lunes, 31 de agosto de 2009

EL HOMBRE QUE CORRÍA TRAS EL VIENTO

(Puntaje: 4)




Ismael Serrano se vuelve cada vez menos político (aunque, coño, se puede ser político y que no sirva poco) y más romántico. Quizá con esta película Ismael, en cuya historia "La dulce Carola" se basa esta obra, logre enamorar a más de una chica. Me refiero, a su chica, porque la Carola del filme lo tiene a mal traer. En efecto, el argumento gira en torno a un español en Buenos Aires (Serrano) que se enamora de una mesera a primera vista (Jazmín Stuart), pero con quien no puede concretar más que algún encuentro fuera de los almuerzos ejecutivos del restaurante en el que trabaja, a pesar de la voluntad de ayudarlo que pone su amigo no vidente Luis (Pasta Dioguardi).
Este filme, dirigido por Juan Pablo Martínez, utiliza recursos fantásticos para el desarrollo de la historia de amor, pero esto no lo salva de su escueto mensaje, que puede resumirse con la frase de Kierkegaard "no existe la repetición", sólo que vaciada de todo contenido filosófico, ya que no podríamos llamar "filosófico" a la charla de amigos en el bar. Este vacío está estructurado con una trama construida con numerosos artificios, decorados que hacen que una torta luzca bien, sin que sepa muy deliciosa. Por otra parte, las actuaciones están bien, y la fotografía muestra bellos paisajes patagónicos y citadinos como fondant.

Los amores son complicados, y esta película nos muestra un poco de eso. Aunque muy, muy poco.

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