sábado, 7 de junio de 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

(Puntaje: 8)

Mi corazón palpitó cuando Spielberg anunció la vuelta de la que es posiblemente la mejor saga de aventuras de la historia del cine. No sólo por el entretenimiento innegable que produce, sino por el concepto que en su misma forma refleja. En las cuatro Indiana Jones se refleja toda una época del pensamiento artístico y científico: el romanticismo y su posterior transformación en ciencia, la antropología, cuya vertiente en el campo de la historia es la arqueología. Coleccionar, ver, juntar, descubrir, aventurarse, son todos verbos que definen los trabajos de la escuela antropológica inglesa de principios de siglo XX. La antropología anterior adolecía de la falta de trabajo de campo y quizá en este sentido fuera más fiel a las obras románticas, donde florece un exotismo usualmente no vivenciado en vivo y en directo, sino a través de los relatos de comerciantes, marinos y aventureros. Indiana Jones es un poco todo esto. Una fusión entre lo tocado de oído y la penetración real en las profundidades de los mitos más movilizadores y fascinantes de la historia de la cultura humana. Las consecuencias ideológicas que la corriente evolucionista y sus derivaciones implica serán tratadas luego. Sólo adelantemos que sí, es una visión eurocéntrica. Sin embargo recuérdense: el Dr. Henry Jones es la ciencia y el estilo y el momento ideológico encarnado. Claro que tampoco es Spielberg ningún anticapitalista, pero sí es un tipo que rara vez elude temas políticos (ver El color púrpura, Munich, La lista de Schindler, Jurassic Park, La terminal, Inteligencia Artificial, La guerra de los mundos, etc... en suma, casi todas, deliberadamente hablando de dinero, política internacional, historia, discriminación).

Decíamos, pues, que Indiana Jones es la época que vive. Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal está ambientada en los años 50, con un Henry Jones más viejo, viviendo la ardua "caza de brujas" durante la Guerra fría, que se extendió hasta convertirse en una verdadera paranoia rojofóbica en todos los niveles de la sociedad, muy particularmente en la universidad, donde él trabaja "part time". La película comienza diciéndonos dónde estamos... "you ain't nothing but a hound dog" canta Elvis Presley mientras Spielberg nos deleita con sus tomas precisas y vertiginosas. La coreografía años 50 permanecerá un buen fragmento de las primeras escenas del filme, calculadas con diapasón y una justeza siempre más cercana a la "imagen" de época que al retrato verídico. Indiana Jones es idea. Así veremos también a los rusos, liderados por la Coronel Dr. Irina Spalko, una Cate Blanchett que se encamina a ser la actriz más diversa del año (si bien últimamente con personajes bastante fálicos). Obviamente, los rusos son los malos. Tienen que ser los malos. Esto ha generado discusión en varios ámbitos de crítica, familiares y de amigos. Por eso, insisto en que no se pretende que Indiana Jones sea una película con un contenido de historia crítica, sino que es la imagen de varios momentos de la historia mental de la humanidad, humanidad yanqui. Seríamos bastante tontos en creer que Spielberg cree que los rusos han sido lisa y llanamente los malvados, cuando por ejemplo Henry Jones recomienda leer Gordon Childe, un ineludible autor de la arqueología de ideas marxistas. Esta película continúa ese repaso histórico que nos llevó en películas anteriores a vivir el miedo de recibir el autógrafo de Hitler (escena que difícilmente pueda borrarse de quienes la hayan visto). Este acriticismo es la vivencia de un concepto, no una propuesta ideológica en sí misma.

Ahora sí, pues, entra en discusión el problema del centralismo de los países potencia. El cine spielbergiano es característico de esta expansión imperialista e innegablemente ha influenciado en las mentes de millones de personas en detrimento de los localismos, favoreciendo el avasallamiento de los Estados Unidos y el "primer mundo". Pero Spielberg no sólo puede hablar a través de ese discurso. El contenido artístico de su obra (que ningún crítico serio tildaría de mero tecnicismo) es irrefutable, y se comunica a aquellos que pueden disfrutarlo desde un punto de vista que excede la emoción que sus filmes inevitablemente provocan. Ahora bien, no es mi tarea despertar mentes del ostracismo imperialista para que tengan una visión distinta de lo usualmente denominado "efectista". Esa es tarea de TODOS (sépase también: gobierno), todos los que queremos que la mente se libere de las trabas de la oscuridad de la ideología. Tampoco es cuestión de quitarle responsabilidad a Spielberg, aunque no es él quien creó el capitalismo, sino uno de los que hacen su arte en ese marco, con inmensas sumas de dinero, claro. Es una situación compleja, lo sé, pero el crítico debe tomar una postura ardua y no puede desligarse de lo que puede sentir gracias a lo que puede ver por lo que sabe. Si las películas de Spielberg no fueran "entretenidas" sería raro que pudiera afrontar las millonadas que éstas cuestan.

Las Indiana Jones tienen la característica, además, de ser películas de "aventura", género casi inexistente en la producción cinematográfica actual. Quizá aparezca en obras como La momia, pero el cine fantástico y la ciencia ficción generalmente mala ha desplazado a películas que desde hace muchos años decidieron que el público que se emocionaba al ver Marabunta no existía más. Eso sí es verdaderamente ideología capitalista trabajando. Spielberg nota este movimiento anti aventuresco y por eso decide que El reino de la calavera de cristal tenga un tinte nostálgico de filmes de la saga anterior (no les quiero contar, no quiero ser plot spoiler, así la van a ver). Y, ya que estamos con la nostalgia, revisitará su propia filmografía en general adecuándola acertadamente al momento que esta nueva Indiana refleja. Harrison Ford está más viejo. Puede que todo esto actúe como un trago un poco decepcionante, pero es la realidad, y Spielberg no puede desconocerla. He llegado a pensar que la predictibilidad de ciertas escenas se deben a tener que ser lo que el género y la Idea les imponen.

En síntesis, definamos qué es Indiana Jones: conocimiento + fuerza y destreza (¡no es un drama psicológico!). El conocimiento es aquello que mueve a Indy tanto en su búsqueda, como en lo que es y representa. Un tipo de conocimiento, el de su época, aunque también el de todas esas épocas que son vividas mentalmente por nosotros desde la lejanía de un libro, un documental, un relato. Insisto en las figuras de Hitler, los rusos y, por ejemplo, el Arca Perdida. Son aquello que hemos vivido intelectualmente. ¡Ojo! No es únicamente así. Pero considero que criticar negativamente el ahistoricismo (referido a lo que realmente ocurrió, de lo que tampoco nos lo puede decir con absolutismo teórico la Ciencia de la Historia, que siempre "alza su vuelo en el ocaso") de Spielberg es tomar una posición que irremediablemente oculta todo aquello que la inteligencia de este director nos ofrece. Seamos cautos y apasionémonos con sus aventuras pasadas y futuras. Y, principalmente, pensemos siempre dialogando con nuestra realidad y también con el cine, que es mucho más que intelectualismos y bodrios para snobs cultos y aburridos.

Hernán A. Manzi Leites

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