MI VILLANO FAVORITO
A determinada edad, los hombres aprenden a no creer demasiado las historias de las mujeres, en muchas ocasiones erróneamente. Pero sin duda, podemos aceptar todo lo que Hollywood propone sin chistar. Y quizá, hasta cierto punto, esto resulte más saludable, en particular para los policías que no aceptan la dura realidad de una chica trastornada.
De hecho, los problemas de Jill Parish (Amanda Seyfried) son serios. Hace un tiempo ya que, aparentemente, fue secuestrada por un maniático que la mantuvo cautiva en un bosque en las cercanías de Portland (Oregon, EEUU), práctica que los huesos humanos hallados por la joven demostraban le era habitual. No obstante, poco y nada pudo ser probado, más que su desaparación, que le valió un tiempo en un neuropsiquiátrico. Y ahora el loco suelto volvía por su hermana, una alcohólica en recuperación que para los oficiales de policía se había ido "de gira" por los bares nuevamente. Sola y loca, Jill emprendería la búsqueda de su hermana, metiéndose en todos los sitios en los que un asesino puede esconderse, bajo la mesa, en el callejón o detrás de un árbol en la profunda noche.
El director Heitor Dahlia nos propone en 12 horas (Gone), un fugaz e impertinente entretenimiento que nunca intoxica, pero cae algo pesado, como comida de bodegón. En consecuencia, no es nocivo que este tipo de films exista y se exhiba en importantes salas, aunque con ello se impida que algunas otras películas continúen o se coloquen en cartelera. Claro que la televisión podría acoger 12 horas con los brazos abiertos y sin duda lo hará, de modo que el consejo final redundaría más bien, en el biógrafo o en el sofá de casa: paciencia, siempre podemos aguardar por el momento de la superación personal y cinematográfica.
Hernán A. Manzi Leites
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