sábado, 2 de mayo de 2009

PA-RA-DA

(Puntaje: 5)

Miloud Oukili es el impulsor de un circo que rescata jóvenes de la calle, haciéndolos participar de esta experiencia cuya belleza y, hasta podría decirse, banalidad, se contraponen en mucho a sus vidas en la calle. Al parecer, el proyecto PARADA es hoy en día exitoso como pocos, tanto que, como verán, tiene ya su película, dirigida por Marco Pontecorvo.


El filme relata los inicios de PARADA con el viaje que Miloud (Jalil Lespert) realiza a una Bucharest post Ceacescu, devastada, y en relación al pasado régimen comunista, agravada, con las contradicciones sociales de la sociedad capitalista. Los niños viven en las alcantarillas cercanas a la estación donde trabajan de che pibe, ladronzuelos o juguetes sexuales de los turistas y transeúntes. Su penosa situación, que incluye la adicción al pegamento u otros químicos, es oída por Oukili desde París, quien decide viajar a Rumania para ayudarlos con sus habilidades circenses. La realidad es más dura que su representación en periódicos, pero, con la ayuda de la trabajadora social Livia (Evita Ciri) y su amigo Mihai (Gabriel Rauta), logrará salir adelante. Por supuesto que meterse con lo más bajo de la sociedad, le traerá serias complicaciones de diverso tipo. Y ya sabemos, retrospectivamente, que el éxito finalmente adviene.


El director Marco Pontecorvo no pretende esconder la dura situación de los chicos y vagabundos de Bucharest, que se aleja bastante de París o Londres y se acerca más a la realidad porteña. Sin embargo, Europa del Este es en cierto sentido un lugar común que hace que no veamos lo que ocurre, precisamente, en las afamadas París y Londres (de allí la virtud de Aki Kaurismaki mostrándonos su Helsinki). Aunque verídica, su visión cinematográfica de la realidad carece de originalidad y es simplemente una consecución de hechos dramáticos y las victorias y fracasos de los protagonistas. Por lo demás, para quien quiera ver al circo en acción (u otro tipo de realización al estilo Kusturica, aunque no presente su calidad), este no es el filme indicado.


PA-RA-DA pretende operar como una película que ilustra una gran obra de vida, pero con una sencillez que roza el vacío y que, lamentablemente, se yergue para shockear señoras maduras e ilusionar a malabirstas ingenuos. Aunque aquí con justificación, el llanto lo ha hecho de nuevo.



Hernán A. Manzi Leites

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