martes, 22 de julio de 2008

BATMAN, EL CABALLERO DE LA NOCHE

(Puntaje: 9)

LA NOCHE ES LARGA EN CIUDAD GÓTICA

Las dobles personalidades son encantadoras, diría el Guasón. Es un poco aburrido vivir en una ciudad en la que nada ocurre, o en donde todo ocurre monótonamente. Los noticieros no varían su cuerpo de "noticias" en todo el día... más bien se debaten quien llegó "primero", pero esto es irrelevante. Todo destila homogeneidad... ¡en pos de la tranquilidad de la población! Si el aplanamiento es mediante el temor, de todos modos se realizará inescrupulosamente, sin ética (¿de qué ética me hablan?). Lo único importante es tener todo bajo control.

Ciudad Gótica está fracturada por una mafia que las fuerzas policiales no pueden controlar. Es por eso que Batman (Christian Bale), quien viene a luchar contra el crimen paralelamente a la policía, es construido por el director Christopher Nolan como una especie de "doble conciencia" del Teniente James Gordon (Gary Oldman), la única persona dentro de la policía que se atreve a pedir ayuda al outlaw Batman. Aún, la opinicón pública es crítica hacia el hecho de que un fugitivo sea la persona que se encarga de la seguridad del pueblo. Así es como Harvey Dent (Aaron Eckhart) hace su aparición como un héroe cívico en el cual la gente puede confiar.
Cuando el Guasón (el difunto Heath Ledger) entra en escena, dispone un tablero. Cada momento es cuidadosamente establecido y, como si no fuera más que un "juego", la ética es, a priori, descartada. Sólo es necesario que alguien siga las reglas, cretendo en el mundo que el juego propone. EL Guasón realiza sus actos despreciables no para destruir a Batman, cual si fuera su archi-enemigo, sino para mostrar la la falsedad de la realidad que los medios y los jefes de estado muestran. En consecuencia, el Guasón no busca dinero. Batman está, pues, obligado a jugar un juego donde él y el Guasón están valorados en la misma jerarquía. De esta manera, Nolan presenta inteligentemente el problema de conciencia del jefe Gordon: ¿qué son la ley y la justicia? El caballero de la noche es una propuesta sobre qué podría ocurrir si el caos rompiera la monotonía de este mundo moderno.
Por otra parte, este análisis filosófico se combina con una espectacular dosis de acción -algo difícil de sostener en una película de casi dos horas y media de duración. Christopher Nolan ha mejorado su arte desde Batman Begins, que está muy lejos de esta nueva producción. En mi opinión, el trabajo de Nolan puede ser un ejemplo de lo que muy pocos directores de Hollywood pueden hacer (estoy pensando en Spielberg), que es ofrecer temáticas serias y profundas en un envoltorio maravillosamente disfrutable. Ser "profundo" y aburrido es una suerte de oxímoron hablando de películas, libros o lo que sea. Si sólo un selecto grupo de críticos puede sobrellevar el aburrimiento del "cine arte" para alcanzar el sabio mensaje, entonces la audiencia amplia estaría condenada a la estupidez y la llanura. No obstante, el contenido de estos buenos y entretenidos films como The Dark Knight no puede difundirse por sí solo. Ese debería ser el trabajo de los críticos, que sé que es una tarea difícil, probablemente porque yo todavía no he comenzado con ella del todo tampoco.
En suma, Nolan ha vuelto con la idea original de Batman, distante de la concepción del Batman de Batman, Batman Returns, Batman Forever, Batrman & Robin y, por supuesto, la comedia televisiva protagonizada por Adam West. Seguramente EL caballero de la noche tiene muchos clichés y expresiones burdas para que algunas ideas o conceptos se hagan claras. Sin embargo, estas críticas no serán capaces de herir lo que ha sido, sin distinción de géneros, uno de los mejores films del año 2008.


Hernán A. Manzi Leites

jueves, 17 de julio de 2008

ELECTION (2)

(Puntaje: 6)



Johnny To dirige esta película donde una logia de mafiosos hongkoneses celebra la elección de su "presidente", generando la disputa entre dos de sus candidatos. Por un lado Lok, más dedicado y "maduro", y, por otro lado, Jimmy, joven "rico" que está dispuesto a pagar su cargo con agasajos y otros menesteres mucho menos agradables. Esta oposición es la que reflejará la diferencia entre lo "tradicional" (las tríadas ancestrales de China, ahora devenidas en logias mafiosas) y lo "nuevo". Para seguir recalcando esta idea, el director elige encarnar esta oposición en un antiguo "bastón" sin el cual el presidente no podría hacer uso de su cargo. Pronto Jimmy descubrirá que ese bastón es necesario y la mitad del filme (o el filme entero) versa sobre la recuperación de ese trozo de madera.
No hace falta que indaguemos mucho más en el argumento. Las posibles interpretaciones son acotadas, o al menos nos resultarían demasiado lejanas a nuestra cultura europeizada (aunque lo dudo). De todos modos, esa materialización del centro de poder es algo que marca una diferencia con las películas de mafiosos alla El Padrino, donde la búsqueda de poder se daba, más bien, escapándose de la tradición dentro de los límites que, por supuesto, ella misma imponía. Por eso, la escena de la muerte del hermano de Al Pacino (bajo sus propias órdenes, en la II) es tan significativa.
Más allá de todo esto y algunas buenas escenas y actitudes de gángster "exótico", el filme es meramente entretenido y se merece una mirada atenta, sí, pero definitivamente no los desmesurados halagos de la crítica. Podremos vivir perfectamente sin ver Election. En cine oriental, hay cosas mejores.

Hernán A. Manzi Leites

lunes, 14 de julio de 2008

ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE ESTÁS MUERTO

(Puntaje: 8)

No existe persona alguna que no se convierta en creyente al ver esta película. Si esto es así es sencillamente porque entendemos las malas acciones como pecado. La diferencia estriba en la creencia o no en un más allá. Para el no creyente ese pecado debe ser pagado hoy. Y para el creyente, quien empero concede la posibilidad de que los pecados sean expiados en vida, el castigo viene después. Tomar un camino u otro (una decisión, una postura) es una decisión del hombre y, por ende, temporal, acotada al espacio de vida que queda antes que el diablo sepa que estás muerto.

Sidney Lumet ha realizado una película inundada de "religiosidad mundana". En efecto, relata el período "antes" de la muerte (mueran o no en el transcurso del filme) de dos pecadores, hermanos en el pecado, Hank y Andy. Hank (Ethan Hawke) está ahogado por las deudas y necesita dinero. Andy (Phillip Seymour Hoffman), su hermano, le ofrece, con la mentalidad empresarial que lo llevó a ser más exitoso que Hank, un plan "infalible" para saciar las necesidades de los dos: robar la joyería de sus padres. Hank, presionado por su ajustada situación, acepta participar. Ambos saben que lo que hacen "está mal", pero pecar es muy sencillo, y pecar es ya de por sí caer en las trampas del demonio. Por Dios, por belcebú, por el destino o por la ley, los hermanos correran pésima suerte y arrastrarán consigo a los débiles y los corruptos.
Esta historia es relatada desde el punto de vista del cada uno de los personajes. Esto es una consecuencia de la vieja proposición religiosa de la individualidad del alma. Cada uno se hace cargo de su pecado, pecado que está inscripto en las profundidades de la historia personal. Nacemos pecadores, estamos predispuestos a caer en él. Toda ciudad, de algún modo, trae consigo el alejamiento de una vida ascética. Es cada vez mayor el distanciamiento que se establece entre la pureza del origen y la densidad del alma, representada, específicamente, por el dinero, el odio, la lujuria (¿les suena a pecados capitales?), males que la ciudad encarna por excelencia, dentro del universo de este realizador.

Además de esta versión "inquisitorial" del filme existe un gran manejo del suspenso por parte del director, quien rompe la linealidad cronológica de la historia (aunque esto sea ya moneda corriente) y logra mantenernos en vilo, en espera a que el diablo dicte su sentencia. Porque todos esperamos una sentencia, ya que no está para el espectador la opción de creer en la justicia de los actos de los hermanos, porque se han envuelto en un crimen que es castigado en cielo y tierra. La gran fuerza de la película de Lumet reside en combinar la ley de la ciudad (en cuya exposición el director es especialista) con una ley de otro orden, moral. Sin embargo, es la amoralidad de la acción la que la hace reprochable y no su ilegalidad (contrariamente a lo que ocurre hacia el final de Desapareció una noche), lo que nos convierte en jueces de otro tipo. Por eso, el perdón del espectador admite una plasticidad importante, aunque acotada a la misma criminalidad que los personajes se adjudican en su culpa (aquí, la carga religioso-dogmática: confieso que he pecado). De lo anterior, se comprende que el título no sea "Antes que la policía sepa que delinquiste".
Por lo pronto, cuando vean la película podrán decirle a Lumet que se esconda... antes que Shakespeare sepa que está vivo.

Hernán A. Manzi Leites