lunes, 12 de mayo de 2008

DUEÑOS DE LA NOCHE

(Puntaje: 6)

Realmente, la labor del crítico con esta película se centra en descubrir las diferencias con el resto de los policiales. Se vuelve, pues, a la discusión sobre géneros. A veces, debo confesar, pienso que una buena película de género está acotando sus posibilidades de ser, particularmente porque no nos referimos con género a algo tan general como un drama o una comedia, sino a "policial", "zombies", "Nueva Comedia Americana", "western", etc... Siempre que su excelencia las catapulta a una buena aceptación por parte de la crítica es o bien por ser muy popular (y bien paga de varios lados) o por trascender los límites de lo esperable. Y no quiero decir que We own the night no los trascienda en cierto sentido. Sin embargo, el plus es sencillamente, o casi, una adición, un cambio de centro. Una vez localizada la originalidad, sin olvidarme, además, de excelentes tomas y una interesnte adaptación musical (algo de blues, algo de Blondie), la película queda desnuda en el género. Recomendable para quienes quieren ver una buena película de policías y mafiosos. Quizá un poco menos para los que esperen sólo género.

El cambio del centro del que hablé es el relato de vida (el karma) de Bobby Green (Joaquin Phoenix). Su padre (Robert Duvall) y su hermano (Mark Whalberg) son respetados policías de Nueva York y parecen esperar de Bobby algo que él rechaza: cumplir con el "deber", en un sentido fuertemente kantiano. De por sí, no les es muy agradable el trabajo de Bobby, quien trabaja en una enorme discoteca (El Caribe), propiedad de un vendedor de pieles ruso, que lo quiere como a un hijo. Y, algo nada sorprendente, en la discoteca se vende droga, y ahi surge el dilema hermano policía - hermano trasnochador, y un tercero en disputa, los mafiosos narcotraficantes. O se los vence, o se los obvia. ¿Quiénes serán los verdaderos dueños de la noche? La policía neoyorquina se ha puesto ese lema y habrá de defenderlo.
En este último punto se evidencia una escasa crítica a la institución policial y también un tratamiento bastante rudimentario y trillado de la mafia y el narcotráfico (quienes hayan visto Traffic me lo comentan...). Todo sea por hacer de este policial un drama personal, o, más bien, como dije, kármico, lo que es muy valorable e interesante, pero no alcanza a reemplazar lo que a esta película le falta: decisión. Es decir, elegir un camino seguro entre el policial adecuado a los tiempos cinematográficos de hoy (¡o uno tradicional!) y la "pesadilla de Bobby Green". En pocas palabras, esta obra tiene aspectos que si se los mira agudamente son bastante originales, pero la profundidad de la temática política y ético-existencial termina no llegando al fondo de nada. Quizá debamos quedarnos con We own the night como un buen germen de un género que puede dar más de sí. Algunas de las muy positivas críticas que el filme ha recibido deben explicarse por esta sorpresa de percibir una potencia que, en mi opinión, es débil para lograr autogenerarse, aunque probablemente sea un estímulo.

Hernán A. Manzi Leites

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