(Puntaje: 9)

Este no sorprenderse de lo que Lynch nos brinda es la clave para empezar a darle forma a lo que aparentemente en INLAND EMPIRE no tiene forma: la Idea. La forma que la película adopta intrínsecamente es la idea que se muestra en la obra y la Idea de la película logra mostrarse, precisamente, por el hecho de ser presentada en el formato película (y no, por ejemplo, en una escultura o canción). Quiero decir con esto que no es lo que se lee del argumento o relato lo que permite dar luz a la idea del creador, sino que más allá de lo que ocurre literalmente, lo que ocurre, ocurre en la forma de la película. Entonces, no resultaría INLAND EMPIRE una película amorfa, sino una película que en cuanto su Idea (¡atención!) es básicamente forma. Otros filmes son puro relato. La forma, en los mejores casos, no llega a salirse de la pantalla y mirarse desde fuera (desde la platea), sino que deja ver la idea (en el sentido laxo que puede ser, por ejemplo, “estar en contra de la guerra”, no Idea como esencia) y, quizá también, el relato en todas sus fases hasta su desenlace.
En términos más sencillos, intento explicar por qué la película de Lynch, en mi opinión, no se ciñe particularmente a la reconstrucción de un relato "agitado, no revuelto" con caprichos Buñuel-Dalí, y quiere, con su forma y su formato mostrarnos la Idea. Una de sus ideas, se dirá. Correcto. Pero no la Idea, que extiende su dominio de comprensibilidad más lejos que otras por saltar fuera de la película. Si esto no se tiene en cuenta, podremos decir con razón que Lynch dice su idea en una forma loca o que Lynch es un desquiciado, snob o "limado" (un poco de esto hay… no seamos taaaaan académicos). Quien se encuentre con la sorpresa del loco Lynch y le agrade, se quedará; quien no, se levantará refunfuñando (o dormirá desde el minuto 78 en adelante… unos 101 minutos más). Mi interpretación, pues, intenta separar espontaneidad, originalidad y capricho. No diría que deseo crear una lógica lyncheana en INLAND EMPIRE, pero quizá sí deseo recrear la Idea lyncheana, que se me hizo presente en la forma de la película.
Antes de comenzar con esta “recreación” de la idea e ir por fin a datos más concretos, aclaro que mi intención es también criticar y analizar el pretendido “surrealismo” y, como afirma temblorosamente una nota de la revista El Amante, “dadaísmo” de Lynch. Pensé que sería más provechoso redactar otro artículo a estos efectos, y también dejaría de pensar línea tras línea “¡al grano! ¡habla de INLAND EMPIRE!”. Conciencia tranquila y a trabajar.
Desde aquí no lean quienes no vieron la película (no por el argumento, pero para que no interpreten a partir de mis hipótesis, sino a partir de las propias)
Comentadísimo fue que Lynch hubiera filmado casi toda la película con una camarita de mano casera y poco tecnológica. Que Lynch no necesita grandes cámaras para hacer un buen producto lo concedo. Pero esta cámara juega un papel mucho más importante que... jugar ningún papel. La aparición de las cámaras del director intrerpretado por Jeremy Irons son las que de algún modo marcan la división entre la realidad y la ficción. Ahora bien, la cámara que no vemos, pero que Lynch sostiene, se mueve filmando todas las escenas y borrando la distinción entre fantasía y realidad. Para este Lynch camarógrafo, sólo hay realidad. Sin embargo, para nosotros, que no vemos, como dije, a Lynch, todo el filme es ficción. Dentro de esta ficción encontramos además el elemento fantástico: la brujería, la maldición gitana; y eso nos confunde un poco: ¿a qué nos atenemos como espectadores, a lo fantástico o a lo real?. He aquí una solapa que la ficción de la película nos abre como segunda instancia: el zigzagueo entre la realidad, la fantasía y la ficción A (la de el rodaje de la película) y la ficción B (la de la película, que nos abrió este panorama).


El actor, como ya puede entreverse en Mullholland Drive, tiene la capacidad y el deber (por trabajo, pero en Lynch podríamos hablar de un deber del actor que lo hace llevar una suerte de lastre hollywoodense) de dividirse en múltiples personas, que son la misma. El hecho de que sean la misma es el detalle que interesa... A primera vista, vemos a la protagonista de INLAND EMPIRE dividida en tres personas: Nikki Grace, Sue Blue (el papel representado en la película que Nikki Grace protagoniza, On High in Blue Tomorrows) y, naturalmente, Laura Dern (¿no es acaso el formato película lo que posibilita mostrar la Idea?). Ya muchos críticos antes que yo destacaron este juego de palabras entre Nikki GRACE y Sue BLUE (gracia y tristeza, respectivamente); son dos lados de la misma persona (y el nombre del personaje que interpreta Justin Theroux como el actor Devon Berk es Billy SIDE, lado). El borramiento de fronteras entre la película de la vieja versión polaca y la remake sucede también en el plano emocional de la protagonista: no hay fronteras para las emociones. Realidad, ficción, inconsciente y fantasía vuelven a mezclarse en idéntica persona y sobre idéntica materia: el filme.

Uf.Agotador. Si Lynch puede hacernos pensar tanto y sus obras no se secan nunca debe ser porque estamos frente a uno de los directores más destacados de la actualidad. Felicitaciones, David, ya sos inmortal.
A ver INLAND EMPIRE... de nuevo.
Hernán A. Manzi