viernes, 30 de octubre de 2009

BLOOD ON THE HIGHWAY (BARS 2009)

(Buena ***)
[Competencia]
Comedia estadounidense sobre tres jóvenes, el recio Bone, el tonto Sam y la bella y maltratadora novia de Sam, salen en su auto para ver un concierto. En la mitad del camino, ya se encontrarán con problemas. En primer lugar, al molesto Sam, pero en un segundo lugar aún más crucial, vampiros. El argumento se desenvolverá en la lucha por sobrevivir que tienen estos tres muchachos junto a tres delirantes sobrevivientes en una casa de Fate, pueblo infestado de vampiros.
La destreza de los técnicos evidencia mucho menos que un Sam Raimi, pero todo se olvida con chistes, sangre y actuaciones más que discretas.
No nos olvidemos tampoco de la crítica -burda- al capitalismo que ya es una típica del terror contemporáneo. Dirigida por Rowan Epstein.
Hernán A. Manzi Leites

ZOMBIENATION (Buenos Aires Rojo Sangre -BARS)

(*mala)

Proyecto de unos jóvenes argentinos de contar la historia del Dr. Ákula, quien se ve envuelto en la resurrección en modo zombie de Adolf Hitler. El dictador intentará nuevamente reclutar un ejército neo-nazi (neo-¿zombie?) para crear un gobierno mundial liderado por una raza superior. Por supuesto, no importa que uno sea negro o judío esta vez, había un par de morochos dando vuelta en su ejército. Pero, claro, definitivamente no es la intención del muy joven director argentino Víctor Méndez serle fiel a nada en absoluto, mucho menos a la historia. Este aspecto de olvido histórico (la eugenesia nazi) podría justificarse, ya que la nueva "raza superior" serían los zombies, y los humanos en general, la inferior. Sin embargo, la trama escapa también al género, porque el surgimiento de los zombies nunca fue tan explícito como en este film. Además, estos zombies no contagian cuando muerden, tienen líder... una cosa extraña.
Todas estas, licencias perdonables.
No obstante, el guión de la obra es pobrísimo, no sólo en cuanto a contenido sino en cómo está estructurada. La película redunda en momentos aburridos y clichés melosos, probablemente por el defecto mayor (sin contar los problemas técnicos, que un guión bien estructurado suple con creces) que es cierta ambigüedad en la intención total del film. Es decir, no terminamos de ver una "bizarreada", ni algo "de terror", ni algo "histórico", ni "ciencia ficción", ni "romántica"...
Y lo peor de todo, esto la vuelve aburrida.
Apoyo enteramente que los jóvenes argentinos hagan sus películas, pero tendrán que mejorar.

Hernán A. Manzi Leites

BUENOS AIRES ROJO SANGRE 2009

Hola, estimados lectores. Les comunico que desde ayer, 29 de octubre hasta el miércoles 4 de noviembre se hará presente en 2 salas del complejo Monumental (Lavalle 780, Ciudad de Buenos Aires) la décima edición del festival de cine bizarro y de terror Buenos Aires Rojo Sangre. Las entradas están ocho pesos. El ambiente, siempre muy distendido, para ir con amigos o con lo pareja. O la verdad, con quien quieran.

En lo que respecta a este blog, intentaré realizar las críticas de algunas de las funciones. Para ello, téngase en cuenta el tipo de festival del que se trata. En este sentido, las películas serán criticadas en contexto (en realidad, como siempre intento analizarlas).

Disfruten del terror y la bizarreada.

Para más información del festival y la programación:
http://www.festivalrojosangre.com.ar

miércoles, 28 de octubre de 2009

[REC] 2

(Puntaje: 4)
Continúan trabajando los agentes especiales del GEOS en el infestado edificio de la ciudad de Barcelona. Esta vez, van más preparados y llevan a un extraño Dr. Owen (Jonathan Mellor) a que los ayude a quitarse de encima a todos los zombies. El propósito es, esta vez, encontrar una muestra de la sangre de la niña Medeiros para hallar un antídoto. Por supuesto, siguen dando vueltas los bichos de la vez pasada.
Lamentablemente, la gran película [REC] se ve opacada por esta su continuación directa en el tiempo. La versión anterior, dirigida -como la presente- por Paco Plaza y Jaume Balagueró, había sembrado ciertas dudas e interesantes teorías, la que, personalmente, más destaco es aquella por la cual podría extraerse químicamente la esencia de una posesión demoníaca. Así, lo que en primer lugar fue posesión, se transformaría en un virus. Muy bien, esta segunda versión es todos los lugares comunes que usted cree se pueden hacer con posesiones y zombies.
Por otra parte, tampoco es bueno el manejo del "cámara en mano". Principalmente, porque la excusa para utilizar este recurso es muy superflua: la necesidad de grabar todo por parte del grupo GEOS. Parece, además, que a los directores no les complacía la idea de tener sólo militares y zombies en la casa (lo cual es también una molestia para el espectador), de modo que esperen todo lo que siempre odiaron ver. En cuanto a cine.
La imperiosa necesidad de explicar o, quizá más aún, de ganar más dinero, llevó a Balagueró y a Jaumé a esta segunda parte de la historia de los zombies. Está claro que uno no se va aburrir en el cine, pero probablemente estos directores pierdan un poco del bien ganado respeto que obtuvieron el año pasado.
Hernán A. Manzi Leites

miércoles, 21 de octubre de 2009

NOTICIAS DE LA ANTIGÜEDAD IDEOLÓGICA. MARX - EISENSTEIN - EL CAPITAL (en DocBsAs)

[MUY BUENA ****]
Dir.: Alexander Kluge
Sergei Eisenstein, tras filmar en Octubre al modo de una superproducción, ciego de editar los más de cuarenta mil metros de cinta que había filmado, se dice a sí mismo que la única empresa que podría llevar adelante a continuación sería la película de "El Capital", de Karl Marx. Sólo a una mente como la de Eisenstein podía ocurrírsele llevar a cabo la tarea de expresar en imágenes aquello que Marx había dicho con palabras. No cabe duda que éste podría haber sido el emprendimiento cinematográfico más ambicioso de la historia del cine y, transcurridos ochenta años, sigue siendo un desafío.
El reto es claro, ¿cómo podríamos filmar conceptos? Kluge intentará, en este documental, dar alguna respuesta a esta cuestión y, para ello, recoge, directamente o por entrevistas a especialistas, todas aquellas expresiones del arte que intentaron plasmar los conceptos marxianos, sin dejar de relatar la historia del gran Eisenstein, el propio Marx y sus seguidores en distintos órdenes.
La tentación en el espectador es grande, y puede pretender, quizá, ver en la película de Kluge aquello que Eisenstein abandonó. Es innegable, de todos modos, que la forma del filme no podía, si pretendía constituir una obra significativa, eludir las ideas de Eisenstein sin intentar explicarlas. Probablemente haya sido un error de consideración (reproducido, por ejemplo, por la revista Ñ de Clarín, pueden confrontarlo en http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/10/17/_-02020387.htm) que Kluge pretendiera retomar la posta de Eisenstein, tomando en sus manos el proyecto de filmar "El Capital". Se trata de un modo de acercarse al problema, como lo han tratado de esbozar otras disciplinas, como la poesía o la música. En este sentido, Kluge corre el peligro de escindir su obra en dos partes, intentar conceptualizar la obra marxiana y el desdoblamiento de esta empresa en la reflexión consistente en mostrar lo que Eisenstein -y, como dije, muchos otros- se proponía. Esto genera cierta ambigüedad que gran parte del público no dejará de hacerle pagar al director.
El problema de los conceptos es, por supuesto, como dirían los fenomenólogos de Heidegger en adelante, no caer en la "metafísica de la presencia" y no "mostrar la Bolsa", sino poder expresarla. El arte tiene cierto beneficio por sobre otro tipo de relatos o análisis y es que puede eludir ciertas ataduras "consuetudinarias" del significante a su significado, pero no puede, y aquí el desafío Eisenstein/Kluge, desatarse por completo en su calidad de significante y representante. Por supuesto, pueden ser criticables los modos empleados por Kluge para dar respuesta a estas problemáticas estéticas y conceptuales. En lo personal, hacia la segunda mitad de su obra (que, igualmente, se proyectan sólo 83 minutos de las casi diez horas del original) cae definitivamente en la "presencia", mostrando el dinero en lugar de el capital: la escena final es la verdadera tumba de Karl Marx en Londres.

Hernán A. Manzi Leites

martes, 20 de octubre de 2009

LOS TIEMPOS DE LA VIDA (Pandora's Box)

(Puntaje: 8)

Cuando empiece a contar el argumento de esta película, les parecerá poco original y con esa falta de originalidad del género dramático que suele coronar las producciones de tragedias familiares y gente casada. Sin embargo, aún dentro de esta tónica, Los tiempos de la vida logra destacarse. Por eso mismo, fue galardonada con la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Y, señores, la dirige una mujer, la turca Yesim Ustaoglu (¡me faltan "firuletes" en las letras!).
La historia se vuelca hacia la vida de tres hermanos (dos mujeres y un hombre) que viajan de la abarrotada Estambul hacia las montañas de Turquía para buscar a su anciana madre (inerpretada por Tsilla Chelton, quien ganó la Concha de Plata a la mejor actriz) que había desaparecido misteriosamente. Lo evidente, ocurre: el viaje tendrá ciertos inconvenientes, la mayoría de ellos emocionales. Tras el reencuentro con su madre, perdida en el medio de la montaña, se descubre que tiene la enfermedad del Alzheimer. La vida de los tres hermanos cambiará radicalmente cuando tengan que hacerse cargo de la anciana Nusret, lo cual hace aflorar todos los conflictos familiares de la hija casada, la hija soltera y el hijo vago. A esto se suma la vida extraviada del adolescente Murat, hijo de una de las hermanas, quien sólo logrará hallarse junto a su hermano, quien lo comprende en su relación más de igual a igual, y junto a su abuela, en quien encuentra la paz y la huida al cuestionamiento constante de sus padres.
El relato es bien encauzado gracias a una maravillosa fotografía que logra captar la densidad emocional de los personajes. En relación con estos paisajes, se presenta como otro tópico del film la oposición entre el campo y la ciudad, mostrada como una ciudad realmente horrible. En este punto no cabe duda que esta oposición beneficia a la montaña y la campiña, adonde Nusret quiere regresar, aún sabiendo que no puede hacerlo por su cuenta y que allí no tendrá ayuda (lo cual le interesa poco y nada). El espectador queda atrapado, de este modo, en una contraposición un poco simplista o, si se quiere, romántica. No obstante, la directora atisba a identificar el campo con un espíritu humano que, aún mentalmente enfermo, se hace uno con la naturaleza que lo circunda.

Quien hace mucho tiempo no percibe la emotividad de una película, puede escoger esta y no saldrá defraudado. Lo que sí, le advierto que no muestra el costado bello de la vida cotidiana en la ciudad (porque en el campo parece otra cosa) y las conclusiones de la película tienden más a la perseverancia en la vida que a una resolución de los conflictos. La escena final, hermosa, puede dejarnos esa interpretación. En lo personal, quizá por no haberme abocado a este género dramático-familiar con mucho énfasis, creo que el film es rescatable y cumple con su cometido, que no es original, pero no suele lograrse: la identificación del espectador con los personajes. Visto desde la lejana Turquía (ah, no se ilusionen: nada de exotismos), Los tiempos de la vida cobra un efecto poco probable en el cine de Hollywood. Finalmente, un detalle técnico: se estrena en dvd y el sonido no está muy bien en ciertas partes. Espero que hayan podido repararlo, puede resultar muy molesto.

Un film que gana un espacio por su hechura y dedicación. No exijamos que sea más de lo que es.


Hernán A. Manzi Leites

jueves, 1 de octubre de 2009

EL ÚLTIMO MANDADO


(Puntaje: 7)

La película retoma un viejo tema, que ya vimos en un conocido film de Brian Synger, protagonizado por Ian MacKellen, Apt Pupil (El aprendiz), esto es, la influencia de un ex nazi del barrio sobre un chico adolescente. Por supuesto, este filme argentino, de Fabio Junco y Julio Midú, le da un vuelco bastante original a ese tópico. De antemano, mis felicitaciones a estos dos productores. No me cabe duda que el cine argentino debe luchar contra viento y marea. El primer problema es la distribución de las películas en salas. El último mandado se proyectará, en principio, sólo en el Tita Merello, y luego en espacios INCAA. Supongo que no ocurre lo mismo con Tinker Bell.

Esta obra es producto del trabajo de ex estudiantes de la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica), provenientes de Saladillo, junto a los pobladores de esa misma ciudad de la provincia de Buenos Aires, siguiendo un proyecto de "cine con vecinos", que hace diez años se inició en esa zona. Por supuesto, el presupuesto para la realización de los filmes es bastante escaso, pero la iniciativa ya rinde sus frutos, ya que no sólo se trata del 19º largomentraje filmado entre la ENERC y los saladillenses, sino que también Saladillo se instituyó como la sede para el Festival Nacional de Cine con Vecinos (donde ganó, por ejemplo, El baño del Papa).
El argumento de El último mandado gira en torno a Lucas (Lucas Midú), un adolescente de una familia con múltiples hermanos, una madre y una suerte de detestado padrastro esporádico -que se encarga de tentar a la poco coherente madre con sus dádivas-, en una ruinosa situación económica. Por eso, Lucas se dedica a hacer mandados por el pueblo luego del colegio y llevar, así, algo de dinero a su hogar, además de la ayuda de una profesora de Historia que le entrega algunos víveres, ya que sin duda, la familia de Lucas es otra lamentable muestra de la indigencia rural que sufre nuestro país. La honestidad de Lucas, y cierto temple suyo que parece hacerlo más proclive a ciertos acercamientos y reacciones, lo lleva a trabajar para una anciana alemana (Ellen Wolf), muy cercana, en su juventud, al Nacionalsocialismo. A pesar de su personalidad ciertamente autoritaria, Lucas encuentra en esta mujer, Hannah, un refugio frente a la conflictividad de su casa. A la vez, este encuentro coincide con el encargo de la profesora de Historia de que Lucas escriba una monografía sobre Adolf Hitler, quien conocerá a través de una novedosa faceta.
En un principio, la película parece retomar burdamente ciertos clichés de los ex nazi, como el autoritarismo, o el escupir palabras sencillas en alemán al aire, llenando la pantalla de "nein", como si acaso fuera más difícil decir "no" que decir "no vayas a comprar a los chinos, o ¿es que usted no quiere a su país?". De todos modos, hacia la mitad, la obra evoluciona notoriamente, tanto en contenido como en estrategias. Se habla mucho más alemán -subsanándose así la técnica aparentemente estetizante de la primera parte- y la reflexión sobre el nazismo se vuelve original y se aleja de las caracterizaciones trilladas. Con esto último, quiero referirme a que la influencia de Hannah sobre Lucas no es tanto un "lavado de cerebro", sino una muestra de lo que fueron las necesidades de un pueblo alemán que se hallaba humillado y derrotado, y que adhiere a un proyecto anticapitalista frente al avance de un capitalismo antinacional. La profesora, que juega un papel crucial en el filme de Midú y Junco, no parece haber visto eso. Ella enseñaba la "historia oficial" de la posguerra, aquella escrita por los vencedores, y que es, naturalmente, una visión parcial, que olvida que los alemanes no eran todos máquinas de matar y de odiar y que Hitler no fue un loco manipulando a sus títeres. Fue un loco manejando a un pueblo, pero un pueblo conciente de su situación, muchas veces dramática. Se me objetará que los judíos no fueron los vencedores de la guerra, sino los grandes perdedores. A lo que respondo, que esto es llanamente falso. Los judíos fueron víctimas de uno de los más grandes exterminios sistemáticos de la historia de la humanidad, cayendo en las manos de un racismo de estado que arrasó, además, con otras culturas y formas de vida (por ejemplo, los homosexuales y los gitanos). ¿Son los rusos, también, quizá, los perdedores? Aún con 20 millones de muertos -un número que aquí es sólo un número, pero me asusto sólo al pensarlo-, nadie diría que los rusos "perdieron" la guerra. Al finalizar la guerra, Inglaterra asigna sus territorios en Palestina para crear el Estado de Israel, provocando todos los conflictos étnicos ya demasiado comunes hoy en día; y creo que con eso se está lejos de "perder".

El conflicto, y el problema de la historiografía oficial inaugurada entonces, fue que se interpreta a los Aliados como "buenos" y al Eje como "malo". Parece poco la bomba atomática en comparación con los campos de exterminio. Pero, en realidad, son lo mismo. Que quede claro, que estoy lejos de avalar la brutal y sistemática muerte y tortura de seis millones de seres humanos como política de Estado, sumada a los otros más de 50 millones de muertos por la Guerra en general, sin distinción alguna de origen, raza o religión. Y la guerra, fue también una política de Estado. Peor aún, una política económica de Estado. La ONU misma, enunciada por la profesora saladillense, tácitamente, como un "logro", se estableció para darle más poder a las potencias ganadoras.
En sustento de mi tesis anterior en relación con interpretación del filme -ya que respecto de la Segunda Guerra podemos discutir ampliamente, y seguramente me faltarían recursos-, hay una frase de Lucas, cuando le dice a Hannah que "el trabajo está todo mal". La brillante y humanitaria profesora, lo había calificado con un raso uno. "Y lo hacés de nuevo". Uno, como profesor, intenta inculcar ciertos ideales en los estudiantes, pero la actitud de la profesora parece alejarse del diálogo y lanzarse hacia la imposición de una doctrina. O lo hacía según los ideales que ella profesaba, o estaba mal. Poco podremos comprender así la historia del nazismo, bien si se justifica la masacre racial, o bien si se cree, como reza un reciente especial de un canal de historia, que Hitler es, como un Robledo Puch, "el más grande homicida de la historia".

Creo que películas como la de Midú y Junco, desde su humilde perspectiva, no por ello menos interesante, colaboran a releer la historia de la humanidad críticamente. En Alemania, por ejemplo, filmes como La caída, donde Hitler por primera vez es un humano y no un monstruo o un espíritu del mal, también ayudan a este trabajo, que es un proceso y que, creo, debemos iniciarlo también nosotros para nuestra historia. Afortunadamente, la Argentina está mostrando cada vez más los vínculos de los grupos civiles con los gobiernos militares. Quizá lo que más falte sea mostrar los vínculos que persisten en capas de la sociedad no militarizadas con aquel pasado funesto. Hasta que no se comprenda la relación entre economía y política de Estado, creo que eso quedará como una deuda pendiente.

Hernán A. Manzi Leites