jueves, 30 de octubre de 2008

MATAR A TODOS

(Puntaje: 8)

¿Acaso el fin de las dictaduras militares en América Latina terminó con el poder de las Fuerzas Armadas? Alfonsín, en nuestro país, no se veía demasiado seguro respecto a las mismas... también podemos pensar que las FFAA no fueron vencidas sino que su estadía en el gobierno se quedó sin energía. Además, ¿cómo podría haberse hecho para vencerlas efectivamente? La homogeneidad del ejército se había demostrado en 6 años de sistematización de un plan que incluyó la desaparición de 30.000 personas ¡Cómo si fuera tarea que la inseguridad de hoy en día pudiera cargarse al hombro!
Matar a todos, de Esteban Schroeder, intenta plantear la atmósfera de "fragilidad" de la democracia recientemente advenida, principalmente en el Uruguay y en Chile, pues el argumento versa sobre Eugenio Berríos, un químico que fabricaba gas sarín para Pinochet, que se refugia de quienes, como se ve al inicio del filme, lo persiguen, hecho cuya negación en sospechosas circunstancias despierta la investigación de la ayudante de un juez, Julia Gudari (Roxana Blanco), ex de un "subversivo" (Alejandro, interpretado por Darío Grandinetti), actual madre ejemplar, hija de un general del ejército uruguayo y hermana de Iván (César Troncoso) un capitán del ejército. Además, se servirá de la ayuda de Jiménez (Patricio Contreras), un periodista chileno que vive en Buenos Aires, y con esta ciudad se completa el triángulo que definitivamente estaba marcado como un "eje" durante las dictaduras -y después- en el cono sur: Santiago - Buenos Aires - Montevideo. En otras palabras, el Plan Cóndor.
Los conflictos familiares de Julia son predecibles. La primera imagen es la de La casa de los espíritus y la rebelde Blanca. Sin embargo, si fuera imprescindible encontrar similitudes, podemos recordar Missing y Z de Costa-Gavras, y me animo a aseverar que Matar a todos las iguala cuando no las supera.

Son innegables, de todos modos, los clichés de la película, en particular por la nueva movida cinematográfica que está llevando a los abogados a una suerte de nuevo héroe urbano. No obstante, Matar a todos sale graciosamente de sus propios callejones y se constituye en una película de género que no estaba presente en la filmografía de nuestros pagos. Por otra parte, el director sabe utilizar la fotografía y el montaje para plantear metáforas sobre la culpabilidad, el encierro, el rastreo infértil de información (ver conversación de Julia con el niño: "No encuentro a mi perro" "¿Cómo se llama tu perro?" "Azabache" "¿Qué le pasó?" "Se perdió"... paráfrasis) y el control constante, la sensación de que nos están observando de algún lado (aquí, los planos aéreos, cuya utilización es muy acertada para el dinamismo del filme).

Calidad, contenido, historia y buenas actuaciones se encuentran presentes a lo largo de este filme que nos mantiene en vilo delicadamente, sin sobresaltos innecesarios. Probablemente sea una de las películas más ambiciosas (es una película argentino-chilena-alemana-uruguaya), en relación a los temas que plantea y a su producción. Ayer vi Los edukadores y creo que la frase final puede servir para sintetizar cierto objetivo del filme: "Hay personas que nunca cambian". Pero las situaciones sí pueden cambiar. Algunos podrán sentirse orgullosos de que teníamos nuestro propio "eje del mal".

Hernán A. Manzi Leites

http://www.mataratodos.com/

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