martes, 11 de agosto de 2009

ENEMIGOS PÚBLICOS

(Puntaje: 7)

Johnny Depp y Christian Bale, dos superestrellas de la actualidad, se juntan bajo la dirección de Michael Mann (Colateral, Ali, El informante) para hacer "una de gángsters". El elegido es John Dillinger, famoso ladrón de bancos que acarició cierta popularidad en los EEUU de los '4o, debido al desprestigio en que se encontraban sumidas estas instituciones. Este no es, sin embargo, el costado que Mann más explota. Su mirada está centrada en la creación de un thriller, y en cierto develamiento de las vidas de sus protagonistas, Melvin Purkis (Bale), el líder de una élite de policías encargados de eliminar a Dillinger, y el propio Dillinger (Depp).
El título de la obra explicita el carácter doble de la relación entre lo privado ("Enemigos") y lo público ("Públicos"). Esta tensión es sutil en el filme de Mann, principalmente por no haber intentado destacar demasiado el posible carácter personal de la persecución al mafioso.
En cuanto a los méritos técnicos de la película, la ambientación, en consecuencia con la gran producción que conllevó la realización, es digna de mención. Sin embargo, es un interesante trabajo de fotografía lo que más llama la atención. El uso de cámara en mano, aunque en un principio parezca superficial y decorativo, modifica radicalmente el dinamismo de las escenas, y hace que el espectador se sienta atrapado en sangrientas escenas de acción al introducirse (con la cámara) en la carne misma de los hechos. Así es como Mann le da un "toque" distintivo en la linealidad de una cronología que no recurre a flashbacks o escenas oníricas para crear texturas.
La caracterización de los personajes es otro tópico bien trabajado, y Depp quizá sea el que menos luce en esta labor. Christian Bale (Velvet Goldmine, The Dark Knight) expone buenas dotes actorales, con acento y todo, en el papel de Purkis, y es en él y en la novia de Dillinger, Billie (Marion Cotillard) donde la personalidad del delincuente produce sus efectos refractarios, poniendo en evidencia cierta escisión perversa que habita en su interioridad - porque, por cierto, todos los personajes de aquí son perversos. Indudablemente, el guión, escrito concienzudamente, ayuda en grande a la calidad de la obra.

La pata floja de la película es cierto trasfondo banal que se muestra. Si bien la comparación entre policías y mafiosos puede ser considerada un punto de crítica, ella sobrevuela un filme que tiene un objetivo más bien estético y de entretenimiento. Como una vieja película de gángsters adecuada a nuestros tiempos (¡Depp y Bale juntos!). Al ver el filme, uno nota cierta "manipulación" por parte del director hacia el espectador, quien agrega música dramática a los momentos dramáticos o la handy cam para favorecer el dinamismo, como si quisiera ocultar el escueto contenido de la película. No obstante, la labor técnica - que incluye una caracterización progresiva de los personajes basada en montaje, fotografía e interpretación - es destacable, y lo mórbido del argumento y las escenas queda eclipsado por la calidad que impone Mann en su obra.
Por suerte, Hollywood demuestra que puede exhibir trivialidades de buena estirpe colocando el presupuesto en manos adecuadas. A veces, el derramamiento de sangre vale la pena para una noche de cine.



Hernán A. Manzi Leites

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