sábado, 23 de agosto de 2008

LARS Y LA CHICA REAL

(Puntaje: 8)

Por fin la comedia vuelve a remontar vuelo, y esta vez no es la recalcitrante "nueva comedia americana", sino una película seria, original, novedosa, profunda y con cierto toque "clásico" del significado de la comedia. Claro que no podemos pretender que Lars y la chica real sea un filme real en tanto sus personajes reflejan el contenido que la obra intenta explicitar, sirviendo quizá exclusivamente a este fin. Pero aquí no tenemos por qué fijarnos en la posibilidad del argumento sino en la objetivación, literalmente, de los problemas que son planteados.
En un momento pensé en no decirlo, pero la publicidad hace obvio que el protagonista, Lars, comienza a entablar una relación con una chica cuyo cuerpo es, a lo Soda Stereo, de látex. Su soledad comienza pues a desaparecer y de allí cambiará su relación con el mundo, que incluye a sus vecinos Gus (su hermano) y su mujer embarazada.
Bianca, la afortunada que descongeló el corazón de Lars, tiene una dura historia a sus espaldas. Por ejemplo, es paralítica. Digo esto como opción de lectura para esta película que une varios tópicos, uno central, por lo visible, el fetichismo (nada de látigos, de todos modos) y otros paralelos, la discapacidad, la soledad, la ética cristiana, internet. Todo puede llegar a derivar en la obviedad absoluta, incluso en términos de la concatenación de los hechos, pero no opacan el brillo de las actuaciones y la audacia de la propuesta.
Quiero ser esta vez de pocas palabras. Podría brindar un análisis del filme y así enriquecería estas oraciones algo huecas, aunque le quitaría gran parte de la riqueza que el espectador puede extraer de la obra. Por esto, callaré y simplemente recomendaré (no quiero prometer el análisis para no caer en falta). Sólo sepan, amantes de la psicología y la filosofía, que Lars y la chica real será un filme de esos que se prestan para exponer cuestiones y discutir... no, no, no sólo para los púberes.

Hernán A. Manzi Leites

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