miércoles, 28 de abril de 2010

PACO

(Puntaje: 8)



Este blog está andando ya, un poco lento. Esta película se estrenó hace bastante, pero es sin duda una de las que dio y aun da para debate. Sin verguenza de mi atraso, acá va la crítica.


¿Qué se supone debería tener una película sobre drogas? Trainspottin', Rush, Requiem para un sueño, nos dan todas una pauta, un camino a seguir, que sólo en parte es seguido por este film de Diego Raffecas. De las obras citadas, se alejaría en tanto Paco apenas presenta esa visión apologética del drogadicto, que es en realidad la del director, que nos hace sentir el placer de un hit, claramente el clásico de Danny Boyle, tan "hitero" como la heroína misma y sus otras películas merecedoras de un apresurado aplauso, un lugar en la góndola de Wal-Mart y un monumento al "underground" chic. Quizá sea porque lo que se denomina "paco" es una pútrida sustancia obtenida de los residuos de las cocinas de cocaína, lo peor de lo peor, droga por la que los protagonistas de esas pelis yonquis anteriormente mencionadas no se preocupan por conseguir. Sin embargo, tiene la acción producto de la criminalidad de la cosa que es regla general en este tópico. Otra posible adición explicativa respecto de las características particulares de Paco puede verse en el emplazamiento argumental principal de la obra. Sin más, comencemos con la sinopsis.


Paco (Tomás Fonzi) es hijo de una importante senadora argentina (Esther Goris) y ya un poco hastiado de ese mundo, se dedica a un amor apartado de la clase a la que pertenece, que lo lleva a conocer una villa de emergencia desde adentro. Pronto "Paco fuma paco" y a su desastrosa situación de salud se le suma un problema legal cuando se lo relaciona con un atentado a uno de los edificios de la villa. La senadora decide, entonces, buscarle el mejor centro de atención, comandado por Nina (Norma Aleandro) y Juan José (Luis Luque), especialistas en las adicciones. Es allí donde el nudo argumental de la obra toma un dramatismo interesante, al retratar la vida de los adictos en ese centro y las diatribas de sus especialistas y colaboradores, que se suman a Nina y Juanjo.


El director, Diego Raffecas, aprovecha para lucir a varios intérpretes del escenario argentino, como Romina Ricci, Sofía Castiglione, Juan Palomino, Roberto Vallejos, Guillermo Pfening, entre otros, lo cual le dio a la película cierta pompa no del todo inmerecida, pero pompa al fin. Algunos críticos, por otra parte, se quejan del "budismo" de Raffecas. Aunque no abunda, éste se halla presente en el personaje de Tomás Fonzi y cabe decir que los entretelones del fragmento de historia que protagoniza son quizá los menos logrados y los más ajenos a las experiencias en el centro de adicciones. Hay en las desventuras de Paquito algo bastante artificial, lo cual, si bien provee un relieve que agiliza el film, produce asperezas que desencajan con las partes argumentales que se destacan por su tensión y dramatismo.

En el aspecto del tratamiento de la adicción al "paco" vamos a ver, no obstante, un desarrollo más bien general y de público conocimiento, lo que no le quita valor cinematográfico, aunque sí documental e informativo. Al menos, Raffecas se aparta de una concepción que disparía la lágrima del espectador o que le acercara Paco por su efecto repulsivo (como en el Irreversible de Gaspar Noe). El guión (obra también de Raffecas), la fotografía, el maquillaje y el montaje (que estructura el argumento con "flashbacks" explicativos) forman un buen conjunto con la música de Babasónicos y el "Piti", el cantante del grupo Viejas Locas e Intoxicados. No puede decirse lo mismo de los efectos visuales y la decoración, siempre relacionadas con la historia de Paco y la senadora, que resultan, como se dijo previamente, algo artificiales.

Paco constituye una película valiosa, no sólo por su dinamismo, sino por captar las intrigas al interior de un centro de rehabilitación con conflictos morales incluidos. Además, se aleja de la tradición cuasi "hedonista" de las drogas al hacer relucir, aunque sólo sea brevemente, los antros pútridos de las paquerías y del veneno que corroe la personalidad y la salud de tantos jóvenes. Pero debe leerse bien: lo hace brevemente.


A pesar de estos comentarios favorables, hay cierta falta de entrega social al tema del paco por parte de Raffecas. Apenas se vislumbra la falta de trabajo y otras causas no menos subsanables como origen de la adicción terrible. En el fondo, Paco carece de solicitudes a los gobiernos y se convierte, de la mano del budismo, en algo más "personal" que "social". Quien les escribe considera que el trabajo es la mejor manera de sacar a los jóvenes de la pobreza, la delincuencia y este tipo de adicciones que son producto de la marginación. En este sentido, al elegir como protagonista a un joven de clase elevada -si bien hay otros personajes de clases más bajas- se desvirtúa la visión que relaciona al paco con la pobreza, privilegiando aquella que está universalizando al paco por encima de las diferencias de clase. Eso no deja de ser verdad, aun cuando abriéndonos el panorama, nos distancia de la ayuda a los que menos tienen. Todo film es un concepto total: su contenido será entregado al espectador, mayormente, como una unidad en sí misma.



Hernán A. Manzi Leites

sábado, 10 de abril de 2010

LA MOSCA EN LA CENIZA

(Puntaje: 7)

Uno de los crímenes que ha tomado cierta resonancia pública en los últimos años es el de la espantosamente denominada "trata de blancas", nombre con el cual nos referimos al tráfico de personas, por ejemplo, secuestro de niños para adopción (sí, eso hacían varios militares de la dictadura del '76) o engaño de jóvenes para ejercer la prostitución. Este último tópico es el que toma el presente film de Gabriela David, sin muchos lujos, pero de manera mayormente acertada.

Dos chicas de un pequeño pueblo -puede inferirse, misionero- consiguen un contacto que las lleva a Buenos Aires a trabajar como empleadas domésticas, con la condición de que sean ambas quienes decidan irse. Pero tampoco parecen querer separarse demasiado, ya que Nancy (María Laura Caccamo) es muy dependiente de su amiga Pato (Paloma Contreras), a causa de cierto retraso mental de la primera, que la torna tanto más aniñada como más dócil. Sin embargo, esto resultará una ventaja cuando caigan engañadas en un lupanar de la calle Agüero, comandado por Oscar (Luciano Cáceres) y Susana (Cecilia Rossetto), quienes se encargarán, torturas y amenazas mediante, que las jóvenes ejerzan la prostitución. Pato no podrá acostumbrarse a esa vida, pero Nancy rápidamente se adapta, con el fin de no ser víctima de los castigos allí efectuados, amadrinada por otras chicas entre las que se encuentra, en un papel secundario, Dalma Maradona.
Esta obra quiere destacar el desinterés y la ceguera de la sociedad frente a estos graves delitos y, además, cómo éste excede la prohibición de la ley, arraigándose en situaciones de discriminación más profundas. Mezcla de impotencia y falta de compromiso, la trata de blancas sigue presente y la sociedad, silenciándola la avala. En relación con esto, la directora y guionista propone el personaje de un mozo que trabaja en un café frente al prostíbulo (Luis Machín), quien entabla un vínculo con Nancy que añade bastante al argumento.
La mosca en la ceniza posee relevancia en tanto película de denuncia, y cinematográficamente tiene buenas actuaciones (Caccamo, Cáceres, Contreras -sí, es hija de Patricio-, Rossetto y Machín, todos están muy bien) y una propuesta del adentro-afuera bien encaminada. El guión, si bien no aburre en absoluto, trae resoluciones algo trilladas, que, no obstante, no empañan al film en su totalidad.
Una discreta opción sobre temas que deben ser tratados, desenmascarando la complicidad entre la justicia, la policía, los proxenetas y la sociedad.






[La directora y el camarógrafo junto a Luis Machín]
[C. Rossetto y L. Cáceres]
Hernán A. Manzi Leites