los impuestos a los "tanques" de Hollywood? Bueno, mejor dejémoslo para alguien no tan antikirchnerista como Mitre).
En El estudiante no aparecen muchas moralejas nuevas: las tramas políticas son viejas conocidas. No se desarrollan tampoco temas concretos, se los elude y se apela a la moralidad de unos principios que finalmente se quebrantan. No obstante, estos vientos casi reaccionarios de la película de Mitre no empañan el atractivo del producto y, dejan, tal como lo hace Secuestro y muerte, atisbos de una neutralidad que rápidamente toma el caudal de la incitación a lo apolítico. Pocas cosas son menos neutrales que los intentos de abstracción, en un ámbito que es concreción pura. Pero no podemos hacer nada: no hay thriller sin vicios.


Hernán A. Manzi Leites




miércoles, 24 de agosto de 2011

NO LE TEMAS A LA OSCURIDAD

(Puntaje: 5)

CALAVERAS Y DIABLITOS



El cine puede interpretarse como una industria, y como tal crea objetos a la moda que nadie toma muy en serio. No obstante, se invierte en estos productos y se los publicita según una lejana marca de autor -por lo general un productor que no dirige el film- que engaña al público para lograr que pague la entrada. Huelga decir que No le temas a la oscuridad es un buen ejemplo de esto. Las obras de Guillermo del Toro, como El laberinto del Fauno y Hellboy produjeron una agradable impresión en el ámbito del séptimo arte y probablemente muchos creyeron que No le temas... podía llegar a alcanzar la calidad de otras producciones de Del Toro (El orfanato).
El temor a los apabullantes caserones y la estrecha relación de los niños con el más allá se combina en el film -dirigido por Troy Nixey- cuando una pareja de arquitectos/decoradores (Guy Pierce y Katie Holmes) decide mudarse a la vieja mansión de un pintor decimonónico con el objetivo de refaccionarla y lograr la tapa de la revista de la Asociación de Arquitectura, y por supuesto, una buena retribución económica en consecuencia. Colmados de trabajo, los novios deberán también lidiar con la hija de Alex (Pierce), que comienza a vivir con su padre por decisión de él y su ex-esposa en aras de lograr un cambio interno tras la no aceptación del divorcio de sus padres. Los problemas de depresión de la niña Sally (Bailee Madison) serán confundidos, entonces, con los extraños fenómenos que la pequeña percibe, y, a pesar de la inicial distancia, encontrará en Kim (Holmes) la empatía que su padre le niega. Esta incredulidad permite que un mayor acercamiento de las criaturas que acechan a Sally, que avanzan en su terrible objetivo ancestral al ser liberadas.

Cabe mencionar que la elección de la profesión del viejo dueño de casa no fue casual: al especializarse en pinturas de la naturaleza, se señala el contraste con lo supuestamente anti-natural de los monstruos de la mansión. Hay un proceso -desde ya predecible y trillado- en el que lo fantástico se vuelve natural para los personajes, pero no hay un tratamiento verdadero de lo que implica la introducción de este tipo de seres en el cine. En este sentido, el director no se permite escapar al formato digerible del derrotero incredulidad/vivencia/credulidad y los monstruos son un entretenimiento más como a veces lo es un perro o un gato. En concordancia, Nixey se arrepiente de posibles morbos, aun cuando incluya ciertas escenas sangrientas que no satisfarán en absoluto a los amantes del género terror.
No le temas a la oscuridad sigue colaborando en alimentar a un imaginario colectivo que ve en los films de horror un pasatiempo y poco contenido. El elevado presupuesto y las ganancias de estos films quizá valga, para algunos capitalistas e ideólogos, la vacuidad de la propuesta.

Hernán A. Manzi Leites

sábado, 13 de agosto de 2011

MEDIANOCHE EN PARÍS

(Puntaje: 8)

"PARA COLMO, EL MAL TIEMPO"

Woody Allen es un director de Hollywood. Más allá de que él pudiera haberse reformulado, oxidado o erotizado por Eruopa o una prostituta del Pigalle, sus películas son un producto altamente comestible. En este sentido, tratar de acercarnos con "objetividad" o "haciendo de cuenta que Woody Allen es un cineasta cualquiera" demostraría que es tiempo de que cambiemos de trabajo... Woody es una galletita de marca, con copyright y grasas trans. No nos gustó cuando cambiaron el envoltorio, ¡es cierto! La comeremos menos y diremos que sabe peor. Sin embargo, la tendremos siempre en la alacena.

Y sí, es como ir a lo seguro. No, ya sé que desde hace diez años que ir a ver Woody Allen es la experiencia de la ramera de Amsterdam sin protección... Pero digo que esta vez el neoyorquino pisó tierra firme, got his head shrunk, y combinó su historia cinematográfica con Hemingway y una contrición. Anotemos, en primer lugar, que se trata de un solo concepto, bien desarrollado y acotado a sus márgenes naturales que en caso de ser traspasados lo arrojarían en el sinsentido. También puede decirse que se trata de una adaptación de A moveable feast, de Ernest Hemingway: la adición de personajes y la minifalda no borran la intención compartida de mostrar París más como un sueño, que como una ciudad bella.

Los artistas siempre buscan darle una vuelta de tuerca al mundo; y si admitimos que los guionistas de cine lo son, entonces reconozcamos los anhelos de Gil (Owen Wilson) y comprendamos su interés en escribir una novela, apartarse de sus pacatos suegros republicanos y tratar de capturar a ambas prometidas, la novia parisina de carne y mármol y la naïve americana (Rachel McAdams) cuyas exigencias de compromiso parecen incluir paseos por museos y prados con un pedante profesor. Así es como una noche acepta la invitación de un viejo Peugeot y conoce a Picasso, Buñuel, Dalí, Zelda y Scott Fitzgerald, entre otros.

Claro que hay una historia de amor, que viene al caso para apretar a un corazoncito del momento con mucho menos riesgo que si se tratara de Zelig. Por su parte la risa, cuando llega, llega grácil y ubicada, y son pocas las quejas que se nos pudieran hacer del estilo "me trajiste a ver una comedia" (lo cual nos depara una vida marital mucho más angustiosa que si hubiera reclamado por haber asistido a una función de Van Damme). Y mientras tanto, Woody nos quiere hacer creer que "todo tiempo pasado NO fue mejor", y tenemos que aceptarlo, porque por algo hay tanta obesidad en EEUU: su fast food y sus cookies son exquisitas.

Hernán A. Manzi Leites

miércoles, 22 de junio de 2011

EL LABERINTO

(Puntaje: 6)

SHOW SOME SYMPATHY!


Immanuel Kant había propuesto una ética en la cual cada individuo debía considerar para actuar moralmente si su máxima podía elevarse a ley universal. Más allá de la discusión acerca de la moralidad -que yace con pocas respuestas en el seno de la industria cinematográfica-, la crítica cinematográfica tiene una máxima que podemos universalizar: hacer llorar es más fácil que hacer reír. Si acaso El laberinto (Rabbit Hole), dirigida por John Cameron Mitchell, puede extraer lágrimas de nuestros ojos no es lo que se tratará a continuación, aunque es menester reconocer que su temática -el dolor de un matrimonio por la muerte accidental de su hijo de cuatro años- se hace digna de esta secreción, aun cuando no lo logre ni tenga por qué hacerlo.
La pareja protagónica, Becca y Howie Corbett (Nicole Kidman y Aaron Eckhart), no ha podido superar la muerte de su hijo y, siguiendo la costumbre estadounidense, acuden a grupos de terapia para intentar elaborar el duelo. No obstante Becca es reacia a seguir dicho tratamiento, y su parecer tiene un fundamento relativamente sólido: otro matrimonio concurrente ( lleva ocho años en el grupo. La historia demostrará que cada cual tiene sus métodos para sobrellevar una pena, pero sin duda los de Becca resultan chocantes y antisociales -y en el caso de que no lo fueran, su incomprensión sólo profundiza el parecer de esta mujer-, ya que la premisa de la imposibilidad de una empatía verdadera respecto de su terrible pérdida maternal, hace imposible prácticamente todo tipo de ayuda externa. Incluso la de Nat, su madre (Dianne Wiest), quien no cesa de comparar el fallecimiento de su nieto con el de su propio hijo, hermano de Becca. En consecuencia, el carácter antisocial de la protagonista devendrá en el deterioro de sus relaciones -sin excluir la que mantiene con Howie-, que exacerba su ya poco amigable personalidad. Es en el encuentro del adolescente Jason (Miles Teller), que Becca podrá comenzar cierto cambio, ansiado tanto por ella como por su marido, quien opta por otros caminos casi contrapuestos a los de su esposa.
Los tópicos del film distan mucho de ser naïve y resultan ricos a la hora de un debate. Posiblemente, la riqueza conceptual (si bien no muy clara) del guión haya influido en la premiación con el Pulitzer que esta obra obtuvo en su original versión teatral, a cargo del también guionista de Cameron Mitchell, David Lindsay-Abaire. Sin embargo, las películas de JCM adolecen del problema de estar dirigidas por él (me basaré en Hedwig and the angry inch, no he podido ver aun la polémica Shortbus), y todo lo que en contenido y propuesta artística resulta interesante, es empañado por la errática o caótica organización por él dispuesta. El caos no resulta negativo de por sí, a menos que tal sea incluido en la unidad de la película en tanto concepto (visual, argumentativo, etc.). En esta producción, el director juega con la oscilación entre una cotidianeidad estereotipada y la disrrupción de la intromisión de los otros en la esfera individual, pero tal atractivo que se vislumbra en la primera escena es dejado de lado y una elección musical desatinada dan lugar a la sensación de inadecuación que no produce placer o, mucho peor, efecto alguno que pudiera distinguir a El laberinto de otras películas de su género. Eso mismo ocurría en Hedwig... y quizá no se trate más que de la impericia de un director caracterizado por su afán de escandalizar, y la destacable inclusión de dibujos que, en Rabbit Hole, merecen el crédito vital de reavivar muchos sentidos yacentes en un film inconstante.
La paradoja de El laberinto es que, pese a sus defectos, su estreno es bienvenido, pues escapa del drama tradicional, aunque lamentablemente sin éxito. Al considerarlo "serio", se ha hundido al género dramático en la más negra de las noches, lo cual dificulta la ampliación del espectro de público plausible de debatir sus películas con mayor luminosidad. Lo mismo suele acaecer -con la premisa opuesta- respecto de los llamados "géneros menores": se asume su finalidad meramente lúdica y se descarta toda opinión posible. El crítico debe entonces escoger entre el mérito contextual y la calidad interna de la obra. Como ambos son inseparables, el equilibrio es siempre una decisión personal que puede modificarse con el paso del tiempo, así como puede hacerlo determinado objeto artístico. Por eso, es la argumentación -con sus premisas- la que distingue una crítica de cualquier parecer personal. El hecho de que en Rabbit Hole se haya permitido mezclar el aura o bien, si se quiere, los "efectos" del contenido con la estética general de la estructura de la película, no llevó este film a buen rumbo. El desadecuado balance de los elementos es análogo a una comida algo pasada de sal, sabe rico, pero todas sus virtudes corren el riesgo de ser arrastradas por la desmesura.


Hernán A. Manzi Leites

miércoles, 11 de mayo de 2011

TORRENTE 4

(Puntaje: 5)


La ley y la trampa

¡Que viva España! Bueno, esos gritos se escuchaban cuando este Estado plurinacional ganó el mundial de fútbol… y claro, sólo allí. ¿Y la crisis económica? ¡También amerita unos vítores para refrescar esa alma angustiada por la desocupación!

Las cuitas de José Luis Torrente (Santiago Segura) no distan mucho de este retrato hispánico contemporáneo, mezcla de desolación y Unión Europea. En esta ocasión, el ex policía devenido en “investigador privado” se ve obligado a aceptar un sangriento encargo a cambio de una recompensa económica que sus ansias de mujeres, alcohol y todo lo que el dinero puede comprar le impiden rechazar. Pero a su incompetencia inicial para efectivamente realizar esta tarea, se le suma tanto la dudosa colaboración del joven Julito “Rin-Rin” (Kiko Rivera), como la incapacidad de deducir los posibles inconvenientes de su torpe accionar. Caído en desgracia, Torrente deberá recurrir a sus viejos amigos y a su irracional y díscola astucia para escapar, nadie sabe cómo, de su conflictivo destino con la ley.

¿Es Torrente un crítico de la sociedad española actual? Torrente es sencillamente un guarro: su lugar en el mundo es tan molesto como inofensivo. No obstante, en los anales de la cinematografía, este obeso y sucio “detective” es ya un ícono de la comedia contemporánea. En esta nueva entrega del film dirigido, escrito y protagonizado por Santiago Segura, se comprueba este estatuto y se corre el riesgo de aseverar las bondades del producto sin pensar si nos ha convencido o no, cual si el éxito y la fama bastaran. De hecho, la recaudación de las películas de Torrente I, II y III (El brazo tonto de la ley, Misión en Marbella y El protector) y la afluencia de estrellas que participan en la presente producción (el “Kun” Agüero, David Bisbal, “Pipita” Higuaín, Jorge Castro, entre otros) reflejan al factor comercial como un motor del film más crucial que las razones “estrictamente” artísticas que pudieran tener estas apariciones y tanta fanfarria para Segura.

Tampoco debe obviarse el detalle del 3-D, que podría recibir la misma consideración que la lluvia de astros. Debería tener algún sentido o producir determinado efecto (en Torrente, podríamos imaginar heces voladoras o apabullantes senos de travestis), pero carece de intención y constituye otra guirnalda dentro del decorado general. De todos modos -por razones técnicas- el efecto tridimensional es apreciado mayormente en los títulos de crédito iniciales y finales, los cuales han sido creados por un equipo que sin duda merece reconocimiento (¿una manera de provocar el aplauso?).

Hasta aquí, parecería que la finalidad tiene un peso central en el análisis de cualquier film, y nada puede estar más lejos de la verdad. En primer lugar, porque se desconoce la dirección que el creador internamente pretendió imprimirle a su obra y, segundo, porque sería en exceso utilitario de nuestra parte creer que habría que explicar tal teleología del arte en el siglo XXI. Si notamos que Torrente 4 yerra en su rumbo es porque éste viene marcado tanto en su guión como en sus tres precuelas: constituirse en una parodia social. Precisamente es lo patente de esta intención lo que permite notar la superficialidad de los motivos y adiciones centelleantes. Es algo análogo a lo que ocurre con varias películas estadounidenses que suscitan el comentario “los yanquis tienen autocrítica”, mientras que, en realidad, se trata sólo de una vía de escape “legal” tan inofensiva como su contraparte republicana. Ahora más que nunca, para Segura y su Torrente: lethal crisis.

Hernán A. Manzi Leites

jueves, 7 de abril de 2011

BLACK SWAN (EL CISNE NEGRO)

(Puntaje: 8)

Esta no podía faltar, ¿no es cierto? De hecho, todo amante del cine -no tan vago como quien escribe- tuvo que ver esta película de un director de peculiar resonancia. Con ello, llamar a Darren Aronofsky un director "de culto" es, no obstante, algo precipitado. Su obra breve posee, empero, una calidad y un sello inconfundibles que desde Requiem para un sueño (más que desde Pi), lo han llevado a una popularidad a veces inmerecida, pero afortunadamente más merecida que la de otros cineastas menos talentosos. Con Black Swan Aronofsky se lanza a Hollywood, con nominaciones al Oscar incluidas, y en consecuencia a un público más amplio: expone sus predilectos tópicos de la relación entre la enfermedad mental y el cuerpo (azotado prácticamente alla Cronenberg) con una claridad inusitada, pues si en The Wrestler veíamos el flagelo físico, no era tan luminosa la patología mental del protagonista, que de todas maneras encarnaba una figura más romántica que teórica, como la bailarina de El cisne negro.
La historia de este nuevo film de Aronofsky es la de la joven bailarina Nina Sayers (Natalie Portman), a quien le fue -a priori- adjudicado el papel principal de el ballet "El lago de los cisnes", en una producción renovada que, bajo el mando de Thomas Leroy (Vincent Cassel), requiere la capacidad de una intérprete que pueda concretar el rol tanto del cisne blanco, como el del cisne negro. Este lado oscuro del personaje ejecutado por la joven es el que no convence a Leroy y hace que Nina se sienta amenazada frente a otras de sus compañeras, Veronica (Ksenia Solo) y, en particular, Lily (Mila Kunis), con una experiencia de vida menos puritana que la de la protagonista, constantemente seguida por la sombra de su madre Erica (Barbara Hershey), quien vive su sueño frustrado de bailarina través de su hija. A partir de la efectiva asignación del papel, la transformación necesaria para la interpretación del cisne negro irá de la mano de una psicosis in crescendo cuyo paralelo puede asociarse al de la desplazada estrella del ballet de Leroy, Beth MacIntyre (Winona Ryder).

Es posible preguntarse, con tanto Tchaikovsky y bailarinas, cómo puede resultar una película que pone su énfasis más en la teoría que en el romanticismo. El lado romántico del film es claro, pero pertenece más a la éstetica de la obra, sus contornos, sus formas, que al contenido que pretende evidenciar. Esto es lógico si se tiene en cuenta que la gran lucha de la protagonista es su intento de escapar de la técnica y la perfección que la tiene aprisionada: cuando se despertase el Sturm und Drang del baile, allí se habría alcanzado el descontrol imprescindible para la caracterización del cisne negro. Si queremos sumergirnos en los aspectos psicológicos de la trama -que, a decir verdad, lo son todos-, podemos hablar de una falla en la simbolización del personaje de Portman, propio de la psicosis. Nina no halla una asiento para dar el salto que le permitiría concebir la perfección desde otra óptica distinta a la del control. Esa búsqueda -por supuesto, estéril- hará que Nina oscile entre la sujeción a una castidad en todos los rincones de su existencia y una hybris que pone en riesgo su carrera y la vida propia y de terceros.
Esta obra ha sido también debatida en base a su propuesta visual impactante en relación con los padecimientos físicos explícitos y ciertas escenas de erotismo (más bien leve). Hay un público que no soporta esta modalidad, aun cuando en otras películas, bélicas y de terror, la sangre se vierte como de un sifón de soda. Debe aclararse, en defensa de El cisne negro, que el uso de la cámara por parte de Aronofsky no carece del todo de sentido. Más aun, los planos cortos no son sólo de heridas, sino también de partes del cuerpo u objetos relacionados con él que dan lugar a metáforas (los pies y la flexión, esto es, la transformación entendida como torsión) y a expresiones de las actitudes propias de los psicóticos. En efecto, el relato es propuesto hacia el espectador como una historia en primera persona y tales parcialidades corporales las podemos comprobar nosotros mismos, como yo, que veo de soslayo mis manos escribiendo en el teclado el reflejo de mi rostro en la ventana tras el monitor.
Explicitada esta cuestión, queda la duda si estos aspectos viscerales van en detrimento de una obra que desarrolla aspectos de la psicosis con una claridad hasta por momentos ligeramente exagerada (aunque se sabe que la exageración es un recurso del arte). No hay demasiadas sutilezas ni misterios que desentrañar y sin embargo novedosos motivos de la pintura siguen apareciendo. Esta relación diáfana entre forma y contenido que abriría la película a un mayor espectro de público puede ser considerada una virtud, ya que no es necesario que la oscuridad sea una característica del buen arte (aunque sea consumida como caviar beluga). No obstante, tiene dos contrapesos "naturales": las escenas "fuertes", que espantan a algunos, y la ineludible necesidad de poseer un mínimo background intelectual. Es poco importante cómo conectemos el sentido de la sucesión de hechos, pero es imprescindible que se le encuentre algún vínculo, sea el de la psicosis o cualquier otro ficticio, mediocre o pergeniado por nuestro gusto y humor del día.
Entonces ¿Black Swan para todos? Negativo. Por eso el gusto amargo de la desazón de que este film oscile entre la divulgación y lo exclusivo. De todas maneras, el goce de la música y del arte se hace presente en el film de Aronofsky, quien quiso complacer a Dios y al Diablo. Y debemos reconocer que complaciendo al Diablo, jamás puede dejar de darnos una buena dosis de lo que en el fondo nos encanta.

Hernán A. Manzi Leites

jueves, 31 de marzo de 2011

EL MECANICO

(Puntaje: 5)

Durante el tiempo que este blog ha permanecido "al aire", se ha tratado de demostrar que no hay tal cosa como "géneros menores" en el cine, aunque sí hay películas y artistas que pueden serlo perfectamente. Los films de acción son rata de laboratorio de estudios sedientos de éxito económico y pocas veces los conejillos de grandes directores. No obstante, esta vertiente del séptimo arte ha dado sus frutos en catapultar estrellas: Schwarzenegger, Stalone, Bruce Willis y ahora Jason Statham, el británico que en esta película de Simon West caracteriza a aquel personaje que en su momento hizo Charles Bronson, otra figura antológica.
Statham -a quien recordamos por sus papeles en Snatch, cerdos y diamantes y The transporter- interpreta al perfecto asesino a sueldo, con el perfil de un James Bond pero como extraído de una renovada Kriminalgeschichte: el "héroe" que provoca simpatía siendo el más pérfido criminal. Arthur Bishop no estaría, empero, de acuerdo en que cataloguemos su actitud como pérfida, puesto que él trabaja simplemente como un mecánico, "arreglando cosas"y de allí ningún tipo de traición puede colegirse si la paga fue la correcta. Pero esta ética es ajena a los negocios y Bishop se verá envuelto en los peligrosos cruces de Harry McKenna (Donald Sutherland) y Dean Sanderson (Tony Goldwyn), clientes suyos y socios entre sí. Tras lo que la conciencia de este asesino considera un grave error, Bishop decide entrenar a Steve McKenna (Ben Foster), hijo del anciano empresario, en las artes del asesinato invisible. Estos hombres atraviesan un muy peculiar purgatorio, que es más un infierno para el manualcito profesional de Bishop.

Realmente Statham es un grande en su porte, en sus actitudes y en su salsa, que es este género cinematográfico. Sin embargo, no basta para otorgarle a este film el sello de unicidad que casi toda obra precisa y, enfáticamente, un mensaje que exceda el intento de convertirse en un nuevo clásico, lo cual dudo que consiga. Nada de esto implica una decadencia absoluta, pero si Simon West pretende, tal como confiesa, continuar su carrera con este tipo de cine, deberá ajustar algunas clavijas en el ámbito de la originalidad. Los amantes de la acción, con tiros, muertes y situaciones extremas no pueden dejar de ver El mecánico y, por supuesto, presentar su opinión preferentemente por este querido medio que dirijo, y quizá sean capaces de explicar a este servidor por qué en su visión la película no cruzó los límites de lo que hace a una obra, al menos, "interesante", como pudo lograr esa curiosa pieza que es RED o la vieja y querida Die Hard.

Hernán A. Manzi Leites

jueves, 17 de febrero de 2011

CONOCERAS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS

(Puntaje: 6)



En general, los humanos en su desesperación toman decisiones igualmente desesperadas y patéticas. En esta línea y bastante alejado ya de Freud, Woody Allen plantea la cuestión del arrepentimiento y la usual actitud de querer lo que no se tiene y rechazarlo cuando se lo obtiene por el hecho mismo de que ha dejado de ser interesante.
En You Will Meet a Tall Dark Stranger, los dos matrimonios centrales entran en conflicto, digamos, de intereses y por ello el divorcio está asegurado ya para la anciana pareja de Alfie (Anthony Hopkins) y Helena (Gemma Jones), destino que se augura para la relación de la hija de éstos (Naomi Watts encarnando a Sally) con el yanqui Roy (Josh Brolin). Helena no puede creer que la separación se haya consumado y que su esposo la haya abandonado en el afán de retomar las experiencias juveniles que esta viejecita no podía darle y por eso consulta a Cristal (Pauline Collins), una vidente que reemplaza las tradicionales terapias por respuestas seguras acerca del futuro: el fracaso del matrimonio de su hija, la decadencia de Roy como escritor, y otros aspectos de la vida suya y de los otros. Ahora bien, Woody Allen emplea este juego de articulaciones entre la magia de la predicción, el poder de la mente humana y el llano sentido común, tal como similarmente ha hecho en Match Point, incluyendo las vueltas de tuerca que complican la existencia.
En realidad, hay poco para destacar de esta nueva producción en cuanto a la originalidad de la propuesta del famoso director y guionista. Sus diálogos ya no tienen ni la gracia ni la inteligencia de antaño. No obstante, Allen mantiene una calidad básica que permite ser disfrutada; no es poco que escoja excelentes actores. Por otra parte, la historia que protagoniza Josh Brolin es la más interesante, lo cual nos da un indicio de cómo la trayectoria de Woody sigue ligada a New York, ahora reemplazada por la hermosa y más lluviosa Londres.
Finalmente, las historias de Woody Allen atrapan por utilizar la comedia de un modo muy ligado al drama y al suspense. Todos quienes amamos sus films hasta Crímenes y Pecados preferimos, sin embargo, que se tome un tiempo para pensar y sorprendernos con sus diálogos o estrategias como el falso documental, que empleó en Zelig y Dulce y Melancólico, dos películas destacables. Otros dirán, "quiero verlo en la pantalla". Y bien, sigue siendo él, sólo que más viejo.


Hernán A. Manzi Leites

miércoles, 26 de enero de 2011

LA CASA MUDA

(Puntaje: 6)


"Terror en tiempo real", reza el lema de este film uruguayo dirigido por Gustavo Hernández y ello se debe al plano secuencia, bien logrado (con todas las dificultades que acarrea), que atraviesa la película de principio a fin. El problema de esta película de ecos que recuerdan a los de [REC] es que las desconexiones operan, si bien no (aunque, a decir verdad, parcialmente) en el montaje, en el hilo argumental de la historia. Por otra parte, el avezado fanático del terror verá varios patrones que se repiten en este film y en otros, lo que genera no consolidación y fortaleza, sino el sabor de lo trillado.
El
plot es sencillo, Néstor (Abel Tripaldi) decide vender la casa de su campo y para ello le pide a su casero Wilson (Gustavo Alonso) que la ponga en condiciones de ser vendida. Con este fin, Wilson solicita la ayuda de su hija Laura (Florencia Colucci, de buena actuación) para la limpieza. Cuando ella se ponga ropa cómoda comenzará el tenebroso trajín, en el típico punto de inflexión que los films de terror poseen tras una intro donde lo sobrenatural y lo siniestro aun no ha sido introducido.
Ahora llega el turno de los elogios a la obra, que hacen que la misma sea algo más interesante y posiblemente muy valorada por otros críticos -cuya opinión me ha sido participada. Pero si queremos hablar de este oscuro secreto de Laura, debemos sugerir a los espectadores futuros que no lean lo que sigue.

Atención, desde aquí PLOT SPOILER

Las relaciones peón/patrón son las que pone Gustavo Hernández en juego en esta película de terror. El hecho de que sea uruguayo, un habitante de nuestras pampas australes, es crucial. Solemos escuchar los reclamos, rojos o no tanto, de las agrupaciones sindicales, pero muy pocas veces escuchamos las de los peones del campo. Sé que muchos pensarán en el lock-out patronal o "Conflicto del campo" del año 2008 en Argentina. Dejen que este humilde servidor exprese sus dudas de hasta qué punto este conflicto pudo revelar a la sociedad la situación de servidumbre del peón de campo. El feudalismo tan sólo se ha desvanecido como sistema económico de recolección de tributos, etc, aunque no lo ha hecho el tipo de dominación simbólica con la que algunos historiadores pretenden definir este sistema (por ejemplo, para justificar el feudalismo en la América de la Conquista).
Esta casa es muda porque debe ocultar una relación perversa entre Laura y Néstor, que involucra incluso a su padre y a terceros. Que la violación y el estupro y los hijos bastardos existen en nuestra sociedad, principalmente en el sector rural, de eso no cabe duda alguna. Lo que ocurre es que suelen mezclarse tantos tópicos que empañan la terrible cuestión principal, como la maternidad precoz, la "humildad" rural, la relación entre el peón y su patrón... Si el terror surge en La casa muda es por estos temas, mucho más tremendos que los juegos de cámara, los sustos y los aparecidos comunes en el género.



[FIN DEL PLOT SPOILER]

No obstante, el director no logra cerrar la idea general y mezcla tantos, dejando a su paso huecos que no podemos obviar y alusiones que tanto queremos olvidar. Al respecto hay que destacar cómo en los últimos años los niños han sido usados como elementos del terror. Son adorables y terribles, lo sabemos. ¿O será un cambio de época? La profilaxis llegó al cine o el Bebé de Rosemary se hizo grandecito.


Hernán A. Manzi Leites

domingo, 23 de enero de 2011

ESCUPIRE SOBRE TU TUMBA

(Puntaje: 6)

LO QUE ELLAS QUIEREN

Cursiva

¿Ha resucitado el gore? Por supuesto que no. Este género no consistía sencillamente en mostrar lo desagradable y sádico, sino más bien en mantener cierta relación "íntima" con la parte torturada o aquello que se quiere destacar, como la sangre. El gore permitía mostrar lo inmostrable... era una apuesta por parte del cine de ir más allá, de señalarnos, como decía Benjamin, aquellos aspectos de la realidad que en el área del espíritu sólo el psicoanálisis había logrado alcanzar. De esta manera, si se prefiere, puede situarse a Escupiré sobre tu tumba dentro de la línea de El juego del miedo o, de modo más general, dentro de las películas "de género" morbosas y explícitas.
Morboso y explícito puede ser, también, una propuesta política desafortunada, pero en este caso es la venganza de Jennifer (Sarah Butler) hacia un grupo de muchachos, incluyendo al sheriff local, quienes la violaron y pretendían desaparecerla de la Tierra. El mensaje del film es sutilmente feminista, más cuando se tiene en cuenta el título de la película en la que la presente obra se basa en calidad de remake es Day of the woman. La presentación de la joven en el film actual, a cargo del director Steven Monroe, es la de una joven que aúna belleza e inteligencia -es escritora- y, como si fuera poco, la capacidad de transformarse en una mujer dura, y sólo los violadores saben cuánto...
No obstante la búsqueda estética de macabras torturas, que hace al film entretenido -y esto no es poco-, hay que obviar ciertos huecos en el guión, o bien atribuirlos a una matriz fantástica, ligada al género de los "aparecidos", pues en la película hay leves indicios de que este aspecto podría estar más cerca que el de la mera venganza. De todas maneras, el terror de Escupiré... mantiene su cuota de temática social y política al día y otros componentes de este y todos los cines, como el maquillaje FX.
Si bien esta obra no es para espíritus impresionables, no hay duda de que muchos sabrán disfrutarla -se ahorrarían de violar a una chica en serio y de cortajear algunos sujetos- y debe celebrarse que las salas argentinas abran su espectro de géneros a ser incluidos. No es casual, en este sentido, que el estreno de Sudor Frío (¡lo esperamos ansiosamente!), de uno de los directores más talentosos que tiene nuestro país, se aproxime. ¿Competencia? ¡Ojalá que haya y mucha!

Hernán A. Manzi Leites

sábado, 15 de enero de 2011

LA VIEJA DE ATRÁS

(Puntaje: 6)

Los viejitos tienen sus mañas, algunas de las cuales pueden resultarnos tan perversas como estúpidas. Del mismo modo, aunque a través de otras expresiones, vemos que también la actitud de los jóvenes provoca ese mismo sentimiento. En La vieja de atrás, de Pablo José Meza, aparecen estas dos posturas, reflejo de una unión generacional de desesperados. Por un lado, Marcelo (Martín Piroyansky) es un estudiante de medicina provinciano que ya no puede lidiar entre el alquiler de su departamento y el constante pedido de su madre de que acuda a ayudarla a La Pampa en las tareas campestres y, por otro, Rosa (Adriana Aizenberg), anciana quien invita al chico sin miedo -y más allá del nulo diálogo cotidiano previo- a quedarse en su hogar, del otro lado del pasillo. A cambio, ella le exige una fluida charla cotidiana, que el parco Marcelo no sabrá retribuir con demasiado entusiasmo.
La presente obra tiene un importante componente de "costumbrismo" citadino, el cual no podemos reprochar, tratándose particularmente de un film en el cual se describen las vidas de habitantes de nuestro Buenos Aires querido. Además, los arquetipos son útiles para reforzar ideas y atraer conceptos que, de otro manera, perturbarían al espectador. En este sentido, el director puso tanto cuidado como simpleza en las escenas, con ayuda de su montajista, Claudio Fagundes, y de su fotógrafa, Carla Stella. Estos detalles quizá técnicos, confiesa el director mismo, han sido buscados y por eso debe destacárselos como correctos.
Ahora bien, como suele ocurrir, hay en el guión cierta opacidad que no impide al espectador tener algún tipo de experiencia espiritual-artística con la película. A esto debe agregársele, a modo de excusa, que el mensaje transmitido es comprensible y la empatía con esos solitarios personajes se muestra certera a través de la identificación con muchas de nuestras experiencias de vida. No obstante, el resultado de esta pulcra película -aun cuando las aserciones de los protagonistas pudieran llegar a parecer dudosas- es constituirse meramente en un relato, más o menos profundo, que redunda en el desinterés.
Pablo José Meza pudo haber aprovechado varias experiencias ciertamente exóticas del protagonista masculino para pulir el aura de misticismo citadino, pero su decisión es rechazar esas oportunidades y optar por que la historia hable por sí sola. Y eso es lo que queda: la relación entre Marcelo y Rosa, las mañas de cada uno y sus respectivas diatribas sentimentales. Personajes interesantes, fugazmente pasan y, así, se evaporan en una historia que jamás deja de ser correcta.


Hernán A. Manzi Leites