lunes, 30 de junio de 2008

WALL-E

(Puntaje: 7)

Según nos muestran los medios, ya que los tiempos ecológicos no se condicen con nuestra precaria memoria, el planeta se está cayendo a pedazos. Al parecer, el hombre ensucia demasiado porque consume demasiado y estos productos de consumo son, en su fabricación, uso o descarte, poderosos agentes contaminantes. Wall-E no va a llevar el planteo mucho más allá de esta reflexión. Tampoco sé si deberíamos exigírsela, tratándose de una película diseñada para complacer tanto al público infantil como al adulto (aunque sin tener que recurrir a chistes diseñados ad hoc con este objetivo), es decir, y no tiene por qué ser necesariamente así, que prefiere aplanar ciertas discusiones en pos de mostrar una visión políticamente correcta del sistema. En otras palabras, que el capitalismo contamina y que contaminar al planeta es negativo es algo que hasta el más sangriento potentado no puede dejar de afirmar.
"Si la situación sigue así por unos años..." entonces nos encontraríamos en la Tierra habitada únicamente por Wall-E, un adorable robot comprimidor de basura, que construye, literalmente, un mundo que gira en torno a los restos de un pasado que le parece tan añorable como misterioso. Es en realidad, el mismo proceso que realizamos nosotros respecto al futuro, que es edificado en utópicas ciencias ficción en base a la dinámica que la experiencia nos ha brindado y el avance tecnológico presente (o sea: del futuro, poco y nada). Pero, en fin, este mundo humano sin humanos, y su historia, tenía a este robot sumergido en la rutina del recolectar trastos, coleccionarlos o comprimirlos, y soñar con un amor de comedia musical. La vida del robot es rutinaria y prosigue así hasta que una digital robotina (como se verá, toda una femme fatale)aterriza buscando aquello que le encomendaron en sus "directivas". Wall-E está decidido a conquistarla y la sigue por cielo y tierra, incluso hasta el rincón donde se esconde la humanidad
ausente: un crucero interespacial. Allí, no hace falta nada excepto consumir, siguiendo a la empresa que logró monopolizar el estallido consumista, "Buy 'n' Large".
El filme se desenvolverá mayormente como una película de aventuras a lo catch me if you can, de un modo que nos recuerda a Monsters Inc., donde también la cuestión giraba sobre cómo puede caber la bondad, o la inocencia, en un mundo corrompido. En última instancia, este es el tópico de casi toda producción de Disney. Se incluyen, como es normal, momentos de risas y llanto y una sugerencia moral respecto a la avidez por el consumo y el cuidado de la naturaleza.
Quiero matizar, sin embargo, el contenido social de esta película. Por cierto, no aporta información nueva o radicales críticas. El consumismo capitalista produce para Wall-E la destrucción de la naturaleza no humana del planeta y, refiriéndose a los humanos propiamente, su degradación física es producto del haber dejado de trabajar. En suma, no se pregunta ni qué ha ocurrido con los pobres (se deduce que murieron de hambre) ni si existe alguna solución para la contaminación que no sea "no consumamos...tanto".
Se podrá argüir que el público será mayormente infantil y que no debe hacérselo sufrir en demasía. Puede ser. No niego, tampoco, que una película pueda no abarcar todos los puntos que una discusión suscita. A pesar de todo esto, admitiendo incluso la posibilidad de que el grado de exposición del problema sea "aceptable", no hay demasiadas nuevas "ideas" en este filme. Claro que resulta de por sí entretenido, visualmente atractivo y recomendable para niños destructores de vegetación, pero no creo que la capacidad crítica de la Disney haya llegado muy alto. Aquello que la película deja de decir es muchas veces aquello que debemos detectar primordialmente, por sobre otros aspectos de la dura realidad. Quizá porque la crítica conllevaría una reflexión sobre lo que hace y sostiene la productora, y no pretende correr ese riesgo y, esencialmente, esa incoherencia.
Para grandes y chicos, divertida. Pero por favor, Disney, mucho Bono y pocas nueces.

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