domingo, 7 de octubre de 2007

"Los irreverentes" (de Claudio Gotbeter) en el Chacarerean Teatre

(Puntaje: 4)
El Chacarerean Teatre no podía ser, ubicado en pleno Palermo (¿Soho? ¿Hollywood? ¿Viejo?), aunque a una cuadra de una horripilante Avenida Juan B. Justo, un teatro tradicional. Por algo estos lugares suelen llamarse "espacio teatral", y no, simplemente, teatro. El Chacarerean tiene de especial ser un mezcla entre Cabaret, bar pseudo elegante (léase: San Telmo), pulpería afrancesada (Choripán, copa de vino, y picada con salame ¡picado fino!) y teatro un poco incómodo, lo que predispone al espectador de un modo particular, y puedo asegurar que uno no espera precisamente un Mucho ruido y pocas nueces. Sin embargo, es probable que recuerden esta obra si llegan a ver Los irreverentes, con Patricia Palmer y Jorge Schwanek (escrita y dirigida por Claudio Gotbeter). Pero no se apresuren que esto no es Shakespeare.
Realizar un tipo de pieza teatral como es Los irreverentes es animarse a hacer por primera vez un plato para importantes invitados. La sopa quedó aguada frente a la austeridad de la escenografía (sin decorados, sólo dos sillas) y a los diálogos filosófico-existenciales que conforman más que unas Migajas filosóficas, una filosofía hecha migajas. La propuesta del autor y director de la obra es poner a sus dos protagonistas en el emprendimiento de indagar sobre la (corrupta) esencia del hombre, en tono de crítica, y, como ellos le llaman, "gran provocación". Resulta evidente, por su parte, que en los mismos personajes se encuentra esta miseria. Si debo suponer que ésto es una gran provocación de Gotbeter para con el público, tendría que preguntarle si tenía pensado en que la gente pudiera soportarla hasta el final...
Patricia Palmer, en un papel técnicamente bien desarrollado, interpreta a la "pensadora", de quien Jorge Schwanek, gritón y redundante, intenta ser discípulo, para ayudarla en su proyecto de "gran provocación". Fácil y rápidamente nos damos cuenta de todo: ellos son dos patéticos, pobres seres humanos, y, muy terriblemente, vemos que la obra no va a ir más allá de lo dicho en los primera treinta minutos. El viaje al Éufrates, el análisis eutanásico del mamboretá y la borrachera son algunos episodios que muestran cómo la filosofía no es barata, y que lo que los protagonistas hacen no es filosofía, sino estupidez cósmica que terminó en una reflexión interesante. Sin embargo, la estructura de la obra, oscilante entre la comedia stand up, el drama naturalista y un match de improvisación, no llega a nuestros corazones más que como polémica en el bar (o en mi casa, ese día que vimos la botella vacía), como si el autor supusiera que en el Chacarerean Teatre uno toma mucho vino. Quizá sea lo más recomendable. Frente a este desconcierto muchos optaron por reírse constantemente de las bufonadas de la Palmer y Schwanek (aclaro: vi cervezas en sus mesas).
Las reflexiones de esta obra pudieron haberse llevado a buen puerto en una obra teatral con acto I, II y III, a lo Tennesse Williams, Henrik Ibsen u Oscar Wilde, sin quedar en la plena desnudez, con el viento que había esa noche de viernes. Gotbeter se arriesgó demasiado, aunque creo que con algunas modificaciones podría llegar a aumentar la calidad de su producto artístico. Empero, si Los irreverentes sigue tal cual yo la vi, nos deja fructíferas recomendaciones: Mucho ruido y pocas nueces, esa de Shakespeare que ya nombré, y Filosofía barata y zapatos de goma, de Charly García. Los irreverentes, es esencialmente lo que estas dos obras son meramente en su título. ¡De a poco, Gotbeter, que ya llegarás!
Hernán A. Manzi Leites

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah, Señor Homero Manzi, o "sergio"
como bautizo al autor de los irreverentes (suelte el vino)

Evidentemente, o usted estaba excedido en copas, o su bilis lo esta ahogando y pretende escupirla arriba de cualquier desprevenido navegador. Yo estuve esa noche, y la verdad, no me parecio un texto de Shakespeare,y hubiese sido muy tarada de mi parte, pretender o esperar algo semejante. No fue gran cosa, pero me diverti.
Sin embargo, es evidente en sus comentarios, una rancia mediocridad que lo impulsa a alardear, a tratar de mostrar que por lo menos, conoce los nombres de tres clasicos de la dramaturgia universal.
A mi la obra me divirtio. Y como a mi, a las personas que me acompañaban. No mas que eso.
Y es justo que usted pueda aburrirse con lo que otros se rien. Pero como se evidencia en su blog, su tifillo a facho, no tolera la risa de nadie,a menos que sea usted el autor(el autor del blog debe aprobar todos los comentarios)
Censure el mio señor "Homero"
Trague un poco mas de su ruin necesidad de figurar en algun lado
De sentirse mejor pisando la cabeza de alguien.
A usted lo violo su papa? su mama?
el verdulero?


Su comentario de la obra es , al menos, sopechoso...
Tuvo usted algun altercado con gente del elenco?
Es usted el ex "algo" de la actriz,
el actor, el autor, el iluminador, o el escenografo. Bah, usted necesita de escenografia porque su imaginacion esta al servicio de... de... Su imaginacion esta?
En fin... Lastima que no soy dueña de tan buen nivel intelectual como el suyo, capaz de analizar con profundidad envidiable un simple entretenimiento.
Que extraño que usted no escriba en algun medio masivo. Seguramente
sentira que su extrema capacidad, sensibilidad, analisis, no estan a la altura de ningun medio
o ni siquiera vale la pena ensuciarse las manos en lugares de poca monta.
En fin señor "Homero"
Le sugiero que haga algo digno de destacar antes de que sea tarde.
Su "rancia mediocridad" pide a gritos algo para su vida, y no se trata de mierda para los demas.

Analia
PD
Me divirtio su comentario.

Hernán Manzi dijo...

En primer lugar querría agradecerle por el error que marcaste al notar que el autor de la obra no se llama Sergio, sino Claudio. Ya está corregido.
Pero evidentemente, por todo lo que escribié, no le agrada mi estilo, y le parezco autoritario. No voy a defenderme de ninguna de estas dos... ¿acusaciones?, aunque quizá sí deba tener el honor suficiente como para defender mi propio pensamiento, mis gustos, y mi justificación de por qué no me gustó la obra.
Yo nunca esperé un Shakespeare en el Chacarerean Theatre. Simplemente utilicé los títulos de algunas de sus obras para mostrar mi posición. Me explicaré mejor "mucho ruido y pocas nueces" hizo la obra. Y no es tan buena como "Mucho ruido y pocas nueces" de Shakespeare. Si a su persona esa... cómo decirlo... herramienta, ni siquiera heurística, más bien "estilística" le molestó, podría separar un poco más las aguas y decir: me gustó la obra por esto, esto y esto (está en todo su derecho de tomarla como una obra maestra); y, por otro lado, su estilo (sus metáforas, sus comparaciones, sus citas, etc.) me parece pedante.
El principal problema, en mi opinión, es que estos dos aspectos fueron mezclados. Y usted metió en el mismo caldo la obra, mi crítica y su crítica.
Por todo esto, para que no haya más confusiones, debo decir que "todo el mundo tiene derecho a divertirse con lo que quiera". Un perrito pelado con sombrero amarillo, el nuevo espectáculo de Gasalla o un show de transformismo. Sin embargo, yo no juzgo la reacción del público, sino la obra. Y si estamos en un teatro como el Chacarerean, con una disposición evidentemente particular, juzgaré con MI OPINIÓN PERSONAL la propuesta de los creadores, que en este caso no me pareció muy buena.
Felicitaciones si se ha divertido con "Los irreverentes". Yo no, y no recomendaría el espectáculo. Si usted deseaba hacerlo, podría haber enviado un comentario más cortés y, sin duda, más acertado.

Gracias por su comentario y su fe de erratas. HM