(Puntaje: 6)
Parecería que el tema de las posiblidades de la mujer frente a un embarazo indeseado se ha vuelto recurrente en la cinematografía contemporánea. Las salidas más felices las han dado películas como Knocked Up y La joven vida de Juno, mientras que su contraparte abortista está en 4 meses, 3 semanas y 2 días. El film de Wayne Wang, La princesa de Nebraska es en cierto modo el híbrido posmoderno entre Juno y 4 meses..., y revuelve no solo en la temática del aborto, sino también en la de la inmigración oriental a los países occidentalizados.
La protagonista de La princesa, a saber, Sasha, es una joven china que estudia en la Universidad de Nebraska con el plan de abrirse oportunidades laborales dentro de los EEUU. Sin embargo, su ambición es interrumpida al haberse quedado embarazada de un estudiante de la ópera de Pekín, quien no sólo la ha abandonado a ella sino también a su pareja homosexual, un estadounidense que viaja por trabajo a China y que, a la sazón, hospeda a Sasha en su hogar para que pueda realizarse un aborto en la ciudad de San Francisco. El almodovarismo de esta historia se complementa con las aventuras urbo trash que la chica va a vivir durante las 24 hs. desde que llega al aeropuerto hasta que finalmente visita la clínica con el fin de interrumpir el embarazo.
La mayor virtud del film es probablemente lograr reflejar el hecho de que se trata de una decisión individual, a través de metáforas (por cierto bastante burdas) del aborto en sus acciones, las grabaciones de su celular, su diario íntimo, sus relaciones con el resto de la gente, etc.. Y de todas ellas se concluye lo mismo: está sola para tomar la decisión, a pesar del apoyo externo que pueda llegar a recibir. Afortunadamente, al espectador no le adviene el sentimiento de la compasión, sino todo lo contrario. Esta muchacha es un caso perdido. Dije "afortunadamente" ya que no pretende jugar con justificaciones del aborto tales como pobreza, violación, edad (al menos esto último no en los términos de Juno), etc. sino que la oscuridad del personaje principal produce hasta rechazo.
Empero, a la luz de cómo concluye el film (y adelanto que la escena final es de esas que me hacen detestar el cine arte) se vislumbra una obra con una mera finalidad "edificante", "educativa". Y que su contenido es abosolutamente no-movilizador. No porque sea estrictamente "reaccionario". El cine no puede atravesar la ideología y atraparla in fraganti. Se convocan "prejuicios" de la "puta", la "calle", el "robo"... Pre-juicio es que tenemos una decisión tomada.
PRE-JUICIO
A esta palabra podemos abordarla de dos modos: como ya poseer un juicio sobre algo y que no haya juicio luego, sino la inmediatez de la sentencia, y, por otro lado, podemos pensarla como el momento anterior al juicio. Cuando uno mira La princesa de Nebraska se aferra a algún juicio previo o utiliza al filme como una suerte de "propedéutica" del mismo. Además de todo lo que el "prejuicio" puede llegar a implicar cuando se lo elige como palabra clave para interpretar una obra.
Lástima que una agradable simplicidad en el relato deba, para Wayne Wang, ser compensada con detalles que, de tan profundos, hunden el interés del espectador y desmerecen una película que, por mejor llevada que esté, it's no news.
Hernán A. Manzi Leites
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