MURIERON CON LAS BOTAS PUESTAS
"Memoria y Justicia" hacen falta para tantos hechos del pasado, que, cuando no se comprende qué pudo haber ocurrido, se lo inventa. Y eso está bien, más si se quiere ofrecer un film que oscile entre la siempre idéntica crítica al accionar militar yanqui y mañas de Hollywood bien intencionadas, como los documentales ficcionales (recordemos dos queridos films de Woody: Zelig y Sweet and Lowdown). En esta película de Gonzalo López Gallego, dicho género y el terror se presentan diáfanos, pero podría discutirse, a propósito de esta cuestión, la entidad de la ciencia ficción y sus caracteres esenciales. El debate debería, a simple vista, zanjarse claramente por el sí, aunque persiste la duda acerca de si la ciencia ficción puede evocar tiempos de una tecnología del pasado. Pues, por un lado, tenemos obras como La guerra de los mundos, en particular el libro de H.G. Wells, o las novelas de Verne, que proponían avances tecnológicos radicales para su época e incluso -aun cuando algunos de ellos hoy en día hayan logrado desarrollarse- ciertos inventos cuya concreción se ha demostrado, todavía, imposible. Pero ¿qué frontera divide la técnica de la ciencia, cuando esas creaciones -como en Apollo 18- fueron o son efectivas, de modo que sea plausible etiquetar un film como "ciencia ficción"? El planteo es, en otras palabras, el siguiente: si no hay un "aun no" tecnológico, no hay ciencia ficción. ¿O todo lo que es ciencia, el doméstico horno microondas, es ciencia ficción? Además, una tercera opción me fue sugerida hoy mismo: que "ciencia ficción" es una ficción protagonizada por la ciencia; tesis admisible aunque algo escueta: en lo personal, considero que habría que correrse hacia el lado de la técnica en aras de acotar dicha definición. ¡Cuidado cinéfilos! Lo en apariencia obvio debe poder justificarse... (¡cuidado críticos!, deberíamos exclamar).
El fracaso de la misión del Apollo 18 -última del plan Apollo que, desde 1960, EEUU dirigió a la Luna- se fundaría, según el director y los escritores Brian Miller y Cory Goodman, en un terrible descubrimiento por parte de los astronautas estadounidenses en nuestro satélite natural. El horror político es, empero, lo más predecible: la NASA tenía noción de cuál era la situación en ese disputado territorio lunar, y los hombres enviados a la Luna formarían parte de esa Guerra Fría. La escasez de información acerca del film mismo pretende ilusionar al público con supuestas grabaciones reales... este objetivo es ilusorio, aunque bien construido.
También podemos preguntarnos si el objetivo del film es ser un "documental" ficcional, y la respuesta sería negativa, y lo sería además para otras obras como Cloverfield. Apollo 18 logra, sin embargo, una mayor efectividad al respecto que este film del gran monstruo que citamos. Lo que en efecto decepciona de la película de López Gallego es el uso de elementos cinematográficos, y hasta de argumentos, algo trillados, que no captan el interés del espectador, si bien el maquillaje de terror aporta esa dosis de placer infaltable para los amantes del género. De todas formas, si la fallida misión a la Luna fue real o no, no importa: Alien sigue superando toda realidad a través de la magia de este grandioso séptimo arte.
Hernán A. Manzi Leites
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