martes, 28 de septiembre de 2010

PAX AMERICANA

(Puntaje: 5)
A partir del mes pasado, comenzó en la Argentina el proyecto denominado "El documental del mes", impulsado por la productora catalana Parallel 40, a través del cual cada mes se estrena un film documental en simultáneo en distintos países del mundo. En septiembre, la película fue Rembrandt J'acusse, de Peter Greenaway, y en octubre es Pax Americana, de Denis Delestrac, la representante del ciclo.
Conocemos cuán difícil es que el documental tenga un verdadero acercamiento popular. Efectivamente lo logra, cuando sus temática y realizadores resultan de cierta relevancia para el público local. Tal el caso de las películas de Enrique Piñeyro y Fernando Ezequiel "Pino" Solanas. De esta manera, es sencillo advertir que Denis Delestrac no obtendrá (lo vaticino pues no me cabe duda alguna) el éxito que el ciclo idealmente podría tener.
Pax Americana refleja, esencialmente, dos problemas, uno de carácter político y el otro de carácter ambiental. El primero muestra la paradoja de que los EEUU se autoinstituyan como paladines de la libertad y luchen contra el terrorismo armándose como ninguna nación, con un presupuesto récord en defensa. El espacio exterior, los altos cielos de nuestra Tierra es, pues, un tema bajo el cual la argumentación en este sentido resulta fructífera, ya que no se han dado guerras allí, sino tan sólo amenazas (China, Rusia...), teñidas -como es usual- de las más firmes sospechas en cuanto a su veracidad. El segundo de los puntos, se dirige hacia cómo esta carrera armamentística y tecnológica espacial afecta nuestro medio ambiente, social y ecológicamente hablando. Por un lado, los desechos espaciales (space trash) no pueden ser "limpiados" de modo alguno, y su peligrosidad, ya elevada, puede incrementarse si los ensayos, experimentos, y proliferación de satélites y cohetes continúa. Además, debe incluirse entre este tipo de empresas a la investigación de la galaxia en general, por supuesto, aquella que implica misiones espaciales, siempre generadoras de esa basura. ¿Que la ciencia puede ser dañina? ¡Claro que sí! (¿o acaso nadie vio La naranja mecánica?). En cuanto a la relevancia social del espacio, el documental muestra qué desastres tecnológicos podrían ocurrir en caso de que el funcionamiento de los satélites cesara, ya que celulares, GPS, aviones, semáforos, comunicaciones, etc., de todo el mundo se detendrían con el subsiguiente caos alla Y2K.
Quien haya leído con entusiasmo mis palabras podrá ver el documental de Delestrac y será informado con algo más de detalle, pero no sin algo de tedio. Pero el público argentino en general disfrutará más un especial de Discovery que esta hora y media cuyo eje pasa, primero, por EEUU y, luego, por el espacio exterior, con el que la Argentina se ha relacionado poco y nada. Por otra parte, hay detalles argumentales del film que el cinéfilo no puede dejar escapar. Los "personajes" de Pax Americana tienen una ambigua constitución de personalidad. Es difícil conocer su postura, pues su ambigüedad no está bien sustentada, a la sazón de que algunos de ellos no son debidamente presentados. Hacia el final del documental, se vislumbra cierta crítica de los propios estudiantes de la Fuerza Aérea yanqui hacia los proyectos espaciales de su país, pero esta caracterización es tan débil como contradictoria, en tanto se basa en un solo entrevistado, cuya postura es altamente confusa. Estas flaquezas de la película de Delestrac no pueden ser dejadas de lado por otras de sus virtudes, puesto que ciertas escenas apuntan a generar dramatismo en dicha consolidación de los personajes sin apoyarse en otras bases (más entrevistados, investigación más profunda al respecto). Los videos de computadora explicativos no pueden, claro, subsanar todo lo anterior, y menos aun, el escaso interés que el tema podría suscitar en nuestro público.
De modo que, si se trata de vivificar el documental, este no es el camino. Que el género da para hablar, no hay dudas, y que éste es crucial (e históricamente lo ha sido, ya que los primeros films fueron esencialmente documentales) para la cinematografía, tampoco. No obstante, sencillamente descreo de que se pueda generar un ciclo potente en cada nación participante con un estreno generalizado para todas. Puede nuestro documental del mes ser El rati horror picture show, pero no un documental franco-canadiense sobre la carrera espacial de los Estados Unidos, cuyos recursos no excitan la imaginación del espectador, quien -si no es un interesado en el tema- ha de ser un valerosísimo espectador o un personaje altamente snob, de los que abundan por las salas argentinas, aunque no abundan ellas y en las cuales abundan las obras taquilleras, pesadilla del excéntrico. De todas maneras, hay que celebrar el ciclo: pocas veces llegan documentales internacionales, sea cual fuere su calidad, a los cines de nuestro país, incluyendo algunas ciudades del interior, como Córdoba y Rosario. ¡Por los bodrios y los tedios, que por el Séptimo Arte valen la pena!


Hernán A. Manzi Leites