Tortuosos son los caminos del cine de suspenso, y más aun los del cine argentino que se atreve a encarar producciones de este género. Pero el bosque tiene, por otra parte, ese toque de "terror" que lo acerca a films como Revelaciones y el grado de "fantástico" suficiente como para haber sido presentado en el festival Buenos Aires Rojo Sangre de este año 2010. Afortunadamente, viene en copia de 35 mm y en un hermoso cine como el Gaumont todos podremos disfrutar de una muy buena obra con calidad y a precios ajustados.
La crítica ha sugerido que El Bosque sería una reversión del mito del Minotauro. Si bien las alusiones al mito de Teseo y Ariadna son obvias, éste fue para el film de los jóvenes Eugenio Lasserre y Pablo Siciliano una inspiración. Lo demás viene con las características mismas del suspenso: la sensación de no hallar salida alguna, herencia de Hitchcock y tantos otros. En ese embrollo se encuentran dos mochileros, la alusivamente denominada Ariadna (Paula Brasca) y Martín (Martín Markotik), al perderse en el medio de un bosque y acceder a la invitación de un solitario y extraño hombre, Dannenberg (Oscar Pérez), de quedarse al menos una noche. A partir de allí, la estancia se prolongará, dado que el sitio es pertinente para la investigación ornitológica de Ariadna y Dannenberg conoce del tema y, a decir verdad, no tiene otra cosa que hacer. En ese punto Martín adquiere una centralidad inusitada, dado que se distancia de Ariadna y se enfrenta con el dueño de casa, quien por cierto, sabe cazar y utilizar un rifle.
Si volvemos a la cuestión del mito del Minotauro, deben destacarse dos conceptos: la cacería y la circularidad. El constante acecho de los protagonistas masculinos entre sí -botín femenino de por medio- y las referencias al tiempo y a la ingesta de carne no son sino referencias de un inevitable destino: el que ha sellado que del bosque no hay escapatoria posible.
Es menester felicitar a todo el equipo de producción, pues consiguieron desarrollar (con la ayuda de la facultad de Bellas Artes de La Plata) una película definitivamente redonda. Cuando los films no pretenden ser más de lo que lograron ser, entonces nos enfrentamos con un trabajo bien encarado -malo o bueno, eso lo dirán los espectadores. Pero lo que trae más felicidad es que una realización argentina se preste tan bien a un género que sabe cultivar perfectamente y que muchas veces pasa desapercibido por el INCAA (aunque en este caso Liliana Mazure haya asegurado su presencia en la Avant Prémiere).
Por último, haré lo que se espera que los críticos hagan, sugerir o recomendar un film. El Bosque destila juventud y a esos jóvenes que se van de mochileros o que quieren divertirse con un poco de naturaleza, sangre y locuras, la presente película encajará como anillo al dedo con su gusto. Personalmente, no pude olvidar aquellas púberes noches de Scream y de cómo Wes Craven resucitó su terror teen con nosotros -y aclaro que no soy tan viejo: fue en VHS. Quizá esas tardes de cine sigan existiendo, pero la situación de los cines y la del cine en particular me hace descreer de esa posibilidad. Los films "alla Rojo Sangre" tienen ese aspecto retro tan placentero y que les otorga eternidad, pues los morbos, las fantasías y los traumas siempre, decía el viejo Freud, salen por alguna parte. Guardemos esas atrocidades para el arte.
Hernán A. Manzi Leites
La crítica ha sugerido que El Bosque sería una reversión del mito del Minotauro. Si bien las alusiones al mito de Teseo y Ariadna son obvias, éste fue para el film de los jóvenes Eugenio Lasserre y Pablo Siciliano una inspiración. Lo demás viene con las características mismas del suspenso: la sensación de no hallar salida alguna, herencia de Hitchcock y tantos otros. En ese embrollo se encuentran dos mochileros, la alusivamente denominada Ariadna (Paula Brasca) y Martín (Martín Markotik), al perderse en el medio de un bosque y acceder a la invitación de un solitario y extraño hombre, Dannenberg (Oscar Pérez), de quedarse al menos una noche. A partir de allí, la estancia se prolongará, dado que el sitio es pertinente para la investigación ornitológica de Ariadna y Dannenberg conoce del tema y, a decir verdad, no tiene otra cosa que hacer. En ese punto Martín adquiere una centralidad inusitada, dado que se distancia de Ariadna y se enfrenta con el dueño de casa, quien por cierto, sabe cazar y utilizar un rifle.
Si volvemos a la cuestión del mito del Minotauro, deben destacarse dos conceptos: la cacería y la circularidad. El constante acecho de los protagonistas masculinos entre sí -botín femenino de por medio- y las referencias al tiempo y a la ingesta de carne no son sino referencias de un inevitable destino: el que ha sellado que del bosque no hay escapatoria posible.
Es menester felicitar a todo el equipo de producción, pues consiguieron desarrollar (con la ayuda de la facultad de Bellas Artes de La Plata) una película definitivamente redonda. Cuando los films no pretenden ser más de lo que lograron ser, entonces nos enfrentamos con un trabajo bien encarado -malo o bueno, eso lo dirán los espectadores. Pero lo que trae más felicidad es que una realización argentina se preste tan bien a un género que sabe cultivar perfectamente y que muchas veces pasa desapercibido por el INCAA (aunque en este caso Liliana Mazure haya asegurado su presencia en la Avant Prémiere).
Por último, haré lo que se espera que los críticos hagan, sugerir o recomendar un film. El Bosque destila juventud y a esos jóvenes que se van de mochileros o que quieren divertirse con un poco de naturaleza, sangre y locuras, la presente película encajará como anillo al dedo con su gusto. Personalmente, no pude olvidar aquellas púberes noches de Scream y de cómo Wes Craven resucitó su terror teen con nosotros -y aclaro que no soy tan viejo: fue en VHS. Quizá esas tardes de cine sigan existiendo, pero la situación de los cines y la del cine en particular me hace descreer de esa posibilidad. Los films "alla Rojo Sangre" tienen ese aspecto retro tan placentero y que les otorga eternidad, pues los morbos, las fantasías y los traumas siempre, decía el viejo Freud, salen por alguna parte. Guardemos esas atrocidades para el arte.
Hernán A. Manzi Leites
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